Sergio Romero quedó desafectado de la Selección Nacional porque sufrió un cuadro de bloqueo articular en su rodilla derecha. Extraño, pero real. Por ahí le pasó jugando a la Play. Minutos después de su baja, fue convocado Nahuel Guzmán, quien juega en Tigre de México.
Festeje: ¡definitivamente somos campeones del mundo! ¡¡¡Vamos carajo!!!
La ecuación es sencilla:
Mundial 78: los arqueros eran Ubaldo Matildo Fillol (River), Héctor Baley (Talleres) y Ricardo Lavolpe (en San Lorenzo pero a punto de pasar al Atalante de México. Y además, con el tiempo, terminó siendo más mexicano que argentino).
Mundial 86: los arqueros eran Nery Pumpido (River), Luis Islas (Estudiantes) y Héctor Zelada (América de México).
Mundial 2018: los arqueros serán Franco Armani (River), Wilfredo Caballero (Chelsea) y Nahuel Guzmán (Tigres de México).
La conexión es clara: para ser campeones hay que tener un arquero de River, otro que venga de cualquier parte (Córdoba, La Plata o Chelsea) y uno de México. El destino está de nuestro lado. Sampaoli no vio lo que era evidente. En los Mundiales siempre pasan cosas raras que modifican lo que uno tenía previsto. El azar nos ayudó a enderezar las cosas para que se alineen los planetas. ¡Qué felicidad! ¡Qué lindo es saber que vamos a dar la vuelta olímpica en Rusia! ¡Qué lindo es ser argentino!