A lo mejor los argentinos somos eso que nos pasa cada cuatro años. En este suelo hay cosas maravillosas por descubrir. En el 86 fue la mano de Dios, ahora es el pie del Mesías. Arriba las banderas, arriba los corazones. Qué lindo es el fútbol, carajo, qué bien nos hace. Vamos argentinos, vamos Argentina. Suena el himno y nos ponemos de pie. Por cada gol que haga la selección, arreglamos un potrero. Compramos un colectivo y lo hacemos motorhome. La fe no se cuestiona. Los milagros existen. Dios sigue siendo argentino. Hacé algo por tu equipo ahora. No si ganamos, ¡para que ganemos! Hacé algo que te cueste mucho. Vivilo acá como si estuvieras allá. Acá adentro va a haber Lio, en Río va a haber Lio. El Señor hoy los llama. ¡Ey, Jugadores! A ustedes les hablamos, muchachos. Les hablamos con el corazón. Vamos a demostrar que somos los mejores del mundo. Sabemos que habrá un clima hostil, ¡pero se tienen que agrandar en las malas! La gente es la que hace grande este país. Dásela a Messi que está solo, dásela que está solo.

Vamos con la camiseta a todos lados. Las ciudades se llenan de celeste y blanco. Alentamos. Llorar es cosa de hombres. Los chicos quieren jugar como ellos… y  ellos juegan como chicos. Alguien vio el futuro en una bola, alguien vio un grande en un chico. Ahora voy a hacer que te sientas orgullosa de mí, mamá, porque te lo merecés. A Sergio le preparaba seis mamaderas en el día. Yo llevaba a Ángel a entrenar en bicicleta; todos los días hacía 10 kilómetros, con lluvia, como sea. ¡LTA me gritó un alemán! Hay que poner garra, hay que poner garra. Juntos no nos para nadie. Corran, luchen, sufran, ¡pongan lo que tienen que poner!  Somos 40 millones transpirando la celeste y blanca. Somos todos amigos: con alguien que nació en Francia pero les dijo no gracias a los franceses, con un chico que se bancó miles de inyecciones para poder crecer y jugar este Mundial. Yo siempre lo alentaba, le decía que él era el mejor. Se puede ganar o perder, pero lo más importante es dejar todo en la cancha.

La vida es eso que nos pasa entre Mundial y Mundial. Argentina sos mi vida. Cueste lo que cueste, gracias por alimentar tanta pasión. Nos convierte en mejores argentinos. Todo el país frente a los televisores. Vos podés cambiar de mujer, podés cambiar de auto, pero la camiseta de Argentina no se cambia. De la nada somos mejores. La vida se parece bastante a un partido de Argentina. Se eriza la piel, el sueño es posible. Pongan, metan, bailen. Se van a encontrar con un país que no duerme por este sueño. Con un flaco que tiene el fuego sagrado por haberse criado entre carbones. Messi, andá, humillá y dibujá. ¿Sobreviviste a la vuvuzelas? Vamos para adelante, carajo. Somos puntuales, generosos. Nos abrazamos gritamos. Entonces así, nace el abrazo más famoso de la historia del futbol, el abrazo del alma. No hay límites para bancar los trapos. ¡Siempre! Es una pasión enorme el futbol, no tiene límite. Juntos llenemos de vida la copa de todos. La gloria muchachos, la gloria es toda nuestra. Transpiren hasta que no puedan más, dejen la vida en el campo. ¡Recen!  ¡imploren! ¡Prometan! Somos un pueblo que inventó algo mejor que el fútbol: el amor al fútbol. Para un verdadero hincha no hay límites para seguir a la Selección a todas partes. Al futbol se juega con los pies y con el corazón pero la Copa del Mundo se levanta con el alma. ¿Y si dejás de fumar o tomar para que pasemos de ronda? La gente es la que hace grande este país. Vamos para adelante, carajo. O juremos con gloria morir. Calles vacías, televisores encendidos, banderas colgadas. Madurar lleva tiempo: no seas cabezón… Festejá con Martín Palermo, motivá con el Coco Basile y comentá con el Bambino Pons.