La Asociación Mutual Social y Deportiva Atlético de Rafaela es, por sus logros deportivos, el equipo más conocido de los originalmente afiliados a la Liga Rafaelina de Fútbol.  De la misma entidad, conocimos un equipo al que por la sonoridad épica de su nombre nunca olvidaremos: el Sportivo Ben-Hur, que jugó en la B Nacional de AFA durante un par de temporadas.  Pero si algo aún más particular distingue a la Liga Rafaelina, es el alto porcentaje de clubes, entre los 37 que la conforman, que llevan nombre de mujer: Atlético María Juana;  Deportivo Josefina; Centro Cultural y Deportivo Ramona; Atlético Esmeralda; Club Cultural y Deportivo Susana; Sportivo Aureliense; Sportivo Santa Clara; Talleres de María Juana, Boching Club de Angélica y por supuesto Atlético Rafaela, se disputan las preferencias de los habitantes de la tercera ciudad de la provincia y sus zonas de influencia.

Pareciera que la ley de cupo femenino que se aplica en la conformación de listas para cargos electivos hubiera influido en la cuestión, pero no.  Obviamente los nombres tienen que ver con los de las comunas de donde provienen los equipos. Por alguna razón el Departamento de Castellanos, cuya capital es Rafaela, ubicado en el centro-oeste de la bota de Santa Fe, está conformado por comunas que llevan nombre de mujer. Algunas de esas comunas  -Colonia Raquel, Colonia Margarita, Eusebia, Fidela- no aportan sus clubes representativos, los que de estar presentes, sin duda posicionarían a la Liga para aspirar a un lugar en El Libro Guinness de los Records, o cualquier otro de esos engendros que se dedican a recopilar curiosidades.

Nadie en Belgrano cuando nombra a River Plate piensa en el río más ancho del mundo. Nadie en Liniers cuando va a ver a Vélez se acuerda al autor del Código Civil. Estamos seguros que lo mismo ocurre en Castellanos y que los hinchas locales al hablar de sus equipos pierden de vista el sentido estricto de lo que representan sus nombres. De todos modos nos encantaría saber un poco más de ese folklore futbolero, de sus canciones, de sus rivalidades y de sus apodos. Así que si estas líneas llegaran a algún aureliense, rafaelino o susanense, que nos escriba y nos cuente.