Odiamos al PSG.
Pero amamos al fútbol que castiga al PSG.
Odiamos al PSG y odiamos a esos jeques millonarios que hacen de un club su propio jueguito.
Pero amamos al fútbol porque les grita, año tras año, que no todo se compra con dinero.
Odiamos al PSG porque nos hace dejar de querer a entrenadores que, como bien nos supo explicar nuestro compañero Mariano Mancuso, son más buenos que malos: Emery o Tuchel.
Odiamos a Di María porque nos parece el símbolo del PSG. Le sobra el talento pero no aprendió un concepto sobre el juego.
Odiamos a Neymar por firuletero.
Odiamos ver a Mbappé en el PSG y no en el Monaco.
De paso, también odiamos que los equipos poderosos se lleven a cracks de equipos chicos para no ponerlos. Por ejemplo: Fellaini, que era todo en el Everton y fue nada en el United.
Odiamos ver al PSG paseándose por Francia con sus aires de millonario parisino.
Pero amamos ver cómo el PSG se hace pis encima cuando en Europa se enfrenta con los de su mismo tamaño.
Odiamos cuando el PSG saca pecho por sus grandes partidos de ida: 4 a 0 al Barcelona y 2 a 0 al United en Manchester.
Pero amamos la venganza cruel de la pelota. Ese 6 a 1 en el Camp Nou en el último segundo y ese 1-3 ante la Reserva del Manchester.
Odiamos que el PSG pretenda comprar la historia.
Pero amamos que el fútbol lo esté dejando en la historia por unos papelones que nunca antes se habían visto.