Desde hace un tiempo, en la siempre curiosa redacción de Un Caño hemos aceitado juegos tan imbéciles como entretenidos a partir de los apellidos de los jugadores. Desde aquel origen en que catalogábamos futbolistas-verbo (como Camino, Pelé, Zacarías, Rolan) o futbolistas que podrías encontrar en una casa (Papa, Rincón, Yacuzzi), pasando por el pequeño ejercicio de jugadores amigos y llegando al de futbolistas híbridos, nos hemos divertido prácticamente con cualquier boludez. Muchas veces, incluso, nuestro público nos ha acompañado.
Todos esos juegos tenían algo en común, y era la posibilidad llevar el apellido hacia su siginificado original: relacionar al futbolista con un elemento ajeno al juego, emparentarlo con algo que ya existía en el mundo, que lo antecedía. Sin embargo, desde la Copa América nos empezó a ocurrir algo bastante curioso: empezamos a identificar apellidos de futbolistas que no eran estrictamente palabras pero lo parecían. Significantes que no tenían un significado real, aunque a nosotros nos parecía que sí.
El ejemplo madre de toda esta cuestión es Alejandro Saúl Chumacero, el mediocampista de Bolivia.
Resulta que un desubicado interrumpió la habitual ronda de desafío en la que cada uno de los integrantes de la redacción debe nombrar a un jugador-oficio (Wilson Carpintero, Roberto Soldado, etcétera), y arrojó el nombre de la discordia: “Chumacero”, dijo. Siguió el diálogo.
-¿Quién?
-Chumacero, el de The Strongest.
-Conozco al jugador, pero no es un oficio. ¿Qué es un chumacero?
-El que vende chumas.
-¿Chumas?
-Sí, sí. Unos vegetales, son parecidas a las habas. Las venden secas y con sal como snack en Santa Cruz de la Sierra.
Nadie le creyó. Fuimos a la Real Academia Española. Ni chuma, ni chumacero. Falso de toda falsedad. Se imaginarán el grado de descaro que hay en este entretenimiento cotidiano como para alegar una defensa por el estilo. Por supuesto, el caradura fue descalificado de inmediato, pero nos dejó pensando. Uno deslizó que le habría terminado de creer al mentiroso si alegaba que un chumacero arreglaba carteras y productos de cuero. Otro aseguró que en realidad el chumacero es un fenómeno meteorológico, probablemente mezcla de chubasco y aguacero, con vientos fuertes y lluvias aisladas. Y agregó: “Cerrá la ventana que se viene el chumacero”.
Esta cuestión no hizo otra cosa que envalentonarnos. El siempre bien predispuesto Fabián Mauri empezó a enlazar genialidades, no sin antes aclarar que el Chumacero es un personaje de cuentos infantiles utilizado en gran parte de América para asustar a los niños. Una suerte de hombre de la bolsa que incluye la amenaza: “Si te portás mal va a venir el Chumacero”.
La discusión se prolongó, por supuesto, porque había amigos y había copas y porque nos llamamos Un Caño. Y nació nuestro primer -humilde- catálogo de futbolistas con apellido de significado aparente. Un diccionario de nombres propios que compartimos y los alentamos a completar.
- Ave de gran tamaño que habita en los mares del Atlántico Sur. Ej. “De julio a septiembre se puede contemplar el vuelo de la advíncula en la Patagonia”.
- Hueso situado en la parte superior del pecho, articulado con el esternón.
- Del inf. advincular. Tercera persona, presente. En computación, adjuntar, agregar. Ej. “Quise mandarte una foto por e-mail, pero el programa no la advíncula”.
Firmino.
- Mineral de aspecto sedoso que se agrega normalmente a las prendas de vestir para que no se arruguen. Ej: “A pesar del viaje, esta camisa quedó muy prolija porque tiene firmino”.
- En actividades inmobiliarias, certificación de escribano público. Ej: “No podemos aprobar estos planos, les falta el firmino”.
Baroja.
- Porción interior en los herrajes de las puertas, ubicada justo por detrás del picaporte. Ej. “Para que no haga ese ruido al abrir habría que engrasar la baroja”.
- Cereal similar al trigo con el que se fabrica una fina harina comestible, la harina de farfán.
- En Perú, familiarmente utilizado para referirse a los sacos donde se envasan los productos refinados a partir del farfán. Ej. “Eso es harina de otro farfán”.
- En Marruecos, cada uno de los individuos de ciertas familias españolas que, según parece, vivieron allí en el siglo VIII, conservaron la fe cristiana, y cuyos descendientes regresaron a Castilla el año 1390.
- Ritmo de música caribeño, parecido a la bachata. Ej: “Mira esa morena, cómo baila el farfán”.
Obviamente, los jugadores elegidos fueron Luis Advíncula y Jefferson Farfán, de Perú; Roberto Firmino, de Brasil; y Alain Baroja, de Venezuela. Nobleza obliga, tenemos que aclarar que la acepción 3) de Farfán no la inventamos nosotros, sino que la dio la RAE. Es decir: farfán efectivamente quiere decir algo. Y era eso. Si usted pudo darse cuenta de la veracidad de aquella definición entre tantas falsas, nuestro respeto.
Si no pudo, le regalamos la noción de que Gallese -además de ser el apellido de un arquero peruano- es un tipo de bizcocho, consumido habitualmente con pescado, y elaborado seguramente con harina de farfán.