En un par de semanas el argentino Marcelo Bielsa comenzará una nueva aventura como entrenador en el fútbol europeo. Esta vez, el Loco estará al frente de Olympique de Marsella (OM). Como de acá en más se hablará mucho de este club aprovechamos el momento para contar la increíble historia de uno de los grandes de Francia.
Fue fundado en 1899 por René Dufaure de Montmirail, cuando sólo tenía 23 años. Hijo de un militar y frustrado por no poder continuar la carrera de su padre, sufría problemas de visión y tenía una salud muy frágil, por lo que se volcó al deporte. La cura a su debilidad se transformó en su pasión. Jugó al rugby, hizo esgrima y remo con los colores del Olympique. También practicó ciclismo y yachting en otros clubes. Pero de fútbol, nada. En 1902 se casó, abandonó el deporte y se dedicó a vender seguros. Murió en 1917, con 40 años, sin poder imaginar que había creado el equipo más popular de Francia de un deporte que nunca le había gustado demasiado.
OM comenzó a competir en el fútbol local tras el alejamiento de Montmirail a comienzos del siglo XX. En 1932, cuando participó de la fundación de lo que hoy es la Ligue 1, ya era un club importante de la región de Provenza. Jugó en ese primer campeonato y terminó 2do en su grupo detrás de Lille, que luego fue campeón. Al año siguiente, llegó a la definición del torneo a un punto del líder y con tres partidos pendientes. Cuando todos ya festejaban el título perdió los tres juegos y se quedó atado a la maldición de pelear campeonatos y perderlos por poco.
La primera Liga llegó en 1937, cuando comenzó a usar el estadio Vélodrome, ese donde Bergkamp sacó del Mundial a Argentina 60 años después. Le ganó el título a Sochaux por diferencia de gol. En 64 temporadas en Primera ganó nueves Ligas, una menos que St. Etienne, el más campeón, y once veces fue segundo. En 2da división el registro es peor. Jugó doce años, sólo ganó una vez, en 1995, pero no ascendió porque debía 250 millones de euros, y sumó tres subcampeonatos. También perdió dos finales de la Copa UEFA. Pero al menos ganó diez Copas de Francia en 18 finales.
La historia de Olympique es, sobre todo, irregular. En 1959 descendió por primera vez. Seis años después seguía en la B. En 1965, jugó contra Forbach con apenas 434 personas en las tribunas. Ese año el industrial Marcel Leclerc compró el club. En unos años, el dueño del diario deportivo But ! devolvió al equipo a Primera. En 1969 ganó la Copa, en 1971 la Liga y en 1972 ambas, por primera vez.
Cuando estaba en la cima, llegó el escándalo. Así sería siempre. Leclerc fue acusado de malversar fondos y debió abandonar el club. En 1980 descendió otra vez. En abril de 1981 le impusieron una liquidación judicial. Todos los jugadores y el cuerpo técnico fueron despedidos. Para achicar los gastos, en Segunda jugó con pibes. Los juveniles evitaron el descenso a Tercera recién en las últimas fechas.
En 1993, Valenciennes denunció que Olympique había sobornado a jugadores de su equipo para ir a menos en el último partido de Liga. La Federación francesa le quitó el título a Marsella y lo descendió.
En 1985, en una cena en la embajada de la URSS, el alcalde de la ciudad, Gastón Defferre, convenció al empresario Bernard Tapie de que comprara el club. Al año siguiente, comenzó su era: llena de nombres fuertes, de gloria y de vergüenza. Contrató como entrenadores a Gérard Banide, Gérard Gili y Franz Beckenbauer, y a futbolistas como Jean-Pierre Papin, Karl-Heinz Förster, Enzo Francescoli, Didier Deschamps, Marcel Desailly, Rudi Völler, Eric Cantona y Alain Giresse. Ganó cuatro Ligas seguidas entre 1989 y 1992, una Copa de Francia en 1989, y consiguió la primera y única Champions para un equipo francés, al vencer 1-0 a AC Milan.
Ese 26 de mayo de 1993, mientras Basile Boli marcaba de cabeza en Múnich, en Francia estallaba una bomba mediática que oscureció el momento más brillante de su historia. Valenciennes denunció que OM había sobornado a jugadores de su equipo para ir a menos en el último partido de Liga. Jean-Jacques Eydelie, mediocampista de Olympique, había llamado a Jacques Glassmann, defensor de su próximo rival, para ofrecerle una suma de dinero si él y dos de sus compañeros, Jorge Burruchaga y Christophe Robert, no se esforzaban demasiado. En Marsella querían llegar a la final de Champions sin lesionados y con la Liga definida.
Tapie fue condenado a ocho meses de prisión por manipular testimonios durante el juicio. “Mentí, pero era de buena fe”, se justificó. En 1994 dejó el club. Eydelie fue suspendido por la FIFA por un año y pasó 17 días preso. Burruchaga y los demás jugadores de Valenciennes recibieron una sanción en suspenso y debieron pagar unos pocos francos. La Federación francesa descendió a Olympique y le quitó la Liga de 1993, la UEFA le mantuvo la Champions pero le prohibió participar de la edición siguiente y la FIFA le impidió jugar la Intercontinental.
Olympique estaba en el peor momento de su historia. En Segunda y desprestigiado. En diciembre de 1996 el alcalde de Marsella, Jean Claude Gaudin, aún hoy en el cargo, pensó en el multimillonario Robert Louis-Dreyfus para resucitar el club. Robert era el heredero del poderoso Grupo Louis-Dreyfus, que lleva más de un siglo transportando materias primas por todo el mundo, y se había ganado una merecida fama por salvar empresas que naufragaban. En ese momento era el CEO de Adidas. Su llegada a Marsella fue también parte de una estrategia de marketing para recuperar el prestigio de la marca alemana. Pero sobre todo era una cuenta pendiente. Como dijo una vez, “habría cambiado toda mi carrera de negocios por destacarme en un deporte”.
“El gran error de mi vida”, admitió tiempo después, fue comprar Olympique de Marsella. No consiguió ganar ningún título importante -perdió dos finales de Copa UEFA, dos de Copa de Francia y fue dos veces subcampeón de Liga-, despilfarró 200 millones de euros, los hinchas lo insultaban en el estadio y en 2007 fue condenado a diez meses de cárcel por el pago de comisiones ocultas en la compra de jugadores. Harto de todo y de todos, una noche, después de perder otra final bajó al vestuario y le gritó a sus futbolistas: “Son unos burgueses de mierda”.
En julio de 2009, Robert murió de leucemia tras luchar durante una década contra la enfermedad. Al frente del grupo Louis-Dreyfus, de su fortuna y del club quedó su segunda mujer, Margarita Bogdanova, una huérfana rusa a la que conoció en 1992, en un vuelo de Zúrich a Nueva York. “Él iba a Suiza todos los fines de semana porque su perro estaba allá. El avión estaba vacío y la computadora nos sentó juntos; yo me preguntaba por qué… pero fue algo así como el destino”, contó Zarina, como la conocen en Marsella.
La etapa de Margarita en Olympique ya es mejor que la de Robert. En 2010, con Lucho González y Heinze, OM ganó su última Liga, tras 17 años, y además levantó tres Copas de Francia seguidas, de 2010 a 2012. Todo con Deschamps como entrenador. Después de dos años sin títulos, Marcelo Bielsa llega a Marsella para contentar a la poderosa empresaria. Tiene toda una historia para cambiar. Está lo suficientemente loco como para lograrlo.