lavezzi champagneTras las minivacaciones de fin de año, Lavezzi y Cavani volvieron a París cuando quisieron y no fue precisamente en la fecha estipulada: lo hicieron cuatro días después de lo pactado. El técnico del PSG, Laurent Blanc, reconoció en una conferencia de prensa que ambos futbolistas iban a ser sancionados. Primero dijo que recibirían una multa económica (“de la que no voy a dar detalles, porque es algo de los dirigentes”) y luego, una deportiva. Y ahí sí el entrenador se explayó, porque “fue mi decisión”. Blanc lo explicó con la pedagogía que se le habla a un niño: “El fútbol es un deporte colectivo y no pueden hacer lo que quieren. Si jugaran al tenis o al ping pong sería otra cosa, los perjudicados serían ellos y no todo un grupo. Lo que hicieron es inadmisible e inaceptable. Cuando se pone el proyecto personal por delante del colectivo, se pone en peligro al colectivo”. El mismo Blanc especificó en qué consistiría la sanción: “No participarán de los próximos dos partidos del equipo (uno por Copa y uno por Liga) y se entrenarán al margen del resto del grupo”. Hasta acá, todo absolutamente lógico. Pero mucho más lógica fue la reflexión final del técnico francés: “La paradoja de todo esto es que el que me termino perjudicando soy yo”. Está clarísimo: si tenés a Lavezzi y Cavani y no podés contar con ellos, el equipo será menos competitivo. Es curioso porque, probablemente, los jugadores vuelvan a hacerlo el año que viene o el siguiente porque las sanciones, para ellos, son irrelevantes. Cobran una fortuna, pero si les quitan un poco del sueldo, seguirán cobrando una fortuna. O sea: les afecta más bien poco. Lo mismo quedar dos partidos afuera o entrenarse sin hacer bromas mientras corren con sus compañeros habituales. ¿A quién le sirve el escarmiento?