El siguiente diálogo se da en un auto, entre John Travolta y Samuel L. Jackson, en la película Pulp Fiction (Tiempos violentos) de Quentin Tarantino.
-¿Sabés qué es lo más gracioso de Europa?
-¿Qué?
-Son las pequeñas diferencias. Quiero decir, tienen las mismas mierdas allá que acá, pero es un poquito diferente.
-Ejemplo.
-Bueno, podrías entrar a un cine en Amsterdam y comprar una cerveza. Y no digo un vasito de papel, te digo un vaso de cerveza. En París, podés comprar una cerveza en el McDonalds. ¿Y sabés cómo le dicen al cuarto de libra con queso en Francia?
-¿Qué, no le dicen cuarto de libra con queso?
-No, tienen el sistema métrico, no tienen ni puta idea de lo que es un cuarto de libra. Le dicen Royale con queso.
-Royale con queso… ¿Y cómo le dicen al Big Mac?
-Un Big Mac es un Big Mac, pero le dicen Le Big Mac.
-Le Big Mac, jajaja. ¿Y cómo le dicen al whooper?
-No sé, nunca fui a Burger King
Increíblemente, un par de décadas después de aquel cotidiano intercambio entre mafiosos, el fútbol nos regaló un Big Mac en Francia. Se trata, lógicamente, de André Pierre Gignac, el delantero que hoy enfrentará a River con el Tigres de México, y que por su sobrepeso fue apodado con nombre de hamburguesa por la hinchada del Olympique de Marsella.
Sencillamente: estaba gordo. Había subido mucho de peso después de arribar al club. De hecho, la tribuna entonó el hit “Un Big Mac pour Gignac, un Big Mac pour Gignac” como canción dedicada al nueve durante dos temporadas, desde 2012 hasta 2014.
No ayudaba demasiado que el muchacho se prestara para probar una nueva versión de la hamburguesa doble queso con panceta, con el objetivo de escribir una crítica gastronómica para un portal de deportes francés. Tampoco aportaba a su causa que en una entrevista con la revista So Foot, asegurara que hacía reuniones con comida para cien personas, aunque sólo asistieran treinta.
Eso sí, nunca fue a Burger King.
Durante su período de bajo nivel y alto gramaje, la falta de gol lo marcaba casi tanto como alguna actitud estúpida: un día el atacante se quejó con empleados de EA Sports por la baja valoración que había recibido en el videojuego FIFA.
El que cambió la ecuación fue Marcelo Bielsa. Cuando asumió como DT del club francés, le dijo a su dirigido: “Yo te conozco de memoria, sé todo acerca de tu carrera. Vas a perder dos kilos y marcar 25 goles en la temporada”. Bajó seis, metió 21 tantos y resultó el segundo goleador de la liga francesa. La historia está muy bien contada en esta nota el diario La Nación.
Además de empezar a cuidarse un poco con la comida (“Cuatro o cinco años atrás, cuando el equipo llegaba al aeropuerto iba a comerme un kebab o a pedir algo en McDonald’s. Ahora aprendí a ser más cuidadoso”, confesó), Gignac dejó bastante claro por qué redujo de manera semejante su peso cuando le preguntaron la diferencia entre Bielsa y el anterior DT: “Ahora trabajamos, antes no”.
Después de semejante demostración, y tras declarar que estaba en el mejor estado atlético de su vida, unos 12 millones de dólares lo convencieron para jugar en el conjunto mexicano, en lo que resultó la transferencia más cara de la historia del fútbol de ese país. Con 4 millones de euros por temporada, es largamente el jugador mejor pago en todo México.
Claro que, tomando en cuenta el pasado no tan reciente del goleador, lo dejaron ir a precio de combo mediano. Tras el Mundial 2010, del que fue parte, Marsella desembolsó 16 millones por él. Sus antecedentes eran una tentación: había anotado 24 goles en 38 partidos, en la que resultó la mejor temporada de su carrera, en Toulouse.
“Entonces, lo querían todos. Se mencionó a la Juventus como destino. También lo pretendía el Lyon, dominador del fútbol francés en ese momento. El presidente del club, Olivier Sadran, dijo que valía más de 120 millones de euros. Así cotizado llegó al seleccionado francés, hizo tres goles en las Eliminatorias para el Mundial de 2010. Y fue incluido en la lista para Sudáfrica. Participó del rotundo fracaso de los galos (que llegaban subcampeones y fueron últimos del Grupo A). Fue un golpe también para Gignac”, escribe Waldemar Iglesias en esta linda nota de Clarín.
Allí también relata que, hijo de gitanos, André Pierre tuvo una infancia nómade en la que ayudó a su familia vendiendo ropa en ferias y cazando ciervos y conejos para comer.
Lo que realmente cuesta entender, más allá de su espíritu aventurero, es por qué el delantero se embarcaría a una liga tan lejana en un continente ajeno. ¿La respuesta más obvia? Por plata. La que él arroja es bastante distinta: “Vengo a México porque hay fervor, hay pasión, hay un estadio lleno, hay un gran equipo y hay un gran proyecto deportivo”, explicó el delantero, segundo internacional francés en jugar en el país norteamericano tras Amara Simba, el nacido en Senegal que pasó un par de años tardíos de su carrera en el León (y éste vino a Tigres, se ve que tienen algo con los felinos).
En las semifinales contra el Inter, Gignac demostró que se parece mucho a un jugador que puede hacer realmente diferencias en Europa. Tiene calidad, buen toque, es inteligente de frente al arco y cuenta con temple para la definición.
Además, habiendo vivido su propia historia de amor con Cavenaghi… no le van a hablar mal a River de gordos que hacen goles, ¿no?