Aquella tarde la catapultó a la fama. Se jugaba la final de Roland Garros junior de mujeres de 2008 y la platea masculina (principalmente), en vez de seguir el hipnótico ir y venir de la pelotita, sólo se quedaba con ella. Perdón, con ellas. Simona Halep, más conocida como la tenista más tetona del mundo, se presentaba formalmente con apenas 17 años.
A simple vista parecía perfecta: además de su notable tamaño pectoral, también era talentosa. Él, pongámosle “un amigo”, la conoció días más tarde, después de recibir una foto de ella en plena devolución. Y se enamoró. Perdidamente.
No sabía su nombre, ni su procedencia, ni su puesto en el ranking. Pero nunca en su vida había visto una tenista tan pulposa. La googleó. Se sintió perverso, pero sólo por un instante: Halep era rumana, menor de edad (apenas 17 primaveras), había comenzado a jugar con apenas cuatro años y acababa de conquistar, en Roland Garros, su triunfo más importante como deportista. Antes, sólo la consideraban como un aceptable proyecto.
Buscó noticias de ella durante días, la disfrutó en YouTube, bajó sus fotos, hasta que una tarde leyó lo que no quería leer. Decía Simona: “Tengo decidido reducirme los pechos. Es un peso que dificulta mi habilidad para reaccionar con rapidez. Este otoño lo haré, realmente me hacen sentir incómoda al jugar”.
Entre la pena y la indignación, él, “un amigo”, decidió ponerse en campaña para impedir, de alguna manera, que se cometiera el sacrilegio. Así fue que comprendió que no era el único afectado por la noticia.
En Facebook, por ejemplo, ya se habían creado más de 60 grupos (de todo el mundo) en contra de la reducción: “Salvemos los pechos de Simona Halep”, “Simona no arruines tu futuro”, “Simona, please, don’t reduce your tits”, “Mi oppongo alla riduzione del seno dii Simona Halep”.
Él se quedó con el primero, identificado con la ideología de su creador, quien, entre otras frases, destacaba: “Detengamos esta atrocidad. (…) Simona, en estos momentos, un equipo de científicos trabaja las 24 horas para desarrollar tecnología que te permita jugar con otro cuerpo. Mientras, lo que debería ser patrimonio de la humanidad, es debidamente preservado. Si todo esto llegara a fallar, ya hay un sinfín de voluntarios dispuestos a morir y ser despellejados para crear con su piel una faja que te sostenga mientras jugás. Ah, el tenis me chupa un huevo. Esto es por las tetas”. Nada fue suficiente.
A pesar de la mediatización extrema del caso, Halep mantuvo la idea de priorizar su carrera deportiva e ingresó al quirófano los primeros días de julio de 2009. Ese año quedó 281 en el ránking y de ahí en más su evolución fue constante desde su regreso al circuito: fue 81° en 2010; 53° en 2011; 47° en 2012; 11° en 2013 y ahora está 3° en 2014. Es más que evidente que el cambio en su cuerpo le permitió evolucionar en el ránking. Igual, su juego ya dejó de interesarnos.
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*Esta nota fue publicada originalmente en el número 17 de Un Caño, de septiembre de 2009. Fue editada para actualizarla y publicarla en la Web.