A mediados de 1976, cuando ganó el decatlón olímpico, la revista El Gráfico definió a Bruce Jenner como “el atleta más completo del mundo”. Alto, rubio y musculoso, aunque tenía el pelo un poco largo -parecía una precuela de He-Man-, simbolizaba un modelo de masculinidad para imitar. “Es afable, simpático y tiene pinta de galán de cine. Trabaja como corredor de seguros, se entrena entre cinco y seis horas por día y, según él mismo afirma, encuentra mucho apoyo y compresión en su esposa, Chrystie, que es azafata”, ampliaba el artículo para describir al hombre perfecto.

Su brillante actuación olímpica también le obsequió admiración y prestigio en su patria. Jenner no sólo ganó el título y marcó un récord mundial sino que se lo arrebató al campeón defensor, el soviético Nikolai Avilov. En plena Guerra Fría, era una nueva batalla cultural que el capitalismo le ganaba al comunismo. “Norteamericano, campeón olímpico y recordman mundial en decatlón. Un verdadero monstruo, consagrado en los Juegos Olímpicos de Montreal”, afirmaba El Gráfico. Su nacionalidad era, sin dudas, un atributo más de su éxito desde la mirada dominante en la Argentina de la época.

BJ01Cuando era chico, Bruce no pensaba en el atletismo como conducto a la fama, algo que, visto en retrospectiva, parece haber sido desde siempre el verdadero objetivo de su vida. En el secundario soñaba con ser jugador de fútbol norteamericano, consiguió una beca y todo, pero una lesión de rodilla lo dejó afuera, parado sobre la pista que circundaba el campo juego. Y sin embargo, fue ahí donde alcanzó todo el reconocimiento que buscaba. Tras un 10mo puesto en Múnich ’72, el título olímpico en Montreal lo transformó en héroe nacional. Lo eligieron atleta amateur del año y una década después entró en el Salón de la Fama de EEUU.

Con la gloria llegó el dinero y la exposición. Aprendió que podía ser famoso sin entrenar seis horas por día y largó todo. La medalla de oro le transformó en la cara de cartón de los cereales más vendidos del país, el desayuno de campeones,  y puso a su pinta de galán delante de las cámaras de cine y de TV. Abandonó el atletismo pero no el deporte como espectáculo. En 1977 fue elegido en el draft de la NBA por los Kansas City Kings. Le dieron el número 8616, su récord olímpico, pero no jugó nunca. Y en los 80’ se convirtió, con moderado éxito, en piloto de carreras de la IMSA Camel GT Series.

En el cine tuvo pocas y malas experiencias. En 1980 protagonizó Can’t Stop de Music, una comedia disco de los Village People. Fue nominado a peor actor. Hace poco, en 2011, volvió a intentarlo en la película Jack and Jill, de Adam Sandler. Como recuerdo para Jenner queda su escena con Al Pacino y que los dos films fueron elegidos peor película del año. La TV, en cambio, es su hábitat natural. En cuatro décadas, participó en una veintena de programas, entre películas para televisión, series y realities. Reemplazó a Erik Estrada en seis capítulos de CHiPs Patrulla Motorizada, tuvo su programa infomercial vendiendo una máquina para hacer ejercicios, patinó por un sueño y hasta apareció en algún episodio de Padre de Familia.

En 1977 fue elegido en el draft de la NBA por los Kansas City Kings. Le dieron el número 8616, su récord olímpico, pero no jugó nunca. Y en los 80’ se convirtió, con moderado éxito, en piloto de carreras de la IMSA Camel GT Series.

BJ02Pero desde 2007 es más famoso que nunca gracias a que participa del exitosísimo reality show de las hermanas Kardashian, que lleva nueve temporadas al aire con más de 130 capítulos. Jenner, casado desde 1991 con Kris Kardashian, su tercera esposa, ocupa el rol de padrastro entre compresivo y desinteresado de Kim -la más famosa de las curvilíneas protagonistas, a la que posiblemente reconozcan mejor de espaldas-, Khloé y Kourtney.

Por si nunca la vieron, la serie -que tuvo picos de 4.67 millones de espectadores- retrata las penurias cotidianas de una familia millonaria y superficial en un barrio privado de Los Ángeles -Jenner mostró en un capítulo lo molesto que es prepararse para una colonoscopía- y sus egos y manías como piezas centrales del star system norteamericano. La familia incluye a las dos hijas que tuvo con Kris las que, siguiendo la tradición materna, se llaman Kendall y Kylie. Por alguna razón, los hijos varones que ambos tienen de matrimonios previos aparecen poco. La serie es todas las mujeres K, sus maridos-objeto, sus compras, y Bruce.

En diciembre, mientras se hacía legal el divorcio con Kris Kardashian, Jenner tomó por asalto el foco de la prensa de espectáculos. Empezó a difundirse el rumor de que había decidido, a los 65 años, cambiar de sexo y que venía sometiéndose a cirugías estéticas para trasformar su cuerpo en el de una mujer. Diferentes pasquines afirmaron, entre muchas barbaridades sin fuentes precisas, que “desarrolló una obsesión similar a la de Michael Jackson” por las operaciones, que de adolescente le robaba ropa a la madre para vestirse de mujer -“sus prendas favoritas eran ropa interior de seda y satén”- y que les dijo a las Kardashian que “tenía el deseo de ser más femenino”, que “finalmente estaba siendo honesto consigo mismo”.

Jenner todavía no habló del tema. No sería para mantener su intimidad. Se especula que están filmando un reality con su transformación y que negocia darle la exclusiva a Diane Sawyer, periodista estrella de ABC News. Ahora, los medios más serios de EEUU se sumaron a la discusión. New York Times comenzó a darle crédito a los rumores: “Su pelo creció pasando sus hombros, sus uñas aparecieron pintadas de varios tonos de rojo y rosa, y parece que le crecieran pechos bajo su chomba de golf. Es una trasformación notable para un ex campeón Olímpico que en sus días de gloria era el parangón de la belleza masculina”.

BJ03La semana pasada, en pleno furor por conocer qué tiene en la bragueta Bruce Jenner, el campeón olímpico participó de un trágico accidente de tránsito en el que murió una mujer, vecina del barrio privado de las Kardashians, y ocho personas resultaron heridas. Jenner, que resultó ileso, fue acusado de causar el choque y culpó a los cinco paparazzis que lo perseguían. La policía desmintió en el lugar que los fotógrafos hayan causado la colisión. Un poco más de morbo y de prensa para una historia que ya tiene suficiente de ambas.

Para los que recuerdan su gloria olímpica el supuesto cambio es impactante. Keith Jackson, el periodista que narró su consagración en Montreal afirmó: “Era un gran atleta. Las mujeres hacían cola sólo para darle la mano”. Su caso, recuerda al de la tenista Renée Richards, de la que hablamos hace unos días. En tanto, los que defienden los derechos de los transexuales esperan una confirmación por parte Jenner, mientras aprovechan que la discusión está instalada para informar contra el prejuicio.

Sea lo que sea que Bruce Jenner quiera ser, habrá que esperar a verlo en TV para saberlo. Si los ratings son negativos, quizás quiera ser otra cosa. Él, más que nadie, sabe que siempre se está a tiempo para tomar otro camino. Lo importante es que lleve a la fama.