Siempre es fácil escribir parrafadas sobre Marcelo Bielsa, porque suele abrir la boca para decir algo distinto, para hablar de lo que no se suele hablar y para dejarnos pensando. Esta vez trataré de ser breve y de graficar con un par de datos el presente de este entrenador, que no es noticia por lo estrictamente futoblístico desde que su Athletic Bilbao perdió aquel par de finales por la Europa League y la Copa del Rey.
Sí me gustaría decir que su discurso parece haber cambiado. Si en Chile vivió en el predio de entrenamiento y prácticamente hizo planes para reformar la mitad de las estructuras existentes, si en Athletic se peleó con obreros por supervisar personalmente las construcciones que él había mandado a hacer, en Marsella parece haber aceptado su lugar de empleado deportivo. Es extraño verlo en esa postura, como si no se sintiera patrón.
Tras una primera aparición en la que hablaba frente a una cámara de construir un gimnasio allí donde había un espacio libre, tuvo un par de conferencias sucesivas en las que aseguró que a) él sólo toma decisiones deportivas y las institucionales deben ser del presidente, b) Valbuena le pareció el mejor jugador de Francia en el Mundial (y fue alejado del plantel en su llegada), c) no tuvo ninguna decisión en cuanto a los jugadores comprados y vendidos, d) el presidente le había prometido 35 millones de euros en refuerzos y al final gastó nada más que 20 y, cito, “habrá que adaptarse”. Fue crítico, sí. Pero se mantuvo por fuera de la cuestión. Leyó que era responsabilidad de otro. “La lógica económica corresponde al presidente, la deportiva al entrenador”, se escudó. Puede ser correcto, pero no parece Bielsa.
Ese pequeño paso atrás no le quitó un ápice de su locuacidad y su sana locura. Alcanza con ver su felicitación pública al traductor (a quien urgió a traducir públicamente que era el mejor de sus colaboradores), los entrenamientos que dejaron jugadores al borde de la extenuación, la extraordinaria frase que usó cuando le preguntaron por la expectativa que se había despertado con su llegada (“No percibo la expectativa de la gente porque no salgo del club”) o el conflicto con un jugador que lo obligó a suspender una práctica.
Más allá de todo eso, que es bastante, un par de cosas que le pasaron al Loco en la semana que recién se terminó:
1- Primero, lo más lejano. En Chile, se encontaron en un vertedero ilegal a orillas del río Maipo varios papeles que eran parte de los archivos que el DT construyó cuando era seleccionador de ese país. Lo mejor para entender esto es leer este extracto de un cable de la agencia EFE: “Gráficos con mediciones de la velocidad de Matías Fernández, el porcentaje de grasa de Gonzalo Fierro, o un plan para remodelar el complejo Juan Pinto Durán, el cuartel general de las selecciones de Chile, aparecieron en bolsas arrojadas en el lugar. También aparecieron facturas por compras de carne para asados, análisis de partidos del Mundial de Sudáfrica 2010, ideas para el desarrollo del fútbol joven y documentos elaborados por otros seleccionadores, como Nelson Acosta y Claudio Borghi”.
Debe haber sido el principio de una mala semana para Bielsa.
2- En su segundo partido en la Liga de Francia vivió una particularidad digna de la década del ’70. Uno de sus jugadores, Andre Ayew, tenía una herida sangrante y manchó su camiseta. Le dieron la casaca suplente. Volvió a mancharla y el club se quedó sin camisetas de ese número para darle. Quisieron hacerlo jugar con el dorsal 33, algo que el árbitro no permitió. Todavía más raro que lo anterior, los asistentes intentaron transformar ese 33 en un 10 poniendo cinta blanca para tapar algunos pedazos de número. Si alguien logra explicarnos cómo podría ser posible semejante proeza, prometemos que lo llevamos al programa de Paenza. Obviamente, no lo lograron. ¿Conclusión? Cambio. Tras casi diez minutos batallando con la camiseta y jugando con uno menos, salió Ayew, que no venía jugando tan mal.
Ah, sí, el Marsella perdió y se fue silbado por los hinchas. Y aunque le fue muy bien en la pretemporada y arrancó ganando su primer encuentro por 3-1, terminó empatando ese juego 3-3 y en dos partidos el Olympique suma apenas un punto.
Una frase reciente del Loco para cerrar. “De ninguna manera creo que yo pueda revolucionar nada. No hay antecedentes en mi carrera en ese sentido”, dijo en su primer contacto con la prensa en Marsella. Aunque conocemos un par de muchachos en Vélez, en Bilbao y en Chile que estarían bastante en desacuerdo, veremos qué sucede en ese club popular de Francia. Ojalá que esta vez el tiempo no le dé la razón.