El Negro Fontanarrosa dijo una vez que la televisión por cable era como el Aleph que Borges inventó: todo, todo, confluía en un solo punto, un solo lugar. Mientras Borges veía el alba y la tarde, un laberinto rojo, un cáncer en el pecho y una quinta en Adrogué, el Negro prendía un televisor a principios de los noventa y se encontraba con una película danesa, un cocinero afgano y un partido de Boca en Japón.

fusco 1El Torneo de Treinta, ahora que lo conocemos, es más o menos así: en un solo fin de semana vemos a Malrrechaufe, Spinacci, Rigamonti y Mattia, vemos a un equipo que empató siete veces 0 a 0 y otro que tiene de ayudante de campo a un relator, vemos a un Racing que gana y al Belgrano de Zielinski jugar bien, vemos a un delantero colombiano que cada fecha juega en cuatro partidos y cuatro días distintos, vemos a un equipo de Misiones que se viste como si fuera uno de la Segunda División de Brasil, vemos al 9 de la selección italiana, vemos una camiseta invadida por siete publicidades, vemos a dos o tres equipos a los que los dirige el Negro Astrada, vemos al 10 de River de nuestra adolescencia, vemos a Lugüercio y Sand.

Vemos y veremos todo eso mientras sentimos infinita veneración, infinita lástima, por el inconcebible fútbol que mutilamos al multiplicar. Pero hay algo, esta vez hay algo que –quizá– se pueda rescatar: el Torneo de Treinta es el bar de la Guerra de las Galaxias, y eso está buenísimo también.

fusco 2Los 15 partidos nos desbordan. Creíamos que el viernes se había jugado uno y se jugaron tres. A la noche del domingo nos parece que el lunes jugará Gimnasia, que persigue a nuestro equipo en la tabla, y resulta que Gimnasia ya jugó, ya perdió, y que el lunes juegan Tigre y Newell’s –porque todos los lunes de todas las fechas juegan Tigre y Newell’s. Hay fechas en las que San Martín de San Juan no juega, nadie sabe por qué: el Show del Fútbol lo podría investigar. O por qué Lucas Aveldaño juega de 2 en Chicago y de 6 en Sarmiento de Junín. Los relatores que cuentan los partidos de Argentinos sólo mencionan al Lobo Ledesma, a veces a Rinaldi, e insisten en que al equipo lo dirige Domenech. Gino Clara juega en Colón.

El bar ha vedado la omnisciencia. Unión de Santa Fe tiene un central que se llama Rolando García Guerreño. En Crucero del Norte hay un delantero paraguayo con cuerpo de tonel. Los encontramos sin conocerlos, sin buscarlos, haciendo zapping, y lo único que queremos ahora es correr al kiosco a comprar sus figuritas. Zapping, eso, zapping: el Torneo de Treinta es otra victoria de la pulposa tevé basura, una idea kirchnerista para que Quintín, un periodista que en su web escribía una nota sobre cada uno de los diez partidos de la fecha, ahora fallezca de imposibilidad. Campeonato de Primera División, Julio Humberto Grondona, lo llamaron. Le hubieran puesto Copa Tato Bores y habría cerrado mejor.

Y sin embargo pasará, como todo pasará, y en unos años un hijo o un sobrino volverá de unas vacaciones en la Costa, se tocará el pecho con una mano y nos dirá: “Mirá la que conseguí: la de Aldosivi, cuando jugaba en Primera”. Hipnotizados le sonreiremos, no le diremos nada pero igual sentiremos el retorno –una cosquilla en un antebrazo, una luz– de aquel pasado en el que todo era un poquito mejor.