En un partido de fútbol hay más o menos treinta faltas. Y hay otras tantas fricciones que el árbitro no considera faltas. Así que ya estamos hablando de 60 reclamos al árbitro. Uno cada minuto y medio. ¿Pero no hay foules muy evidentes que no se protestan? Tal vez. Pero se protestará la amarilla que se puso o la que se dejó de poner. Y los laterales, y los corners, y los off sides, y el tiempo de descuento…
El fin de semana hubo un caso que sirve como ejemplo. San Lorenzo y Crucero del Norte empataban 1 a 1 y entre lesiones y el tiempo que hizo el equipo misionero, correspondía un buen descuento, que todo San Lorenzo iba a agradecer porque necesitaba un gol para mantener la punta. Sin embargo, a los 44 minutos, Caruzzo puso el 2-1. Al toque se subió el cartel que marcó 7 minutos. Entonces, lo que San Lorenzo iba a celebrar se transformó en reclamo: “¡¿7 minutos?!”, vociferó Bauza. Es decir: no se reclama justicia, se reclama que los árbitros nos favorezcan.
Un rato después, luego de que Boca le ganara 2 a 1 a Arsenal, Tití Fernández le preguntó a Tevez: “¿Te adaptaste al fútbol argentino?”. La respuesta se fue para el lado que Carlitos quiso pero no pudo ser más sensata. “No hay que quejarse. Hay que cuidar un poco a los árbitros porque nos quejamos mucho. Tanto Boca como Arsenal. Y también nos pasó en otros partidos. Nos quejamos mucho y hay que jugar un poco más”, pidió.
Ojo, esto no sucede sólo en el fútbol argentino. En cualquier parte del mundo, cualquier futbolista de cualquier equipo reclamará mano aunque al rival le haya pegado la pelota en el pecho. Y con esa queja permanente tienen que convivir con los árbitros. Ah, y mientras tanto tienen que hacer su trabajo. Un trabajo que, hoy en día, parece insalubre.
Hay un dicho inglés que dice: “El fútbol es un juego de caballeros jugado por animales y el rugby es un juego de animales jugado por caballeros”. Tal vez por eso, el árbitro de rugby Nigel Owens (un personaje del que próximamente ampliaremos), cuando algún jugador se sale del reglamento, hace referencia al fútbol para explicarles que así no son las cosas.
“Creo que no nos conocemos. Yo soy el árbitro en este campo. Usted haga su trabajo que yo hago el mío. Si se vuelve a quejar, lo expulso. ¿Está claro?”, le espeta Owens al jugador. Alguna vez, a otro jugador le dijo irónicamente: “Mire que la cancha de fútbol más cercana está a 500 metros”. Ah, y además lo podemos escuchar todos. ¿Puede ser ésta una solución para acabar con las quejas en el fútbol? Lo que es seguro es que, como bien dijo Tevez, se necesita un cambio. Pero, ¿alguien lo escuchará?