Una imagen vale más que mil palabras, reza el dicho popular. El tema es qué palabras. El domingo, apareció en las redes sociales una fotografía que generó interés y sorpresa en todo el mundo: hinchas de Gremio e Internacional orinaban en el mismo baño durante el clásico de Porto Alegre, uno de los más calientes de Brasil. Aparecieron voces destacando la convivencia entre los torcedores y no tardaron en llegar las comparaciones odiosas con nuestra realidad. Por eso, antes de hacer juicios de valor, lo mejor es ver qué hay detrás de esa imagen.
En Brasil el problema de la violencia en el fútbol es casi tan grave como en Argentina. Los hinchas se matan de la misma manera y, aunque la figura de la “barra brava” no es igual que aquí, el flagelo es similar. Entonces, algo raro hay en esa tolerancia prefabricada entre dos parcialidades enemigas. Sin saber, muchos dijeron que las torcidas vivieron juntas el clásico. Falso. Sólo se juntaron en un pequeño sector del Beira Río. Si el análisis parte de un concepto erróneo…
Primero, hay que aclarar que el vecino país tiene una ventaja con respecto a nosotros: los estadios. La última Copa del Mundo le dejó, además de miles de indignados y la más dolorosa derrota de todos los tiempos, doce “arenas” de primer nivel. Combatir la violencia en escenarios como estos es mucho menos difícil. Hoy, las canchas brasileñas tienen decenas de puertas de ingreso, amplias instalaciones, cámaras de seguridad y alrededores en buen estado. El Beira Río fue remodelado completamente para el Mundial y allí se llevó a cabo este “experimento”.
Internacional impulsó una promoción para sus hinchas: dos entradas a 70 reales siempre y cuando lleven a un compañero de Gremio. Con Andrés D’Alessandro a la cabeza de la propuesta, todo fue un éxito y el sector reservado a la parcialidad “mixta” se llenó con 2000 personas. Allí no hubo ningún tipo de inconvenientes y el fútbol se vivió en paz. No se puede decir lo mismo del resto del estadio. Simpatizantes de Gremio fueron recibidos con piedrazos y luego rompieron parte de las instalaciones. Eso sí es lo normal.
En un Blog de Globoesporte se puede leer (en portugués) cómo fue el ingreso a la cancha. Este es sólo el comienzo de la nota donde se describen las sensaciones de un hincha de Inter, que cuenta el hecho más como un cuento que como algo posible: “Caminando por la Borges de Medeiros (calle cercana al estadio), ya se sentía un espíritu multicolor. Tras unos momentos de incredulidad, crucé a Ipiranga y allí pude percibir las primeras camisetas que en otros tiempos eran tan frecuentes. Tricolores y colorados caminando en sintonía, casi con desdén, como si fuese un hábito jamás perdido…”.
En definitiva, lo que varios medios argentinos presentaron como un “ejemplo a seguir” no es más que un primer paso más voluntarista que tangible. Los torcedores de Gremio e Inter que se sacaron fotos sonrientes son amigos o familiares entre sí. Sabían en el contexto en el que iban a estar y fueron a la cancha sólo por eso. No fue un día normal, sino una especie de ventana a lo que podría ser si las cosas cambiaran. Mucho.