El mundo entero se paraliza cada vez que se enfrentan Real Madrid y Barcelona. La rivalidad que antes estaba limitada a España, hoy se palpita en todo el planeta. Las razones de este fenómeno son variadas e involucran cuestiones sociales, políticas y económicas que no serán analizadas en esta ocasión. Lo que sí vale la pena mencionar es que el duelo individual que protagoniza este clásico desde hace más de un lustro ha sido fundamental para la conversión de un enfrentamiento nacional en un asunto de relevancia universal. Porque pocas veces en la historia del fútbol hubo una rivalidad como la de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.
Una de esas veces fue en 1933, cuando Giuseppe Meazza y Mathias Sindelar chocaron en la definición de la Copa Mitropa. Quizás aquella final fue el primer gran partido europeo de clubes, disputado entre Austria Viena y Ambrosiana Inter (el actual Internazionale de Milan). Por primera vez, el centro geográfico del continente era también el centro futbolístico. Y por primera vez, un partido de fútbol fue promocionado como un espectacular duelo de talentos individuales.
La edición de 1933 fue la más prestigiosa de una competencia que había nacido siete años antes y que alcanzó su apogeo justo antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Ocho equipos participaron del campeonato, que contó con los mejores futbolistas del momento. Todas y cada una de las grandes figuras de la Copa del Mundo de Italia 1934 jugaron un año antes el certamen que finalizó con el choque estelar entre los dos mejores del momento.
El Austria Viena de Sindelar debutó en cuartos de final ante el poderoso campeón checoslovaco, Slavia Praga, que tenía al arquero Frantisek Planicka y al delantero Frantisek Svoboda como grandes figuras. Ademas, ocho de los titulares que fueron subcampeones mundiales en Italia jugaban en Slavia. En la ida, disputada en Praga, ganó el local 3-1 y el cuadro austríaco llegó a la revancha de punto. Sin embargo, un inapelable 3-0 lo clasificó a semifinales.
Por su parte, Ambrosiana jugó en cuartos contra el First Viena de Leopold Hofmann y Karl Sesta. El equipo de Milán no tuvo problemas y ganó ambos partidos: 1-0 y 4-0. También superó las semis con comodidad, ya que goleó 4-1 a Sparta Praga como local con una gran actuación de Meazza y luego empató 2-2 de visitante. En el conjunto checoslovaco se destacaban Oldrich Nejedly (máximo artillero del Mundial 34), Josef Silny y Josef Kostálek.
El equipo de Sindelar también brilló en semifinales, contra la Juventus de Raimundo Orsi y Luis Monti que era tricampeona del calcio. La Vecchia Signora era la base del futuro campeón del mundo. La ida se disputó en el estadio más importante de Austria y asistieron 50.000 espectadores, una multitud sin precedentes para un partido jugado fuera de las islas británicas. Según cuenta Camilo Francka en su libro “Matthias Sindelar, una historia de fútbol, nazismo y misterios”, el Hombre de papel fue la figura del triunfo 3-0 de los locales a pesar de la dura marca italiana.
Cientos de hinchas despidieron al tren que trasladó al plantel vienés a Turín para jugar la revancha. Fue otro partido muy duro, que terminó 1-1, resultado que clasificó a Austria Viena a la gran final.
El duelo entre el Ambrosiana Inter de Meazza y el Austria Viena de Sindelar se comenzó a disputar apenas se conoció el nombre de los clasificados. No había partido mejor para disfrutar. Por eso, viajó una gran cantidad de hinchas austriacos a Italia, que tomó este juego como una causa nacional. Más de 35 mil personas asistieron al encuentro de ida en el estadio Mussolini. Ambrosiana se fue al descanso 2-0 arriba pero los visitantes lograron el descuento en la segunda etapa. La final estaba abierta.
En la revancha, la expectativa fue aún mayor. Francka menciona en su libro que 450 italianos viajaron con el plantel de Inter, que fue recibido por el propio Sindelar en el hotel. La gran final fue vista por 58.000 espectadores, que disfrutaron de un espectáculo impresionante. El local se puso 2-0 arriba en el segundo tiempo y el visitante jugaba con nueve por la expulsión de Allemandi y de Demaría. Parecía historia juzgada, hasta que apareció Meazza y marcó el 2-1 que igualaba la serie. Sin embargo, la respuesta de Sindelar llegó enseguida y con una gran definición anotó el gol más importante de la historia de su club. “En el público provocó desmayos de alegría”, publicó la prensa austríaca. Austria Viena fue campeón y las dos estrellas no defraudaron.
Aquella fue la final más emblemática de un torneo que es el antecesor directo de la actual UEFA Champions League. La Mitropa Cup (sucesora de la Challenge Cup, organizada entre 1897 y 1911) fue una idea del austríaco Hugo Meisl, uno de los hombres más importantes de la historia del fútbol europeo. A comienzos del siglo XX, su aporte como entrenador y dirigente fue fundamental tanto para la evolución del juego en sí mismo como para la organización estructural del deporte. Además de impulsar la “escuela del Danubio”, que trasladó al centro de Europa el juego de pases directos y al ras del piso del escocés Jimmy Hogan, fomentó en Austria la creación de la primera liga profesional fuera de Gran Bretaña y dirigió al Wunderteam austriaco, la mejor Selección de la época.
En 1927, los únicos países que habían dado el paso de crear ligas profesionales en la Europa continental eran Austria, Checoslovaquia, Hungría y Yugoslavia, por lo que Meisl decidió invitar a dos representantes de cada una de esas naciones. Sparta Praga, entrenado por el escocés John Dick, derrotó en la primera final a Rapid Viena. En 1928 y 1929, los campeones fueron húngaros: Ferencvaros y Ujpest, mientras que en 1930 y 1931 ganaron los austríacos Rapid Viena y First Viena.
En 1931 los equipos italianos reemplazaron a los yugoslavos, que no tenían el nivel necesario para competir contra el resto y un año más tarde Bologna logró el título. Tras la histórica consagración de Austria Viena en la edición de 1933, la Copa vio crecer su prestigio y en 1934 se aumentó el número de participantes a 16. Ese año se dio una situación insólita, cuando Sparta Praga y MTK Budapest debieron jugar seis partidos en la primera fase y no pudieron romper la paridad (si había empate se jugaba otro partido), hasta que un sorteo clasificó a los checoslovacos.
Después de la Segunda Guerra y con el crecimiento de los equipos alemanes y españoles, la Mitropa Cup perdió trascendencia, algo que se hizo más evidente en 1955 con la creación de la Copa de Europa. Entre las décadas del cincuenta y del sesenta Vasas Budapest SC ganó seis títulos y se convirtió en el cuadro con más conquistas. La Mitropa se siguió disputando hasta 1992, cuando un equipo bosnio de segunda división, Borac Banja Luka, ganó la última edición de un campeonato que alguna vez fue capaz de paralizar un continente.