Fabrizio Miccoli era capitán e ídolo del Palermo. El dorsal (10) más vendido de las camisetas rosas. Era. Al delantero, hasta hace poco el querido Gordo, ya le anunciaron que no le renovarán el contrato, que quedarán en seis los años de amor. Una separación, como tantas, escandalosa, con engaño, desilusión, furia. Y no fue para menos: al delantero lo comprometen grabaciones telefónicas en las que queda deschavada su cercanía con la mafia.

La justicia italiana, por caso, ya lo hizo declarar varias horas por una causa en la que se lo investiga por extorsión y violación de sistemas informáticos. Parece que Miccoli le habría encargado a su amigo Mauro Lauricella, hijo de Antonio, capo de la Cosa Nostra, recuperar con métodos “poco convencionales” un dinero que le debían unos socios con los que había abierto un bar en la Isola delle Femmine. Y, por otra parte, el punta de 34 años está sospechado de convencer al gerente de una tienda de telefonía para que le diese tres chips de celular “limpios”, uno de los cuales terminó en manos de Mauro.

Sin embargo, lo que más indignación causó entre los hinchas del Palermo (y los tifosi en general) fue la conversación dada a conocer en la que el ex Juventus y Benfica se burla de Giovanni Falcone, juez asesinado en 1992 por la Cosa Nostra, a la que investigaba fuertemente.

“Pido perdón por todo lo que hice. No puedo dormir, estoy destrozado. Dije cosas que no pienso. Siempre participé en los partidos en memoria de los jueces asesinados por la mafia. Sucede que me acerqué a personas pensando que eran mis amigos y me equivoqué”, aseguró Miccoli, llorando ante la prensa. Pero, al parecer, de ésta no lo redime ni Don Corleone.


NdE: Este artículo fue publicado originalmente en el número 61 de la revista Un Caño, julio de 2013.