Faltaba poco menos de un año para que cuatro inglesitos y un ingeniero de sonido se encerraran en el estudio 1 de la EMI de Londres y cambiaran para siempre la historia de la música. En Sudamérica, mientras tanto, lo que sonaba en las radios y en la incipiente televisión, era una música híbrida que abrevaba un poco en el Rock & Roll al estilo de Bill Halley, mucho en el furor de Elvis y bastante en los baladistas italianos o franceses que por aquel entonces se disputaban el mercado internacional de la música, potenciado por la aparición del tocadiscos portátil.

Para competir con ellos cada país contaba con su caterva de ídolos juveniles, funcionales a las urgencias de las compañías discográficas y bastante penosos en general. En Argentina padecimos, a través de La Escala Musical y El Club del Clan, una larga nómina de olvidables artistas. Alguno de ellos, incluso, llegó a ser gobernador. chapita

Al otro lado de la cordillera sucedía algo similar, aunque en un contexto sociocultural que generaba expectativas y entusiasmo. A diferencia de lo que ocurría en Argentina, donde las internas militares se dirimían con tanques en la calle ante la indiferencia de la población, los chilenos se sentían orgullosos y entendían que con espectáculos como el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar y el Mundial de Fútbol se ponían a la vanguardia del continente. Del cruce de esos dos universos resultó la que, hoy entendemos, fue la primera canción oficial de un Mundial.

The Ramblers era el conjunto Nuevaolero del momento en Santiago. Se había formado en 1959 y dos años más tarde ganaron gran popularidad al presentarse en radio en El Club de la Polla. Fueron invitados a participar del Festival de Viña del Mar de 1962 y allí su director musical, Jorge Rojas Astorga, entendió que debía intentar capitalizar la expectativa que el Mundial de Fútbol generaba entre los chilenos. Su olfato comercial dio resultado: compuso El Rock del Mundial. La letra*, crease o no, le llevó tres días. La música, uno. Se grabó en la RCA en Mayo de 1962, tres semanas antes del comienzo del Campeonato del Mundo. Según la leyenda, el saxofonista de la banda se quedó dormido y no llegó a tiempo para la grabación, lo que obligó al guitarrista Oscar Soto a improvisar un riff, que resultó determinante para la composición. La sesión se completó con El Twist del Recluta y salió en el Lado B del disco simple que se convirtió en un éxito inmediato: solo ese año, vendió 80.000 placas.

Los Ramblers tuvieron una dilatada carrera artística que con cambios en su formación llega hasta nuestros días. En 2009 cumplieron 50 años y los festejaron con un gran concierto en el Teatro Caupolicán de Santiago. Allí interpretaron su Rock del Mundial y todas sus grandes canciones, entre ellas, una que seguramente envidia el amigo Andrés Calamaro llamada Prende una mechita.

 

*El Rock del Mundial

El mundial del `62 es una fiesta universal
Del deporte del balón como consigna general
Celebrando nuestros triunfos bailaremos rock and roll

Nos invade la alegría y de todo corazón
Agradecemos a quienes nos brindaron la ocasión
Y dispuestos a la lucha entraremos en acción

Tómala, métete, remata
Gol, gol de Chile
Un sonoro C H I
Y bailemos rock and roll
Tómala, métete, remata
Gol, gol de Chile
Un sonoro C H I
Y bailemos rock and roll

Tómala, métete, remata
Gol, gol de Chile
Un sonoro C H I
Y bailemos rock and roll

A los equipos extranjeros demostraremos buen humor
Y como buenos chilenos, hidalguía y corrección
Y aunque sea en la derrota bailaremos rock and roll

Tómala, métete, remata
Gol, gol de Chile
Un sonoro C H I
Y bailemos rock and roll

Y bailemos rock and roll

Y bailemos, alegremente, rock and roll