No tenemos el dato riguroso, el número preciso. Desconocemos la cantidad exacta de dirigentes de clubes que ocuparon una banca en la asamblea de la Deustcher Fussball Bund del 28 de julio de 1962, en Frankfurt. Ignoramos si resultaron pares o impares. Lo que sí sabemos es que ese día estuvieron reunidos para tomar una decisión, que hubo una votación y que el escrutinio no arrojó un empate. De eso estamos seguros. Lo que votaron -y aprobaron- aquellos dirigentes, fue la creación de la Bundesliga. Se cumplieron, en estos días, 54 años.
Hasta ese momento los alemanes vivían una circunstancia muy particular con su fútbol. Eran potencia a nivel de selecciones (campeones mundiales en Suiza 1954, semifinalistas en Francia 1958) pero en competencias europeas sus clubes nunca lograban buenos resultados. La mejor marca la ostentaba el Eintracht Frankfurt, que había llegado a la final de la Copa de Campeones de 1960 para caer sin atenuantes -7 a 3- ante el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano.
En aquella reunión de dirigentes se concluyó, con acierto, que la inferioridad del rendimiento de los cuadros alemanes frente al resto de los clubes europeos podría estar relacionada con el formato de competencia y la organización de los torneos locales. En Alemania no se jugaba un campeonato nacional unificado -el clásico torneo de liga de todos contra todos- como los que desde hacía años se disputaban en el resto del continente. Durante la mayor parte de la temporada los equipos competían sólo en sus respectivas regiones geográficas en torneos denominados Oberligas (nombre que lleva actualmente la quinta categoría de la Federación Alemana) y recién al final del año los campeones regionales se enfrentaban entre ellos y por sistema de eliminatorias, definían al Campeón de Alemania.
Se propuso entonces, con el objetivo de mejorar la performance deportiva y la economía de los equipos, estructurar un campeonato que les exigiera mayor competitividad durante todo el año. Así nació la Bundesliga.
Para integrar la Primera División se eligieron 16 equipos de acuerdo a sus méritos históricos. En ese momento el Bayern Munich –que no era el equipo más ganador de la ciudad- y el Borussia Mönchengladbach quedaron afuera del círculo privilegiado y pasaron a integrar la Segunda División, aunque rápidamente ascendieron. Los equipos que en teoría se presumían más poderosos eran Borussia Dortmund, FC Schalke 04 y Nürnberg, sin embargo las primeras siete ediciones de la flamante Bundesliga fueron ganadas por siete equipos distintos: Köln (63/64); Werder Bremen (64/65); München 1860 (65/66); Eintracht Braunschweig (66/67); Nürnberg (67/68); Bayern Munich (68/69) y Borussia Mönchengladbach (69/70).
La iniciativa de refundar integralmente el fútbol alemán tuvo éxito. La competitividad del torneo quedó de manifiesto. Los clubes no tardaron en empezar a tallar fuerte en Europa, a producir cada vez más y mejores jugadores. Y además, a nivel de selecciones el crecimiento fue exponencial. Así se fue gestando la maquinaria que justificó esa sensación de superioridad que Gary Lineker plasmó en su famosa frase, “el fútbol es un juego simple: 22 hombres corren detrás de una pelota durante 90 minutos y al final siempre ganan los alemanes”.
Nuestro panorama es bastante diferente. Este año se va a cumplir medio siglo del último campeonato “normal” -de 20 equipos, todos contra todos, en dos ruedas, de marzo a diciembre, como corresponde- que se jugó en la Argentina. Fue en 1966 y lo ganó Racing.
Después de 50 años de Nacionales y de Metropolitanos, de campeonatos largos que empezaban a mitad de año, de Aperturas y de Clausuras, del engendro de 30 equipos, de Liguillas pre-Libertadores, promedios para el descenso y otras estrafalarias invenciones, los afiebrados dirigentes del fútbol argentino, todos tan exitosos en sus emprendimientos personales –conductores de televisión, secretarios generales de centrales obreras, empresarios de la industria del cosmético o del seguro, y en general millonarios- lograron devastar a sus clubes y a la AFA hasta convertirlos en tierra arrasada.
Pero aseguran que la mágica solución llegará con la Superliga.