Todo comienza alguna vez. Esta frase, si se quiere, es una estupidez monumental, pero no deja de ser una verdad irrefutable. Y es perfectamente aplicable para la Copa Libertadores y para San Lorenzo. Y para la tortuosa relación que ambos mantienen desde hace ya 54 años.
Quiso el destino que San Lorenzo, campeón de 1959, fuera el primer equipo argentino en disputar lo que por aquellos años se llamaba la Copa de Campeones de América. Apenas siete equipos: San Lorenzo (Argentina), Bahía (Brasil), Peñarol (Uruguay), Jorge Wilstermann (Bolivia), Universidad de Chile (Chile), Millonarios (Colombia) y Olimpia (Paraguay) fueron los protagonistas de este torneo que trataba de emular la Copa de Campeones de Europa, que había nacido hacía apenas 5 años.
El dirigente uruguayo Washington Cataldi, que fue presidente de Peñarol en dos periodos (73-84 y 90-92), fue unos de los dirigentes que más insistió para realizar esta Copa, ya que su sueño era ver a Peñarol jugado con los europeos por un título intercontinental. Cataldi, que murió en 1996, dijo en alguna entrevista refiriéndose al torneo que tanto impulsó: “Hemos sido precursores al empujar la Copa Libertadores, primero con los campeones, en 1960, y luego sumando los subcampeones, a partir de 1966. Se dijo por aquellos años que esto era una maniobra para asegurarnos permanentemente la presencia de los dos grandes uruguayos en el torneo, lo que de alguna manera era verdad, pero no era el único fundamento. Yo me encargué personalmente de recorrer toda Sudamérica para convencer a los dirigentes de que para mantener vivo el torneo había que jugar con 20 equipos en lugar de hacerlo con diez. El tiempo me dio la razón”.
La visión de los dirigentes de Peñarol se contraponía a la de los directivos de San Lorenzo, que no llegaron a ver la importancia que tendría ese certamen en el futuro. La ceguera fue tal que el presidente del club argentino, Alberto Bove, frente a la posibilidad de jugar en semifinales un desempate en cancha neutral contra Peñarol, prefirió vender en 50 mil pesos esa posibilidad a los uruguayos para que el tercer partido se disputara en el Centenario. Finalmente San Lorenzo perdió 2-1 y así comenzaba una larga historia de desencuentros entre el equipo de Boedo y al máximo torneo continental de clubes de América.
La marcha de San Lorenzo en aquella primera edición de la Copa Libertadores comenzó en cuartos de final ante el Esporte Bahía, el 20 de abril, en cancha de Huracán, ante apenas 10 mil personas. San Lorenzo formó con Tarnawski, Paez, Iñigo, Castillo, Reynoso, Ravecca, Facundo (Bilardo), Ruiz, Oscar Rossi, Sanfilippo y Boggio y ganó 3-0 con goles de Rossi, Ruiz y Sanfilippo. Por si le entró alguna duda, aclaramos que leyó bien: Carlos Salvador Bilardo, confeso hincha de San Lorenzo, reemplazó en ese primer partido del torneo a Facundo.
La revancha se disputó el 3 de mayo en Bahía, en el estadio Fonte Nova, y el conjunto brasileño se impuso por 3-2. Los goles de San Lorenzo, que jugó con Tarnawski, Cancino, Iñigo, Castillo, Reynoso, Ravecca, Facundo (Benítez), Ruiz, Oscar Rossi, Sanfilippo y Boggio, fueron marcados en por el Nene Sanfilippo.
Por las semifinales, el 18 de mayo, ante 55 mil personas, San Lorenzo y Peñarol igualaron 1-1 en el Centenario, con goles de Linazza y Boggio. San Lorenzo alineó a Tarnawski (Carrillo), Cancino, Iñigo, Castillo, Reynoso, Ravecca, Facundo, Ruiz, Oscar Rossi, Sanfilippo (Bilardo) y Boggio. Iñigo fue expulsado en un partido en el que ambos equipos se golpearon sin piedad.
La revancha fue en la cancha de Huracán, el 24 de mayo, y terminó 0-0. San Lorenzo jugó con Tarnawski, Cancino, Páez, Castillo, Reynoso, Ferro, Facundo (Bilardo), Ruiz, Oscar Rossi, Sanfilippo y Boggio.
Después de arduas negociaciones en donde se descartaron las sedes de Asunción y Santiago de Chile para el desempate y de que los dirigentes argentinos “aceptaran” jugar en Uruguay a cambio de 50 mil pesos, el partido desempate se jugó el 29 de mayo en Montevideo y terminó con el triunfo de Peñarol por 2-1. San Lorenzo jugó con Tarnawski, Páez, Iñigo, Castillo, Ferro, Martínez, Bilardo, Ruiz, Oscar Rossi, Sanfilippo y Boggio. Spencer en dos ocasiones (dice la leyenda que la segunda en clara posición adelantada) marcó para los locales mientras que Sanfilippo había anotado el empate transitorio.
Finalmente Peñarol fue el primer campeón de la Copa Libertadores después de ganarle 1-0 y empatar 1-1 con Olimpia y San Lorenzo experimentó su primera frustración de tantas que le depararía la Copa Libertadores.
Imposible saber o suponer qué hubiera pasado si los dirigentes de aquel entonces hubieran estado a la altura. Lo único que está claro es que si los torneos, como se dice, se ganan por los pequeños detalles, la historia negra de algunos equipos se escriben por los grandes disparates.