En 2011, la Selección de Perú se destacó como uno de los mejores equipos de la Copa América, llegó a las semifinales, recibió elogios de todo el continente y generó una expectativa muy grande de cara a las Eliminatorias. Lo mismo que ocurrió en este campeonato que aún se está disputando en Chile. En aquella ocasión, el problema fue que no pudo confirmar sus intenciones en la clasificación a la Copa del Mundo y Sergio Markarián, quien era un ídolo nacional tras el tercer puesto en Argentina, se fue en silencio y sin muchos lamentos.

El gran desafío de Ricardo Gareca es que no se repita la historia.

Paolo Guerrero festejo PeruLos primeros meses del ex técnico de Vélez en el Seleccionado peruano son muy parecidos a los del uruguayo. Peligrosamente parecidos. Apenas llegaron, ambos lograron renovar esperanzas y formaron un equipo fresco, confiado y respetuoso de la tradición nacional. Tanto Gareca como Markarián fueron un soplo de aire fresco después de una frustración acostumbrada en los últimos años (décadas): quedar afuera del Mundial.

Como Perú siempre tuvo buen material técnico y futbolístico, el arribo de un seleccionador actúa como una especie de inyección anímica que activa a los más grandes y les da confianza a los jóvenes. Es decir, el talento está siempre, lo que hace falta es un motor para hacerlo funcionar. Al parecer, la renovación de la esperanza actúa como el mejor estimulante para el futbolista peruano.

En su debut en la Copa América 2011, el equipo de Markarián le empató a Uruguay, que luego sería campeón. El de Gareca casi le gana a Brasil. Los dos avanzaron sin problemas a cuartos de final y allí jugaron sus mejores partidos del certamen: el de hace cuatro años contra Colombia y el actual frente a Bolivia. Las derrotas en semis contra la Celeste y Chile respectivamente no cambian el análisis, porque tanto ayer como hoy todos tuvimos la misma sensación: el fútbol peruano está vivo de nuevo.

Pero hace cuatro años nos equivocamos, como siempre. Porque después de una gran victoria en el comienzo de las Eliminatorias frente a Paraguay, el equipo volvió a la “normalidad”: sufrió errores infantiles en defensa, no fue profundo en ataque y no tuvo la suerte que siempre se necesita. Recién ganó su segundo encuentro en la séptima fecha y se despidió de Brasil 2014 muy pronto.

Hoy la sensación es aquella. Gareca encontró el equipo. Y lo que es más valioso: una identidad. A las figuras ya históricas de Paolo Guerrero, Claudio Pizarro y Jefferson Farfán les sumó un talento muy llamativo como el de Christian Cueva y dos centrales de nivel como Carlos Zambrano y Carlos Ascues. Además, Luis Advíncula tuvo un campeonato consagratorio y Carlos Lobatón se afianzó en el mediocampo.

El Perú que jugó la Copa América es un Seleccionado fuerte, lujoso por momentos y capaz de darle pelea a cualquiera. Ahora viene lo más difícil: mantener el nivel y enterrar los fantasmas del pasado, que acechan desde España 1982.