En los convulsionados días de la Argentina de mediados de los años sesenta, un joven de los suburbios de Buenos Aires, sólo encontraba sosiego en su habitación, desentrañando los misteriosos sonidos de un violín o jugando a la pelota en los potreros de su barrio, Quilmes.

Quería ser delantero, pero era bastante tronco y lo mandaban al arco. Él lo aceptaba resignado, con la certeza de que era el último espacio que podía ocupar antes de pasar al temido lado de afuera de la línea de cal.

Una tarde en la vieja cancha tablones de Guido y Sarmiento, vio jugar a Amadeo Carrizo y descubrió que ese puesto, tan ingrato, también podía ser sublime.

ricardo soule portada 750Por sus compañeros del secundario del Colegio Industrial se enteró que en Quilmes AC estaban probando jugadores y fue. No le hicieron muchos goles. Quedó. Jugó en inferiores desde novena hasta reserva y llegó a entrenar con la primera, dónde otro joven, Ubaldo Fillol, empezaba a destacarse. A esa altura ya cursaba la carrera de ingeniería en La Plata y estaba cada día más entusiasmado con la música.

El ambiente del fútbol, poco a poco lo fue desencantando. El rigor del entrenamiento, la preeminencia del resultado sobre el juego, la pasión desencajada de los fanáticos, no tenían nada que ver con su naturaleza lúdica y la idea romántica de vestir los colores del equipo del que se enamoró cuando era chico.

Además en esos días, conoció a un baterista sorprendente, Ruben Basoalto, también quilmeño. Y Basoalto le presentó a otro guitarrista que encima de bueno, tenía guitarra y amplificador, Juan Carlos Yodi Godoy. Y los tres fueron a Berazategui a buscar a un tal Willy Quiroga que tocaba el bajo. La sintonía fue inmediata. Formaron una banda, la llamaron Vox Dei.

Entonces, como todo concluye al fin, a sus diecisiete años Ricardo Soulé se quitó los guantes de arquero para siempre y se colgó la guitarra, se enamoró, sufrió un desengaño y compuso Presente (el momento en que estás). Más tarde la banda grabó CalienteLa Bliblia, Cuero Caliente y otros grandes discos imprescindibles de la historia del rock en la Argentina. 

No sabemos si el fútbol argentino se perdió un gran arquero, no se conocen registros fílmicos de las voladas de palo a palo de Ricardo Soulé, si es que las hubo. Pero por suerte tenemos su música.