Nos enteremos de esta historia mirando la tele. En el cable enganchamos un documental realizado por canal 2 de la TV holandesa que contaba casos de grupos de fanáticos ingleses que, de un modo otro, eran dueños de sus clubes, como FC United o Portsmouth. Y nos llamó la atención la historia del Coventry City FC y la lucha de sus hinchas para poder ver a su equipo jugando en su ciudad.
En diciembre de 2012, culpa de una disputa económica entre los dueños del club, el fondo financiero SISU, y los propietarios del estadio de Coventry, el municipio y la fundación de un millonario inmobiliario local, los hinchas de Coventry City se quedaron sin cancha. Durante una temporada y un poco más tuvieron que acostumbrase a viajar 56 kilómetros si es que querían ver de local a su equipo.
Los dueños del estadio reclamaban 1.3 millones de libras de alquiler. La gente de SISU, que compró el club barato cuando estaba en Segunda con la ilusión de llegar al gran negocio de la Premier (unos 120 millones de libras de la TV por temporada), ya con el equipo en Tercera decidió dejar de pagar para forzar una renegociación. El acuerdo vigente decía que debían abonar 1.2 millones de libras por año, que recibirían cero libras por la recaudación de los partidos y apenas un porcentaje de los ingresos por estacionamiento y venta de comidas y bebidas.
El conflicto escaló lo suficiente para que la federación intervenga quitando diez puntos a Coventry City ante el reclamo por los alquileres impagos. Los dueños del equipo doblaron la apuesta. Para forzar a los acreedores a negociar acordaron usar el estadio de un equipo de Cuarta, el Northampton Town. Mientras, prometían construir una cancha propia en la ciudad.
Los sufridos hinchas de Coventry City, un histórico de Primera que jugó 34 temporadas seguidas hasta el descenso de 2001 -su único éxito es la recordada FA Cup de 1987 con triunfo en Wembley ante Tottenham-, no podían creer lo que les estaba pasando. “Tenés que seguir a un equipo de fútbol y que sea parte de tu vida durante tanto tiempo para entender como no sentimos. Nos sentimos tristes, enojados, amargados”, dice uno de ellos en el documental. Otro agrega: “Yo pensaba que era mi equipo, pero quedó comprobado que no. Es el equipo de estos tipos sin rostro que no les importa el juego, ni los hinchas, ni nada. Son monstruos”.
Perder el estadio fue el último gran disgusto que les dieron unos gordos de traje que habían llegado al club en 2007 como salvadores, cuando Coventry City estaba al borde de la quiebra. Pronto se hizo evidente que lo buscaba la gente de SISU solo era factura mucho y rápido. “El negoció está detrás de nuestro dinero. Deberíamos usar nuestro dinero para cuidar a nuestros equipos”, explica Andy Walsh, directivo del FC United y uno de los impulsores del modelo de clubes gestionados por sus hinchas.
En agosto de 2011, los fanáticos del Coventry City escucharon el consejo y, cansados de los continuos recortes presupuestarios en el club, comenzaron a organizarse para reclamar la salida de SISU. Sentían de cerca ese nefasto cambio cultural que se vive en el fútbol inglés. El periodista David Conn, de The Guardian, lo explica así en el film: “No es que antes los clubes no fueran empresas privadas, pero sus dueños y accionistas no estaban ahí para hacer dinero. No había mucho dinero para hacer. Eso cambió en los 90, con la televisión, la creación de la Premier League y la compra de clubes por multimillonarios de todo el mundo”.
Cuando perdieron su cancha, los fanáticos de Coventry City agrupados en el fideicomiso Sky Blue no abandonaron al equipo. Viajaron los 56 kilómetros que separan ambas ciudades cada vez. Pero, a modo de protesta, en vez de pagar la entrada para entrar en un pequeño estadio ajeno, comenzaron a reunirse en una colina que está junto a esa cancha. Desde ahí, veían el partido y alentaban con megáfonos. “Después de un año en la colina dije esto no lo hago más. Hubo partidos que hacía mucho frío, que estaba húmedo. Pero cuando empezó la temporada y jugábamos de nuevo allá dije: ‘Bueno, vamos a la colina’. Se trata de tener a la gente hablando del tema. No vamos a aceptar jugar ahí”, cuenta Pete en la película, uno de los cuarentones con panza que no se resignó a que su equipo jugara lejos de su barrio.
El film muestra una de esas protestas, la más famosa, el día en que enfrentaron a Cardiff City por Copa. Vemos a Pete, y a muchos como él, con pancartas y una gran bandera que implora “Arreglen el fútbol”. Cantan y gritan contra el negocio que se está comiendo su identidad. Una gaita suena de fondo. En silencio, cada hincha muestra un cartel que dice “Let down” (“Defraudados”). A lo lejos, dentro del estadio, los seguidores de Cardiff, cuyo dueño entonces era un magnate malayo que había cambiado el color del club de azul a rojo, levantan panfletos con la misma consigna.
Los hinchas de Coventry City protestaron hasta que les dieron la razón. “Queremos ir a casa, Queremos ir a casa. De vuelta al Ricoh, queremos ir a casa”, era su himno. Paradójicamente, o quizás no tanto, se refieren al estadio por el nombre de su patrocinador, una compañía que produce fotocopiadoras. El Ricoh Arena es un moderno escenario, construido en 2005, con un shopping, un hotel, un casino y un supermercado. En 2012 recibió al fútbol olímpico y este año se jugará ahí el Mundial de Rugby. Es un monumento al capital, quizás el mismo capital que los metió en este lío, pero es su monumento y está en su ciudad.
En agosto de 2014, poco después de una masiva manifestación en el centro de Coventry, finalmente el conflicto comenzó a solucionarse. SISU vendió sus acciones a Otium Entertainment Group, una compañía que prometió saldar las deudas del club y el estadio pasó a manos de Wasps, el equipo de rugby local. Coventry City renegoció su contrato de alquiler y pudo volver a jugar en el Ricoh Arena. Volvieron el 5 de septiembre, contra Gillingham. Ganaron 1-0. El documental también recuerda ese día de fiesta.
El municipio, la federación y las empresas involucradas reconocieron que la presión de los hinchas fue clave para resolver el conflicto. “Estoy orgulloso de ser de Coventry, no del equipo de fútbol, de ser un tipo de Coventry. Somos hinchas normales que nos plantamos con fuerza” dice Steve, otro de los miembros de Sky Blue. Las protestas, las cartas y los mails a políticos, medios y directivos, el frió en la colina, agrega, valieron el esfuerzo.
Pero este no es el final. “Ganamos la batalla, pero la guerra todavía no termina”, dice otro hincha. Los fanáticos de Coventry City pelean ahora para ser dueños de su club. El fideicomiso Sky Blue ya logró comprar algunas acciones y ubicar a uno de ellos en la mesa directiva. ¿Usted es socio de un club? ¿No, pero podría serlo? ¿No le gusta cómo van la cosas y se queja mucho? Mueva el culo. Organícese. Piense en los hinchas del Coventry, en la otra punta del mundo, peleando por los derechos que usted desprecia. Esperemos que consigan pronto lo que buscan, ser dueños de su pasión.