Esta vez fuimos varios los que bebimos hasta terminar filosofando sobre los entrenadores, esa curiosa profesión que nunca terminamos de saber cuánta injerencia tiene o deja de tener a la hora que empieza a rodar la pelota. Hay equipos a los que se les nota la mano de un técnico. Eso que se llama identidad. Otros, la mayoría, parecen un rejuntado del parque Saavedra.
Caravario sostiene una teoría que ya la ha escrito más de una vez: como en el fútbol argentino no existen los proyectos, o son pura sanata, a los técnicos se los podría cambiar fecha a fecha. Lo mismo que hacen los entrenadores con los jugadores lo podrían hacer los dirigentes con los técnicos. Con esto, ya teníamos para divertirnos un rato con el debate.
Luego apareció Cheb para dividir la raza: según él, hay entrenadores para dirigir play off y hay entrenadores para dirigir campeonatos largos. Si quieren, lo pueden leer acá. Si no quieren, les contamos que la teoría de Pablo vino a cuenta de Bauza y sus dos Libertadores. Para él, un técnico copero como el Patón “cambia piezas según el rival, idea series de ida y vuelta con un ingenio digno de reconocer, toma riesgos según la circunstancia y prepara a sus muchachos de manera distinta cuando es local y cuando es visitante”. Y casi todos coincidimos.
El tema es que también coincidimos en que San Lorenzo pasó la primera fase de la Copa de casualidad. Sí, ahí cuando la Libertadores no se juega con “partidos de 180 minutos”, el equipo dio más pena que otra cosa y terminó pasando más por errores ajenos que por méritos propios. ¿Partidos para recordar? El 3 a 0 a Botafogo por la angustia de la clasificación y el 5 a 0 a Bolívar. Después, no mucho más. Un equipo práctico, un equipo inteligente, un equipo que sabe hasta dónde ir. En fin, lo que se suele decir de los equipos que juegan poquito y son eficaces.
Bauza podrá perder todos los partidos de este torneo de acá hasta que se vaya que le va a dar lo mismo: ya se ganó una estatua en Boedo. Sin embargo, San Lorenzo tiene un prestigio que mantener. Pero tampoco puede despedir al técnico que lo sacó campeón de América y desaprovechar su sabiduría para el Mundial de Clubes. O para la Copa Argentina. Entonces, ya bien bebidos, se nos ocurrió una solución: dos entrenadores para San Lorenzo. Uno para el campeonato y Bauza para los torneos que se juegan a todo o nada en un partido.