Desde el mismo 2 de diciembre de 2010, aquel ya lejano día en el que se anunciaron las sedes de las Copas del Mundo de 2018 y 2022, la elección de Qatar despertó suspicacias y polémicas en todos los sentidos posibles. Desde sospechas de corrupción muy concretas hasta violaciones de los derechos humanos comprobadas. El pequeño país asiático transitó con turbulencias estos años y ni siquiera el éxito rotundo de Rusia 2018 sirvió para terminar con un presagio: que el Mundial 2022 no se llevará a cabo en oriente medio.

Aunque desde FIFA nadie jamás admitió que el cambio de sede es una posibilidad concreta, pocas veces un país elegido tuvo semejante debilidad. El último hecho que puso en jaque a Qatar sucedió días después de la final que Francia le ganó a Croacia. El mundo aún disfrutaba del impecable campeonato organizado por Rusia cuando una investigación del diario inglés The Sunday Times denunció sabotajes de los organizadores qataríes a los otros países candidatos a organizar el evento. Los documentos fueron aportados por un “arrepentido” que trabajó en el comité e indican desleales operaciones en contra de los proyectos de Estados Unidos, Australia, Corea del Sur y Japón para 2022.

Según el trabajo periodístico, Doha contrató a una compañía de relaciones públicas y a ex agentes de la CIA para que realizaran campañas de propaganda negativas y así lograr un desequilibrio interno entre los postulantes. Las operaciones incluyeron, por ejemplo, reclutar a personas influyentes para que atacaran públicamente las candidaturas de sus propios países y así dar la impresión de que estas no tenían apoyo a nivel nacional -uno de los requisitos para acoger el Mundial-.

Le investigación indica que la firma contratada por Qatar pagó nueve mil dólares a un respetado académico para que escribiera un informe negativo respecto del enorme costo económico que tendría la organización de un Mundial en Estados Unidos y además reclutó a periodistas, blogueros y figuras de alto perfil de cada país para resaltar los aspectos negativos de las respectivas postulaciones. También fue involucrado un grupo de profesores de educación física para declarar que el dinero sería mejor invertido en deportes escolares.

Tras la publicación de los documentos, Damian Collins, integrante de la Cámara de los Lores de Inglaterra (cámara alta del parlamente británico) y presidente del Comité de Cultura, Medios y Deportes, solicitó una profunda investigación sobre las tácticas empleadas por Qatar. “Yo mismo conocí al informante y vi la evidencia presentada. Es un asunto serio y es necesario que haya una investigación adecuada e independiente. Si los qataríes han incumplido las normas, deberían enfrentar sanciones”, declaró el funcionario al periódico The Sun.

Inglaterra no está implicado de forma directa pero tiene importantes intereses porque es el país que se menciona como plan B en el caso de que la justicia le termine quitando la sede a Doha, ya que el gran perdedor de la elección llevada a cabo en 2010, Estados Unidos, ya tiene el Mundial de 2026. David Triesman, otro representante de la Cámara de los Lores y además ex presidente de la FA tampoco tardó en salir a pedir una investigación y fue más allá: “si se demuestra que Qatar ha infringido las reglas de la FIFA, se debe reconsiderar a Inglaterra para albergar la Copa. Tenemos la capacidad”.

Este es solo el último escándalo de corrupción que salpicó a Qatar. El primero fue un año después de la cuestionada votación, cuando Mohamed Bin Hammam, ex presidente qatarí de la Confederación Asiática de Fútbol, fue suspendido de por vida por el Comité de Ética de la FIFA, acusado de sobornar a representantes de la Concacaf para que votaran por su país. Luego, el 27 de mayo de 2015 estalló el FIFA Gate y reveló que también dirigentes sudamericanos recibieron coimas para votar a la candidatura asiática.

En su autobiografía titulada “Ma vérité” (Mi verdad) el ex presidente de la FIFA Joseph Blatter afirma que Qatar logró el triunfo gracias a la intervención política del ex presidente de Francia Nicolas Sarkozy y del ex futbolista y presidente de la UEFA Michel Platini. El ídolo de Juventus declaró en el juicio que luego lo inhabilitó para ser candidato a la presidencia de la FIFA que “quizás” cambió su voto después de una reunión con el máximo mandatario en Paris. También dijo que Sarkozy nunca se lo pidió, pero que él entendió lo que era mejor.

El famoso “informe García”, realizado por el fiscal de Estados Unidos Michael J. Garcia en 2012 pero jamás finalizado, confirma que Doha depositó millones de dólares en cuentas de dirigentes, repartió todo tipo de regalos y pactó votos con federaciones. Entre los hechos revelados se destaca que tres miembros ejecutivos con derecho a voto volaron en un avión privado de la federación de fútbol qatarí a una fiesta en Río de Janeiro, con todos los gastos pagos y que la más estrecha colaboradora de Joseph Blatter, por entonces presidente del organismo, hizo campaña abiertamente en Qatar para que se concediera un contrato a la constructora de su marido.

Horas después de la investigación de The Sunday Times, el Comité Supremo de Qatar encargado del Mundial negó “todas y cada una de las alegaciones” planteadas, recordó su colaboración con la investigación de la FIFA y afirmó que cumplió “estrictamente” con la normativa del organismo. “Hemos sido minuciosamente investigados y hemos sido abiertos con toda la información relacionada a nuestra postulación, incluyendo con la investigación oficial encabezada por el fiscal de EE.UU., Michael García”, publicó en un comunicado.

En la última semana de Rusia 2018, las calles principales de Moscú y San Petersburgo contaron con una tímida presencia qatarí. Una especie de portal árabe con la leyenda “nos vemos en 2022” adornó peatonales en ambas ciudades. Además, el célebre shopping GUM albergó una exposición de maquetas de los estadios de la próxima Copa. Como una señal positiva hacia la próxima sede, Gianni Infantino confirmó desde la capital rusa que, debido al calor sofocante del verano boreal en esa zona, el campeonato de 2022 se realizará del 21 de noviembre al 18 de diciembre de 2022, un hecho inédito en la historia del fútbol. Todo esto fue antes del lapidario informe de The Sunday Times.

¿Qué tan ciertas son las posibilidades de que la próxima Copa del Mundo cambie de sede? Es imposible dar porcentajes, pero está claro que Qatar aún debe superar muchas pruebas y despejar demasiadas dudas. La aparición de Inglaterra en escena le pone más suspenso aún a la situación. Días atrás el presidente de la FA, Greg Clarke, confirmó que Londres valorará la posibilidad de presentar una candidatura para 2030, algo que puede tomarse como una forma de meter presión.

Es cierto que Qatar tambelea por las denuncias de corrupción que le llegan desde todos lados, aunque la más grave es la que hicieron la Fundación para la Democracia internacional y un grupo de premios Nobel de la Paz del que participa Adolfo Pérez Esquivel. Según su información, más de 2000 esclavos murieron en la construcción de los estadios. El dato es escalofriante y empequeñece a todas las demás acusaciones.

Guillermo Whpei, el presidente de la Fundación, afirmó: “Llevamos la noticia ante su santidad Francisco porque existe ya la confirmación de más de 2000 nepalíes muertos en la construcción de los estadios y los centros de convenciones en Qatar. Además, Arabia Saudita, Egipto y otros países árabes le han bloqueado el espacio aéreo por supuesta relación con Al Qaeda, lo que se suma a las denuncias de Alemania y Holanda por la violación profunda de los derechos humanos. Esto hace que Su Santidad envíe una carta al presidente de la FIFA dos meses atrás y estamos esperando respuesta para que se aclare la situación de Qatar y su relación con el Mundial de Fútbol”.