Hace ya un tiempo, precisamente en enero pasado, Jorge Sampaoli dio la mejor definición que escuchamos acerca de Lionel Messi. “Comparar a Messi con el resto es como comparar a un gran policía con Batman”, arrojó el entonces entrenador del Sevilla en una entrevista con su otrora colega y compatriota Jorge Valdano.
Lamentablemente, no hubo repregunta acerca del particular (pueden ver la entrevista completa acá), y la siguiente respuesta de Sampaoli fue sobre la comparación entre Messi y Maradona, de la que salió con un pase de baile de ocasión. Pero su idea quedó por allí, flotando, e incluso le pidieron que la reafirmara en alguna conferencia de prensa post amistoso, ya con la Selección.
Sinceramente, habíamos olvidado la frase. Se nos había pasado en el océano de declaraciones sosas de miles de protagonistas. Pero nos parece genuinamente genial. Es una idea exquisita que demuestra un refinamiento preciso de los significados y exige imaginación. Y si la recordamos recién ahora es porque calza perfectamente con lo que hizo Messi en las Eliminatorias, particularmente en el partido contra Ecuador.
De hecho, el recuerdo de la cita lo trajo el compañero Fabián Mauri, y TODOS en la mesa de Un Caño pensamos que se refería a una declaración reciente, posterior al duelo definitorio que metió a la Selección en Rusia. Que sea previa a ese partido -e incluso a su relación directa con el 10 argentino- parece engrandecer el pronóstico, agudo hasta el detalle.
Así que Messi es Batman, y el paralelismo es bueno por una serie de razones. En primer lugar, porque Batman es un superhéroe, pero un superhéroe inusual, extraordinariamente humano, sin superpoderes. Se transforma al ponerse su traje, o la camiseta del Barça (y más recientemente, la de Argentina). Es distinto a todos, pero podría tranquilamente ser uno más, porque es un fuera de serie solamente por lo que hace. No tiene superfuerza pero suele ganar sus peleas. No puede volar pero anda por el aire. No tiene supervelocidad ni se teletransporta, pero siempre llega antes y a tiempo. Es decir: sólo hace muy pero muy bien aquello que los otros apenas sueñan con hacer. Y aunque puede parecer que lo hace naturalmente, tiene atrás esfuerzo, dedicación, talento y trabajo.
Además Batman, como Messi, es un millonario que generó su fortaleza a partir de la adversidad. Tiene una identidad de la que se sabe muy poco (acá de manera invertida, Lionel es un misterio cuando no se pone su traje de combate) y es un héroe solitario. Preciso hasta el detalle: Messi es Batman. Y, al menos en la Selección, le falta un Robin que lo acompañe.
El problema, justamente, es que por más esfuerzo que hagan los policías (hasta los buenos polícias, los grandes policías), llegado el momento de crisis hay que poner la batiseñal y esperar sentados a que aparezca el salvador. Eso puede estar muy bien en los cómics, pero en el fútbol es una buena receta para el desastre, aunque haya funcionado en esta última ocasión. Argentina no le puede ganar al Guasón salvo que aparezca Batman. Alemania se ríe.
A fines de 2012, los muchachos de Un Caño ideamos una tapa que cobra cada vez más actualidad. Parece mentira, a veces el fútbol -tan cambiante, tan mutable, tan impredecible- nos regala una foto idéntica a otra anterior. De la mano del talentoso Sebastián Domenech, habíamos dibujado a Messi como Batman. Con sus sátiras de Robin intentando secundarlo. En aquel momento eran Di María, Agüero e Higuaín. Podría trocarse a los nueves por Dybala, Benedetto o Icardi y sería más o menos lo mismo: pese a todas las vueltas que dimos, a los presidentes que se fueron a los DTs que llegaron, Argentina sigue siendo Messi y su valet (¿o su ballet?).
El cambio más grande es que Sampaoli no se parece a Alfred, sino a Muscari.
Tienen que admitir que acertamos bastante. En esta nos toca sacar pecho, sin humildad: cinco años después, el tiempo nos dio la razón.