Fabián Mauri mandó un mensaje al grupo de Un Caño a eso de las 18:

“Es glorioso ese asunto de la emotividad impostada. Todos quieren ser los más emotivos, los más irónicos, los más graciosos. ¿Cómo vivía la gente antes de que existieran las redes sociales? Es increíble. En lugar de callarse la boca y dejar la duda sobre si uno es un pelotudo o no, hay personas que se obstinan en querer demostrar y dejar muy claro que son pelotudos. El negocio, me parece, sería disimular, ¿no? Pasar inadvertido. Que nadie se diera cuenta de que uno es un imbécil. Pero no. Es increíble. La verdad, ya no entiendo más a los humanos”.

La razón del audio de Fabián fue un twitt de un periodista, Fernando Czyz, quien escribió: “Recién Subte D – Estación Congreso: Se mira una pareja, se abraza y se pone a llorar. Él la mira y le dice: “Algún día se iba a retirar” y Ella le responde: “Nos hizo muy feliz”. Eso es ser leyenda @manuginobili #GraciasManu

Más allá de que la sintaxis es pésima (“¿Nos hizo muy feliz”?) y el dato no menor de que línea D no tiene ninguna estación Congreso (¿será Congreso de Tucumán?), la pregunta es otra: ¿era necesario poner semejante pavada? ¿Para qué?

Y también, ¿era necesaria la inmensa cantidad de respuestas que le dieron a este pibe? ¿Tan al pedo está la gente que se toma el trabajo de responder una esupidez? Hizo un boludez, ok. Dejala pasar. No te ensañes.

Este tipo de situaciones son las que me llevan a decir que las redes sociales son una cloaca a la que no hay que ingresar. Mejor mantenerse al margen. Uno se pierde cosas, estamos de acuerdo; pero gana en salud y en tiempo para hacer cosas un poco más interesantes que estar mirando el teléfono todo el día.

La verdad, el retiro de Ginóbili, uno de los cinco deportistas más grandes de la historia argentina, puede motivar que se revise su carrera y hasta provoca cierta nostalgia por los años pasados. Pero de ahí a darle una épica desmesurada que ni el propio Manu entrega en su comunicado, hay un paso grandísimo.

Dijo Ginóbili: “Con una gran mezcla de emociones les cuento que decidí retirarme del básquet. ENORME GRATITUD para mi familia, amigos, compañeros, DTs, staff, aficionados y todos los que fueron parte de mi vida en estos 23 años. Fue un viaje fabuloso que superó cualquier tipo de sueño. GRACIAS!”

Suficiente. Mensaje sentido y austero. Un tipo de 41 años, un extraordinario jugador, se retira del deporte y de ahora en más va a encarar otros desafíos en su vida. ¿Para qué exagerar? La mesura siempre es una compañera amigable. La tuvo Manu. Pero le faltó a muchos de sus seguidores y a algunos periodistas. (A esta hora me muero de ganas por leer la nota que Sebastián Fest va a escribir en La Nación. Estoy seguro de que no se la va a perder.) Pero no se murió, la puta madre. Paren un poco, ¡Se retiró a los 41 años después de una estupenda carrera! Y ahora comienza otra etapa.

Lo que pasó con Ginóbili, obviamente, es una excusa para reflexionar sobre esta necesidad del siglo XXI de andar por la vida diciendo qué nos pasa a cada minuto. Antes, sólo se trataba de vivir. Ahora, hay que sobreactuar.

Seremos viejos, demodés y hasta un poco aburridos, pero preferimos juntarnos en un bar para charlar con los amigos y compartir las sensaciones cara a cara. Mañana, seguramente, por la noche, con varios whiskies mediante, recordaremos gran parte de la carrera de Ginóbili. Y les juro que la vamos a pasar bomba.