“La caída de la URSS fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”.
Vladimir Putin siempre tuvo un sueño, desde que era un joven estudiante de derecho en la Universidad de Leningrado: defender a la Unión Soviética. Para eso comenzó su carrera como agente de la KGB y para eso también se convirtió en presidente del estado que la reemplazó. En su corazón, al igual que en el de muchos de sus compatriotas, la patria a la que llaman Rusia no es la actual, sino la que fundaron los bolcheviques hace cien años. “Aunque era necesario reformar los sistemas político y económico, había que luchar por la integridad territorial del Estado ruso, porque aunque los bolcheviques lo llamaron URSS, en realidad era Rusia”.
Los rusos quieren volver a ser soviéticos. Y para eso organizarán la Copa del Mundo. El torneo de fútbol del próximo año no es más que el comienzo de una nueva revolución, muy diferente a la que duró más de diez años a comienzos del siglo XX. Esta revolución comenzará a darse desde lo simbólico y mediático. Las primeras chispas no saldrán de los campesinos y los obreros, sino de los hinchas. El inicio será muy diferente, pero el final será el mismo: una Unión Soviética poderosa, orgullosa.
La presentación del afiche oficial del Mundial dejó un mensaje tan claro que parece insólito no haber comprendido antes por qué Putin estaba tan interesado en que su país sea la sede. Rusia presentó su candidatura en enero de 2009, con el tiempo necesario para preparar como corresponde el evento que cambiará su historia una vez más. Casi nueve años más tarde, por intermedio de un video de Youtube de menos de un minuto, la Unión Soviética comenzó a renacer.
La estética retro es un guiño a los tiempos pasados, en los que el pueblo era dueño de su destino. Un balón antiguo y dos niños que saltan a cabecear, un gol, una radio. Luego aparece el primer símbolo inequívoco de las intenciones rusas: el Sputnik. La URSS fue líder en materia de adelantos tecnológicos, desde el teléfono celular hasta viajes especiales. El Sputnik es el primer satélite artificial de la historia de la humanidad y uno de los más grandes orgullos soviéticos. No podía faltar.
Luego, se ve a Yuri Gagarin, el cosmonauta que en 1961 se convirtió en el primer ser humano en viajar al espacio exterior, a bordo del Vostok 1. Mientras la cámara se aleja, Yuri sonríe, como presagiando el regreso de la época en la que Rusia siempre llegaba primero. A continuación, se ve al gran protagonista del afiche: Lev Yashin. La Araña negra, el mejor futbolista de la historia del país organizador del Mundial. Yashin comenzó su carrera deportiva en una fábrica, como todo buen soviético, y jugó en un sólo club a lo largo de su vida: Dínamo Moscú, el equipo que representaba al ministerio del interior.
Tras la atajada de la Araña Negra, la antigua pelota de cuero se transforma en la “Telstar”, utilizada en las Copas de 1970 y 1974, años de apogeo de la URSS. ¿Cómo se llama el balón del próximo Mundial? Telstar. Quien toma contacto con la pelota es Diego Maradona, un futbolista con reconocida militancia comunista que se ha cansado de elogiar a Fidel Castro, uno de los socios más entrañables de la URSS. El argentino le marca su histórico gol a la Inglaterra imperial.
Al final del video se muestra el poster completo. Yashin, victorioso, ataja con la mano izquierda. El balón, más grande de lo normal, es mitad el mapa de la URSS y mitad los gajos antiguos. Un mundo dividido en dos. La Perestroika pero al revés.
“De la noche a la mañana, 25 millones de rusos se despertaron fuera de Rusia”, dijo Putin acerca del final de la Unión Soviética. Su misión es devolverle la patria a esos expulsados. La revolución ya está en marcha. La Copa del Mundo es una excusa.