Comienzos de la década del noventa. Una decena de jóvenes hinchas de Rayo Vallecano tiene una obesesión: organizarse para, desde la tribuna del club de su barrio, expresar ideas sociales, culturales y políticas. Les cuesta, porque el mundo no está hecho para los idealistas. Pero no se frustran ni se separan. En uno de sus primeros viajes, los Bukaneros se encuentran con un grupo gaditano que comparte sus inquietudes. Son las “brigadas amarillas” de Cádiz. Se miran y se reconocen, entienden que deben juntarse, trabajar a la par. Entonces, aquella travesía que sólo tenía como objetivo acompañar al equipo que disputaría el tradicional Trofeo Ramón de Carranza marcó el comienzo de una historia de hermandad.

Este domingo, Rayo Vallecano y Cádiz volvieron a jugar un partido oficial después de seis años sin enfrentarse. Sus hinchas convirtieron este partido de mitad de tabla de la segunda división española en una verdadera fiesta popular. Dos mil hinchas “visitantes” en Vallecas compartieron con los dueños de casa consignas deportivas y sociales. El conjunto local ganó 3-0, pero nadie se fue demasiado triste.

Rayo Vallecano Cadiz banderaLa amistad entre las hinchadas de Rayo y Cádiz nació en aquel viaje de los Bukaneros y hoy goza de perfecta salud. Se afianzó en la temporada 95/96, cuando algunos miembros de la sección madrileña de las Brigadas Amarillas se sumaron al grupo rayista, que pasó en un sólo año de 15 a 40 miembros. Ese crecimiento les permitió comenzar a ganar protagonismo en Vallecas.

Según cuentan los Bukaneros en su página web, el arribo de los hermanos gaditanos fue fundamental para sacar del estadio a las Brigadas Franjirrojas, un grupo comandado por integrantes de los Ultras Sur, simpatizantes de Real Madrid de extrema derecha. En pocos años, el joven colectivo antifascista se convirtió en la referencia más importante de la afición de Rayo Vallecano y así se mantiene hasta hoy.

La hermandad se puede ver cada vez que Cádiz viaja a Madrid o que Rayo juega en las cercanías del hogar de las Brigadas amarillas. Pero también se apoyan ante cada hecho que consideren injusto. En 2013, los Bukaneros acompañaron a Cádiz con una bandera gigante y por eso recibieron una multa de 6000 euros. Entonces, las Brigadas sacaron una carta pública: “no sólo no es violento, ni racista, ni xenófobo sino que además sirve como la máxima expresión de la amistad y la fiesta del fútbol, algo que se presupone como la meta a alcanzar por la Comisión Estatal contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte”.

Algo similar sucedió este año, cuando la seguridad del estadio de Cádiz no le permitió a la hinchada exhibir un trapo gigante que los acompañó durante más de tres décadas. Los Bukaneros también expresaron su repudio en esa ocasión.

Parece un simple intento de dos grupos de hinchas por pasarla mejor en medio de las penurias del ascenso, pero es mucho más que eso. Es el afán por expresar ideas contrarias a las de quienes quieren manejar el fútbol internacional. Sólo por eso merecen una mención en estas páginas y en muchas otras.