bochini joven 350No hice doscientos goles, según las estadísticas fueron 108 oficiales, pero tuve la suerte de que muchos fueran lindos o muy importantes, claves para ganar títulos. De chico, en Zárate, yo jugaba de 9 tirado atrás, no era un goleador pero entraba mucho al área, la metía seguido. Y de 9 me probó Nito Veiga, pero al encontrarme en la Séptima con Ruiz Moreno, que era centrodelantero neto, ya pasé a jugar de 10, aunque igual disfruté mucho haciendo pases de gol.

Todo el mundo se acuerda del gol que le hice a Peñarol en 1976, porque gambeteé a siete u ocho. Yo lo valoro porque sirvió para ganar. Era un partido muy difícil, duro, de mucha marca y al final terminamos 1 a 0. Fue por las semifinales de la Libertadores. Lo que es un crimen es que no esté el video de ese gol. Gonzalo Bonadeo tiene una filmación, pero es un pedacito del final de la jugada. Hay que buscarlo en Uruguay, allá lo tienen porque lo dieron en los noticieros. Creo que Astegiano me dio la pelota justo en la mitad de la cancha, me salió uno y lo eludí, agarré velocidad y en un instante pensé: «Hasta el área no paro». Me salió otro, también lo esquivé, y luego la jugada me fue llevando, al final gambeteé a siete o a ocho, porque a uno lo eludí dos veces, creo que era el Pelado Acosta, el que después fue técnico de Chile. Por último, pasé entre dos que se me tiraron con todo pero no llegaron a tocar la pelota, y cuando el arquero Corbo me quiso tapar, se la toqué rápido, bajo y cruzado al segundo palo. Me corrí toda la cancha. Para hacer ese tipo de goles hay que estar muy bien físicamente y tener velocidad, yo de joven era rápido. Y aparte, llevar la pelota bien pegada al pie, porque apenas se sale de eludir a un rival ya está el otro encima. Creo que es el mejor gol de mi vida, la jugada que uno siempre sueña de chico. Bertoni dice que iba al lado, pero yo no pude ver si había pase… Qué iba a ver, ya iba embalado… Recuerdo que un muchacho de Peñarol declaró: «Estábamos haciendo un buen partido, hasta que salió ese gol…».

Ese gol impresionante se convirtió en la noche del 26 de mayo de 1976. Con el arbitraje del juez colombiano Guillermo Velásquez, los equipos alinearon así:
Independiente 1: Ramón Quiroga; Ricardo Bertolé, Villaverde, Trossero y Pavoni; Semenewicz, Galván y Bochini; Daniel Astegiano, Percy Rojas (86′ Saggioratto) y Bertoni. DT: Miguel Ignomiriello.
Peñarol 0: Walter Corbo; Mario Bombón González, Walter Olivera, Luis Garisto y Gustavo Faral; Mario Zoryes, Lorenzo Unanue y Nelson Acosta; Laddy Pizzani (83′ Nilo Acuña), Julio César Jiménez y Fernando Morena. DT: Juan Alberto Schiaffino.
Gol: 48′ Bochini.
En la nota de El Gráfico referida al partido, el periodista Enrique Romero describe el gol así: «No hay cambios en Independiente. Tres minutos. Bertolé desde la derecha entrega a Bochini, que busca la pared con Astegiano; el 9 devuelve al Bocha tirado en posición de volante derecho. Ahí va la pelota. Bochini gira y deja en el camino a Acosta. Sigue Bocha cruzando en diagonal la cancha de derecha a izquierda. Quedan en el camino Giménez, Pizzani, Zoryes y Olivera. Ya pisa el área grande, lo cruzan González y Garisto. Cambia de ritmo y de pierna. Dos defensores quedan en el suelo. Solo, frente a Corbo. Corbo y Bochini. El 10 resuelve. De cachetazo y de derecha al segundo palo del arquero, lo deja al uruguayo atajando el suelo y al estadio en el delirio».

Dos meses antes de ese gol, casi hice otro igual, gambeteando a todos los que me salieron. Fue también en 1976, en La Plata contra Estudiantes. Empatamos 2 a 2. Agarré la pelota en la posición de 3, a la altura de la mitad del campo. Pavoni me la dio, pasé a seis creo, al último defensor le hice un caño y cuando me salió el arquero se la piqué por arriba. Era gol seguro, pero se tiró Frassoldati y la sacó sobre la línea. Había sido una jugada bárbara.

Los dos goles contra River en la final del Nacional ’78 pertenecen al mejor partido que jugué en toda mi carrera, al menos lo recuerdo así, por las cosas que hice, por el rival, porque definía un título. El primero fue bueno, pero el segundo lo grité con el alma. Fue un gran toque de primera, de sobrepique, en una pelota que me bajó Barberón; anticipé a todos y la metí junto al palo. Fue tan rápido que el Pato Fillol quedó parado, sorprendido, no pudo reaccionar. Lo grité como pocas veces, porque el 2 a O nos aseguraba el campeonato.

con bertoni 350El gol que me sirvió de consagración fue el que le marqué a la Juventus, un rival dificilísimo. Eduardo Commisso inició la jugada desde el lateral derecho, entregándosela a Balbuena y este a Raimondo. Perico se la pasó a Bertoni, que arrancó desde la raya del mediocampo y cambiamos dos paredes seguidas. En la primera me saqué de encima un defensor que me vino a anticipar y en la segunda, Daniel me dejó mano a mano con Zoff, que salió a taparme abajo, pensando posiblemente en un remate fuerte, a quemar. Pero como lo vi venir, puse el pie derecho debajo de la pelota y se la toqué por arriba. No de emboquillada, tampoco de cuchara, simplemente por encima del cuerpo de él. Salió recta. No la empalé con el empeine ni tampoco fue un puntinazo, porque eso es con el canto de la suela, y fue con la puntera del botín. Menos mal, porque por eso se levantó, si no le hubiera pegado en el cuerpo. Hermoso gol, por la trascendencia y por la jugada. Ellos habían dominado y tuvieron varias situaciones de gol, por eso cuando me encontré en situación de gol puse todos los sentidos ahí, entendí que tal vez no se presentaría otra. Aunque un par de minutos después le creamos una más con Bertoni. Ese fue el gran empujón en mi carrera. A partir de ahí no dejé nunca más la titularidad. Ese gol lo habían perdido los canales y no estaba; por suerte Bertoni habló con un periodista italiano amigo de él que se lo consiguió y lo mandó y ahora se puede ver en Internet.

talleres 350Creo que el más emocionante de todos mis goles, por la hazaña que significó, fue el que le convertí a Talleres, estando nosotros con ocho hombres. Desató una locura. Si, como decía antes, salí corriendo a festejarlo con los muchachos y me topé con Pastoriza en el medio de la cancha. Es que eso no lo esperaba nadie. La curiosidad es que lo hice de zurda.

Esos tres, a Peñarol, a Juventus y a Talleres, para mí son los que están en el podio. Pero hubo otros muy lindos. Cuando recién empezaba hice uno de mis mejores goles. Fue en 1973, a River. Empatamos 2 a 2 en el Monumental. Técnicamente fue bárbaro. El Negro Galván tiró un centro desde la derecha, paré la pelota con el pecho y cuando caía le tiré un caño a Daulte, que me vino a marcar de frente, un caño cortito, para que la pelota no se adelantara mucho porque si no me anticipaba el arquero; Perico Pérez salió a taparme al primer palo, por cómo había quedado perfilado yo, se la toqué suave y con efecto al segundo. Todo adentro del área. Por ese gol me hicieron la primera nota en El Gráfico. Pero aparte esa tarde hice un muy buen partido.

Bochini convirtió uno de sus goles más notables por la brillantez de la maniobra el 27 de mayo de 1973 frente a River en Núñez por el Campeonato Metropolitano. Independiente presentó un equipo alternativo pues cuarenta y ocho horas más tarde los titulares debían enfrentar a Colo Colo, en Chile, por la segunda final de la Libertadores. Con el arbitraje de Miguel Comesaña, los equipos formaron así:
River Plate 2: José Perico Pérez; Enrique Wolff, Jorge Dominichi, René Daulte y Raúl Giustozzi (Jorge Ghiso); J. J. López (Osvaldo Pérez), Reinaldo Merlo, Norberto Alonso; Carlos Morete, Daniel Onega, Oscar Mas. DT: Delem.
Independiente 2: Carlos Gay; Líber Arispe, Carmelo Giuliano, Osvaldo Carrica, Daniel Osvaldo Cuiña; Víctor Palomba, Rubén Galván, Bochini; Bertoni, Maglioni (Rubén González), Saggioratto. DT: Humberto Maschio.
Goles: 39′ Maglioni, 53′ Onega, 68′ Alonso, 74′ Bochini.
En virtud de semejante gol, El Gráfico realizó la primera nota de muchas decenas a Bochini y fue firmada por el gran periodista Carlos Marcelo Thiery. En el pretítulo decía: «Ricardo Enrique Bochini, el nuevo Ernesto Grillo de Independiente». Y en el título: «Te agradezco, señor, mis gambetas». Bocha comenzaba la nota diciendo: «De este gol no me voy a poder olvidar nunca más». Esa conquista, seguramente, convenció a Maschio de llevarlo a Montevideo a jugar el tercer partido frente a Colo Colo por la final de la Libertadores.

Antes de ese gol a River hay otro que tengo en un cuadrito en mi memoria: el que le marqué a Racing en cancha de Boca el 19 de noviembre del ’72. Lo recuerdo especialmente porque era mi primer gol en el fútbol grande, lo había estado esperando desde que era chico. Y justo fue a Racing, a Fillol… Ese día la lluvia era tan torrencial que en un momento no se veía y el partido tuvo que ser suspendido. Se paró unos veinte minutos y después siguió. Antes de eso, mientras la pelota todavía podía rodar y se veía algo, hice una pared con Carlos Bulla, él me la descargó, entré al área y le pegué cruzado abajo. Bulla era buen jugador, sabía tocar. Poco tiempo después le hice tres goles a Racing en un clásico que le ganamos 4 a 1. Dos fueron rebotes que pesqué y le pegué de primera, con zurda, pero el otro fue lindo, me llegó una bola desde la derecha, le podía haber dado de primera, pero siempre hay riesgo de tirarla a cualquier parte cuando se le pega de una, así que la paré con zurda, hice una pausa y de derecha la crucé arriba, al palo derecho de Guibaudo.

La que menciona Bochini es la única vez que convirtió tres goles en un partido. Y fue a Racing, el 24 de marzo de 1974, en cancha de Independiente, con el arbitraje de Luis Pestarino. Así formaron:
Independiente 4: Santoro; Jorge Cabezal, Sá, Carrica (Hugo Abdala) y Pavoni; Semenewicz, Galván y Bochini (Saggioratto); Balbuena, Ruiz Moreno y Giribet. DT: Roberto Ferreiro.
Racing Club 1: Rubén Guibaudo, Juan Carlos García Sangenis, Jorge Paolino, Néstor Chirdo y Walter Trueba (Norberto D’Angelo); Carlos Squeo, Roberto Salvatierra y Ramón Mifflin; Ruben Bareño, Néstor Scotta y Ramón Noguera. DT: Juan José Pizzuti.
Goles: 10′ y 14′ Bochini, 38′ Mifflin, 40′ Galván y 46′ Bochini.

caminandoPor las semifinales del Campeonato Nacional de 1977 marqué otro gol muy recordado, frente a Estudiantes. Habíamos empatado en La Plata 1 a 1 y en Avellaneda terminamos con el mismo marcador los 90 minutos. Hubo que jugar alargue y en tiempo suplementario me tocó hacer un golazo. Le doy valor por la calidad del gol, porque ayudó para llegar a la final contra Talleres, pero también porque Estudiantes era un equipo combativo, con buena defensa, difícil de vencer. Otra vez comenzó con una pelota que recibí en mitad de cancha, gambeteé a Miguel Russo, a Brown y a otro más, a tres en total, y la metí cruzada hacia el palo derecho de Pezzano. Fue el gol del 3 a 1 definitivo.

Un gol que también fue a pura gambeta y muy importante se lo hice a Rosario Central en la Copa Libertadores de 1975. Central era un equipazo, por Kempes, Poy y la defensa, que era muy buena. Nosotros habíamos perdido 2 a O con Cruzeiro y 2 a O con el mismo Central en Rosario. De locales, teníamos que ganar y marcar por lo menos dos goles también. Faltaban 7 minutos para terminar y ganábamos solamente por un gol, que había sido en contra. Estaba lleno de barro. Tomé la pelota en media cancha, encaré con todo y pasé sucesivamente a González, Pascuttini, Daniel Killer y Mario Killer, uno atrás del otro, y cuando me salió a tapar Biasutto, el arquero, pateé y se le metió entre las piernas.

El casi increíble gol a Rosario Central lo marcó el 30 de mayo de 1975 y le valió una de las tantas tapas de El Gráfico. Justamente en la portada aparece Bochini con el uruguayo Jorge González y el epígrafe dice: «Bochini marcado por González, un golazo que hizo hablar al país». En el interior de la revista, el encabezado de la nota reza: «El gol que llenó de fútbol una semana sin fútbol», pues una huelga había paralizado la actividad. La firma quien fuera por muchos años director de la célebre revista, Héctor Vega Onesime. En una doble página aparece, en seis fotos, la secuencia del mágico gol, en la que se ven los cuatro defensores que dejó en el camino a toda velocidad y con gambetas imparables. Los cuatro, dos de ellos desde el suelo, miran el desenlace de la genial acción. Dice el pie de foto: «Otra obra de arte de Ricardo Bochini para la galería de goles históricos que lleva acumulada el delantero de Independiente en su corta y fecunda campaña. Un gol que sirvió para que los Rojos pudieran seguir soñando con su vieja amante: la Copa Libertadores… Atrás quedó el tendal de rivales caídos y burlados por su inspiración, su habilidad y su astucia… El último toque, sutil y punzante, ante la salida de Biasutto. El fútbol en su más sublime expresión de belleza y emoción».

Un gol inolvidable, por la maniobra y por el partido extraordinario que fue, es uno a River por el Torneo de Verano de Mar del Plata, en febrero de 1980. Fue la mejor copa de verano de todas, creo. Es la que conté que empatamos con la Selección de Hungría, le ganamos a Boca y a Racing y en la final a River 4 a 3. Ese fue un partido espectacular, como todos los que protagonizaban River e Independiente en esa época. En el gol gambeteé a dos hasta llegar al área, me salió Lonardi y le hice un túnel; cuando me salió a achicar Fillol se la clavé en un ángulo, de zurda.

Este gol, excepcional por cierto, fue el 29 de enero de 1980 en el Estadio Mundialista de Mar del Plata, totalmente colmado. Vale destacar que esos partidos no eran estrictamente amistosos, se jugaban el honor los cuadros grandes, alineaban a sus titulares y se dejaba todo. Independiente ganó en numerosas ocasiones el Torneo de Verano, pero nunca con el brillo de aquella vez. Todo el país habló de su actuación y de su extraordinario gol. El Gráfico le dedicó una nota titulada «Gritan, Bocha, señal que estás jugando», firmada por Carlos Ferreira, quien en el epígrafe de una gran foto de acción del Bocha escribió: «No hay manera de pararlo. Ya salió el “invento” de Bochini con forma de pelota Tango. Comelles, Lonardi y Barberón esperan el resultado. Es Bochini y su inagotable talento frente a River en Mar del Plata». Ferreira lo entrevistó luego en los bosques de Palermo y le preguntó:
–¿Sos más que Maradona, sos igual…?
–Estamos en un mismo nivel –responde Bochini.
–¿Sabés que podés ser su suplente?
—Sí, pero qué me importa. La Selección no es un equipo de club, es muy importante como para fijarse en eso. Yo lo que quiero es estar en el grupo, en el plantel. Para mí es un orgullo.

Hay dos goles a Estudiantes en la Libertadores del ’84, muy buenos los dos, contra el arco de la visera. Ganamos 4 a 1 esa noche. En el primero llegué al área como en posición de 8, vino corriendo con todo a marcarme Herrera, yo enganché hacia adentro, le hice un túnel, él siguió de largo y la pelota me quedó para la zurda, quedó perfecta, incluso medio levantadita, y le pegué con todo. Me salió un tiro rapidísimo; la pelota entró junto al palo derecho y rebotó en el parante de atrás. El segundo fue menos espectacular, pero tal vez más difícil de hacer, porque yo venía avanzando y lo vi un poquito adelantado al arquero, no mucho, y se la tiré de emboquillada y entró justito entre el travesaño y la mano de Benítez, que voló para sacarla. Era complicado ponerla ahí, por eso me gustó. No fueron tan decisivos esos goles porque ya íbamos ganando 2 a 1; sirvieron para asegurar el resultado y redondear una goleada a un rival que le queríamos ganar por todo lo que había pasado en los campeonatos anteriores.

Se jugó el 13 de abril de 1984 en el viejo estadio de la Doble Visera y dirigió Abel Gnecco. Los equipos:
Independiente 4: Goyén; Clausen, Monzón, Trossero y Enrique (36′ Zimmermann); Giusti, Marangoni, Bochini y Burruchaga; Enrique Sánchez (46′ Sergio Bufarini) y Barberón (79′ Gerardo Reinoso). DT: José Omar Pastoriza.
Estudiantes LP 1: Juan Carlos Benítez; Luis Malvárez, Hugo Issa, Rubén Agüero* y Abel Herrera; José Daniel Ponce, Miguel Ángel Russo, Marcelo Trobbiani y José María Vieta (67′ Adriano Custódio Mendes); Guillermo Trama y Sergio Gurrieri. DT: Eduardo Manera. *Expulsado a los 69′
.
Goles: 35′ Ponce (penal), Barberón (53′), Burruchaga (71′), Bochini (77′ y 85′).
Detalle: Juan Carlos Benítez atajó un penal a Trossero (83′).

Después están algunos goles a Boca. El de la final de la Liguilla de 1987, que ya conté, cuando me venía a marcar Hrabina. Importante porque la Liguilla se tomaba como un pequeño título y porque nos permitió entrar en la Libertadores de ese año.

saludo 350En 1988 y 1989 le hice otros dos que fueron claves. En la primera rueda del campeonato de 1988-89 nosotros arrancamos mal, veníamos de perder dos partidos seguidos, con Central y con Estudiantes, y se hablaba de echarlo a Solari. El siguiente rival era Boca. Le ganamos 2 a 1 en cancha de Independiente. Yo hice el primero y Rogelio Delgado, de cabeza, el segundo. En el mío, recibí una pelota cerca al borde del área grande, la paré con el pecho girándola hacia adentro para acomodarla a mi perfil y Fabián Carrizo, que venía corriendo a marcar, pasó de largo, me quedó picando y le pegué a media altura, bien esquinado, tanto que pegó en el palo y entró en el arco de Navarro Montoya. Ahí comenzamos la remontada y estuvimos una rueda entera sin perder.

En la revancha en La Bombonera otra vez metí un gol, que no fue lindo; entré a definir, rematé, le pegó a Navarro Montoya, me quedó a mí de nuevo y la metí como podía, medio con la suela. Pero el segundo fue tras una jugada hermosa, un golazo; me la tiró Alfaro Moreno hacia la derecha, yo venía como un 8, llegué a la línea de fondo, me salió con todo a marcarme Adrián Domenech, lo vi venir y enganché para adentro, siguió de largo y le metí el pase atrás a Insúa, que le pegó de primera. La pelota iba al arco, pero para asegurarla la metió Alfaro Moreno, que llegaba atropellando. Otra vez fue 2 a 1 para nosotros y con ese triunfo nos despegamos de Boca y prácticamente nos encaminamos al título.

Hubo otro gol a Racing muy recordado, en 1986, de emboquillada a Wirzt. Esquivé a un rival y miré al área a ver si había alguien libre para darle el pase; estaban todos tapados, la entretuve un par de segundos para ver qué hacía y aunque no tenía mucho tiempo ni espacio para sacar la pierna hacia atrás, le pegué justo arriba, bombeada, y entró cerca del ángulo. Con ese gol nos pusimos en ventaja 2 a 1, luego nos empató Racing y terminamos 2 a 2. Me acuerdo de que por ese gol me felicitó el árbitro del partido, Juan Carlos Loustau.

En 1984 Independiente le ganó a River 3 a 2 en cancha de Vélez y le hice dos buenos goles a Nery Pumpido. River hizo de local ahí en Liniers por tener su cancha suspendida. En uno pasé a dos o tres y cuando salió Pumpido la crucé a una punta. Era un River fuerte, con Francescoli, Alonso, Gallego, el Negro Enrique, Tapia, Olarticoechea, Gorosito, muchos nombres importantes. Dos años antes le había metido también dos goles lindos a Pumpido cuando él atajaba en Vélez. Le ganamos 3 a 1 en Liniers. En uno arranqué como 10, seguí derecho, creo que Nery esperaba que yo la pasara, pero le metí un balazo con todo, directo al lado de un palo. Hice dos goles y en el tercero le di un pase a Burruchaga y lo hizo él.

De pases-gol hay mil para mencionar, pero siempre me quedo con el que le hice a Barberón contra Olimpia, en el ’84, y el pase a Burruchaga en la final contra Grémio en Porto Alegre, con el cual anotó el único gol.