El torso, desnudo. La mano izquierda sobra la nuca, junto a la oreja. El brazo, en forma de v, al lado de la cabeza. Es un medio gesto de playa, ante el sol. Podríamos estar en la arena de Leblón, pero estamos unas 20 cuadras tierra adentro. En el vestuario del viejo estadio de Flamengo en Gávea. Un periodista se acerca y Jorge José Emiliano dos Santos, árbitro, 34 años, dice: “Es muy difícil, en un país prejuicioso como el nuestro, asumir ciertas posiciones y conseguir vencer. Creo que con este arbitraje le di una respuesta a los que decían que un puto no puede dirigir”.
El 24 de febrero de 1988, en Río de Janeiro, se jugó un partido muy atractivo por torneo carioca. El Flamengo de Tele Santana, con Zico, Renato Gaucho y Bebeto, recibió a Volta Redonda. Fla comenzó perdiendo pero se recupero para ganar 3-1, con tantos de un joven Bebeto, de Leandro y de Henrique. Pero la estrella de esa tarde de verano fue Margarita, así su apodo, el árbitro.
“Margarita estaba lejos de ser un novato. En 20 años de carrera ya había pasado por buenas y malas”, recuerda el documental televisivo que cierre esta nota. Sin embargo, ese era su primer partido como árbitro en el fútbol profesional brasileño. Su experiencia en el fútbol de playa, donde se ganó por su gestualidad ese mote florar, y en partidos entre mujeres, una vez se agarró a trompadas contra todo un plantel de chicas y sus dirigentes, no habían alcanzado hasta entonces para romper el prejuicio.
“La victoria de Flamengo tuvo un arbitraje impecable”, dice el informe y destaca su pulso ante jugadores tan renombrados. El pitazo final lo hizo en un córner, junto a Renato Gaucho que estaba listo para patear. El ahora DT le dio la pelota y la mano en señal de reconocimiento. Cuando llegó al centro del campo, para salir rumbo a los vestuarios, Margarita no pudo contener la emoción. Rodeado por periodistas e hinchas, que habían saltado al campo de juego, recordó a su madre y, entrecortado por las lágrimas, dijo: “Estuve luchando mucho para llegar al día de hoy”.
“Considerado un árbitro de buen nivel técnico. Jorge Emiliano comenzó arbitrando partidos de fútbol en la arena en las playas de Río de Janeiro”, cuenta otro informe de TV. “Por su manera de arbitrar, girando sus manos y sus pies, se transformó en una sensación. Tenía exacta noción del interés que despertaba en el público”, agrega. Esos gestos ampulosos, esos cara a cara con los futbolistas, los quiebres de muñeca, las contorsiones para cobrar faltas y sacar tarjetas fueron su marca registrada. Era lo que le gustaba hacer y lo que entretenía al público. Si nunca lo vieron, acá lo pueden ver en todo su esplendor, en 1991, durante un partido de exhibición en la playa.
Su estilo es tan recordado en Brasil que hace unos años le surgió un imitador. A este lo deben conocer. Clésio Moreira dos Santos replica la fórmula de Margarita, con variantes propias como apoyar la cola contra el banderín cuando señala un córner, desde sus inicios en el arbitraje en 1995. Primero, dice, fue un homenaje. Luego, un personaje que le dio popularidad. En 2002, presionado por la escuela de árbitros, que censuraba sus maneras, se alejó del fútbol. Clésio es un hetero que se gana la vida con su parodia gay. Ahora, dirige partidos benéficos y factura más que cuando era profesional, admite.
En su tiempo, Margarita fue un pionero en declararse homosexual en un ambiente tan homofóbico como el fútbol. Y pagó el costo. Ante el rechazo y los insultos constantes solía afirmar: “Prefiero ser recordado como un juez puto que como un juez deshonesto”. Pero Jorge Emiliano no era el único. “En aquella época había más gays que héteros entre los árbitros”, le contó Sérgio Cenedezi, un juez de línea paulista que dejó el arbitraje por la homofobia en 2003, a la revista Vice.
En 2012, se publicó en Brasil el libro “Parada Dura, Memorias de un Juez Gay del Fútbol Carioca”. Allí se cuenta la historia de Paulino Rodriguez da Silva, alias Mariposa. Junto a Walter Senra, alias Bianca, y Margarita fueron la trinidad gay del arbitraje carioca en los 80.
“Conocí primero a Margarita, que fue mi juez de línea en un partido. De ahí nació una gran amistad. Después conocí a Bianca y también nos hicimos muy amigos. Fue Margarita quien reveló nuestra homosexualidad en una entrevista con el Jornal dos Sports. En esa época, yo era juez laboral y quería procesarlo de cualquier manera”, recuerda Mariposa entre carcajadas. “Hacíamos todo juntos. Si dirigíamos el mismo día nos encontrábamos seguro. Cada uno llevaba a su novio y no faltaba la provocación: ‘¡Bandida, cuidado, con el mío no!’”.
Los tres sufrieron la homofobia futbolera de la época y, paulatinamente, debieron alejarse del arbitraje profesional. El que lideró esa cruzada de “purificación” anti-gay entre los árbitros fue, paradójicamente, Armando Marques un exárbitro que durante toda su carrera fue apuntado como homosexual. Fue presidente de la Comisión de Arbitraje de Brasil hasta 2005. Murió en 2014, soltero, sin hijos y sin manifestar su orientación sexual.
Margarita murió en 1995, Bianca en 2002. Jorge Emiliano tenía apenas 40 años. Debilitado por el sida, una insuficiencia respiratoria terminó con su vida el 21 de enero. Dos días más tarde, su obituario en el diario Folha de San Pablo decía: “El árbitro de fútbol Jorge José Emiliano dos Santos, ‘Margarita’, fue enterrado ayer en el cementerio de San Juan Bautista, en Río de Janeiro. Estaba vestido con la camiseta negra de la CBF y tenía el cuerpo cubierto de flores”.