Nacional, Peñarol y carnaval. La cultura popular uruguaya se puede resumir en estos tres conceptos. No existe charrúa que no vibre por alguna de estas pasiones nacionales. El fútbol ha convivido con las murgas desde siempre y ambas expresiones han aprendido a retroalimentarse. En la última edición del concurso oficial del carnaval de Montevideo, fue galardonada la murga que desde hace algunos años ha logrado reunir a los dos clubes más grandes del país bajo su bandera.
Don Timoteo se quedó con el premio mayor y en los festejos estuvieron Álvaro Recoba, ídolo histórico de Nacional, y Antonio Pacheco, amado por todo Peñarol. Ambos ex futbolistas son directores responsables de la agrupación. Es decir que son quienes, desde lo económico y administrativo, hacen posible que la murga salga al carnaval. Bajo su gestión, jamás bajaron del quinto puesto y se coronaron ganadores en dos ocasiones: 2014 y 2017.
El concurso del carnaval montevideano existe desde hace 112 años. La primera edición fue en 1905 (cinco años después del primer campeonato de fútbol oficial), aunque solo hubo competencia en la categoría Negros y lubolos (candombe de escenarios). Las murgas aparecieron en 1906, cuando “La Gaditana que se va” fue pionera. Cuatro años más tarde se consagró como la primera ganadora del concurso oficial. En 1912 fue formada Curtidores de hongos, que hoy continúa compitiendo y es considerada como la murga decana.
Cada año, decenas de miles de uruguayos colman la gran cantidad de tablados que existen en Montevideo. De hecho, los espectadores del carnaval superan en solo un mes a los que reúne el fútbol en todo un año. En esos días de febrero, lo que sucede en los tablados de la ciudad es tema obligatorio de charla entre amigos y familiarios. Son días en los que los nombres de los futbolistas manyas y bolsos se funden con los de los murguistas y el pueblo distribuye su atención.
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“La murga es la plata mejor invertida. Te lleva esos meses a disfrutar como nada. Después de que dejás el fútbol te da emociones divinas”, afirmó Recoba en una entrevista con el diario El País. El Chino se retiró a principios de 2016 y desde varios años antes comenzó su trabajo en Don Timoteo. Fue en 2013 cuando se reunió con su suegro, el ex futbolista Rafael Perrone, y con su amigo Tony Pacheco y se hicieron cargo de la murga Asaltantes con patente. Después de ganar el concurso de aquel año, casi todos los integrantes pasaron a Don Timoteo.
Para este año, Recoba y Pacheco contrataron a la dupla Pitufo Lombardo-Marcel Keoroglian, fundadores de la murga Contrafarsa y una de las sociedades “director-cupletero” más célebres e innovadoras del país. Algo así como los Bochini-Bertoni del carnaval.
“En el fútbol tenés que salir campeón sí o sí, sino es un fracaso. En el caso de la murga es obvio que competís para ganar pero no es lo único. El año pasado la murga terminó quinta, pero yo quedé feliz porque para mí era la mejor. Vos en el fútbol ganás más partidos que los demás y sos campeón porque nadie te vota. En la murga es diferente, es la percepción de un jurado que tiene su visión y lo que para vos está espectacular y es lo mejor, para alguno capaz que es lo peor”. Recoba habla con la misma pasión de la murga que del fútbol y hasta se anima a opinar acerca de cuestiones artísticas.
En 2013, Luis Ara y Federico Lemos estrenaron el documental Futbolistas con patente, en el que contaron la historia de esta relación entre fútbol y murga. “Era algo muy lindo para contar, con dos ídolos actuales, referentes, rivales dentro de la cancha pero muy amigos afuera al punto que se ponían a hacer un proyecto de este tipo, justo con algo que es muy popular y arraigado con el pueblo uruguayo”.
Para explicar mejor lo que significa la murga para Recoba, hay una anécdota que se cuenta en los tablados. Cuando todavía jugaba en Nacional, algunos de sus murguistas más importantes se fueron a participar de un recital con Jaime Roos, por lo que se perderían una actuación con Don Timoteo. Entonces, el Chino pidió permiso para dejar la concentración y manejó hasta Maldonado para ir a buscar a los artistas y que la murga no perdiera frescura.