Es absolutamente increíbe y, por lo tanto, no les vamos a pedir que nos crean. Pero sencillamente es verdad. Resulta que el lunes pasado, como todos los lunes, nos juntamos con los compañeros de redacción en el bar The Oldest, en la esquina de Enrique Martínez y Elcano, en Colegiales. Resulta, también, que era el día anterior al cumpleaños número 70 de Hugo Gatti.

En medio de nuestra discusión acerca de las posibles notas que escribiríamos para homenajear a un arquero que nos hizo bastante felices, apareció sentado en la puerta del bar… Hugo Gatti.

Ni pre producción, ni contactos, ni llamado, ni convocatoria. Puro reflejo.

Bastante raro era todo, pero tratamos de aprovecharlo a nuestro favor. Fabián Mauri había traído consigo un ejemplar de la revista Mis 20 años con el fútbol x Hugo Gatti, que publicó Editorial Atlántida en enero de 1983. Nos veníamos riendo en grupo con una vieja opinión del Loco sobre Maradona. El extracto en particular era éste: 

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¿Qué pensaría Gatti acerca de sus propias palabras hoy, 31 años más tarde? Teníamos la suerte de estar a un par de metros, nada más. Lo suficiente como para preguntarle. Le entregamos la revista para que leyera lo mismo que a nosotros nos causaba gracia. Aquí está el resultado. Como musitó el texto un poco para sí mismo -además de hacer un par de acotaciones- el audio es bastante malo, así que le pusimos subtítulos. Pueden activar la opción de subtitulado de YouTube, abajo y a la derecha en la pantalla del video, para no perderse ningún detalle.

El que se ríe de fondo y nos hace reír a todos es Hamilton. El que le acerca la revista y le señala el párrafo soy yo. Ya que estábamos, me quedé para hacerle un par de preguntas y que me respondiera a lo Gatti. Fueron unos minutos cortos. No teníamos ganas de desaprovecharlo pero tampoco buscábamos acortarle su tiempo de café. Lo más destacado de su discurso, diría, es que acepte que uno de los mejores partidos de su vida lo jugó borracho. O que dé por hecho que en Gimnasia tuvo su mejor nivel. Después, el cassette a lo bruto, fiel a su historia. Pero para qué les voy a contar si lo pueden ver hablando.

Queríamos homenajear a un hombre que sencillamente nos regaló alguna alegría. Pero el mejor homenaje nos lo hizo él a nosotros, alegrándonos sencillamente. Apareciendo, no más. Gracias, Loco, por pasarte por el bar. Venite cuando quieras.