Si el Diego o Lio no parecen de carne y hueso, Dick tampoco. El artillero –dueño de una pegada tan potente como la de Gabriel Batistuta- fue el protagonista de una historieta publicada durante dieciocho años en más de ciento cincuenta diarios de distintas partes del mundo, realizada por Alfredo Grassi, el guionista argentino más prolífico del que se tenga registro: dick2escribió más de diez mil guiones firmando con su propio nombre o con diecisiete seudónimos distintos. Según reveló, llegó a crear cincuenta y cuatro aventuras en un mismo mes, un verdadero récord merecedor del Guinness.

Dick, el artillero es una aventura protagonizada por un futbolista de 20 años, modesto y talentoso, típico pibe de barrio, que vive con su mamá y tiene una novia –Nita- de la que  tiene que separarse cuando le llega el éxito y se ve obligado a viajar. No sólo debe alejarse de su amada y su familia, sino también cuidarse de la mafia, que quiere abusarse de su ingenuidad.

La historia comienza con un grupo de chicos que juega al fútbol en un potrero y, por accidente, rompe un vidrio. El que se acerca a protestar es un señor gordo, dueño de un club, que se sorprende con el talento de los jugadores y los convoca para formar un equipo.

La saga, curiosamente, no está situada en la Argentina, sino en algún lugar indefinido de América. En sus inicios, en los años ‘70, fue publicada en los Estados Unidos y se reprodujo en Francia, Holanda, Irlanda, Bélgica, Alemania, Colombia, Israel y hasta en las Islas Fiji.

En Sudáfrica, la tira no duró mucho. Fue rápidamente censurada por el apartheid, debido al protagonismo que tenía Polidoro, un talentoso compañero de equipo de raza negra, amigo inseparable de aventuras de Dick.

futbol-robotsEl personaje, apodado Poli o La flecha negra argentina, era un homenaje que el autor hacía en la historieta al rey Pelé. No fue el único caso en que se suspendió la publicación de la tira: un diario brasileño la discontinuó porque en uno de los episodios el equipo perdedor se llamaba Bandeirantes.

La estructura de la historieta se repite en muchos episodios: los protagonistas parecen a punto de perder el partido pero revierten la situación sobre la hora con un potente remate de Dick, el Artillero.

Sin embargo, el deporte funciona siempre como disparador para aventuras muy diversas, algunas vinculadas al fútbol de manera tangencial y otras que nada tienen que ver con él. Los argumentos pueden incluir drogas y extorsiones hasta aventuras en la selva, más cercanas a Tarzán que a una Copa del Mundo. Tal vez por eso Grassi haya definido su obra como “una serie policíaco-deportiva”.

En uno de los episodios, por ejemplo, el avión en el que viajan los futbolistas del Spartans es secuestrado y aterriza en la selva. Polidoro es herido y Dick y su entrenador salen en busca de ayuda: tropiezan con indios, yaguaretés y cocodrilos.
Todo lo sortean con suerte y habilidad física. Dick manejas lanzas y se mueve con destreza y agilidad. Pero si alguien comenzara la lectura en la mitad de la aventura, no se daría cuenta de que la historieta está protagonizada por un futbolista.

Los mejores dibujos de la saga son, precisamente, cuando el Artillero vive aventuras fuera de la cancha de fútbol.

Quizá porque José Luis Salinas -uno de los más grandes ilustradores argentinos- se sentía encerrado en el rectángulo de juego, acostumbrado a representar espacios abiertos y aventuras marítimas como Hernán, el corsario o Sandokan.

Dick el artilleroEl escritor, periodista y guionista de historietas Juan Sasturain, también conductor del programa Continuará, señala que Dick no fue el mejor trabajo de Salinas pero “tiene la calidad garantizada de un maestro”. Además, recuerda que varios de los cuadritos equivocan reglas básicas del fútbol, un deporte que el artista desconocía. Cuando el dibujante dejó de lado la historieta para dedicarse a la pintura de temas camperos, su verdadera obsesión, fue reemplazado por Luis Olivera.

Dick, el Artillero es una rara avis en la historia de la historieta argentina, que curiosamente dedicó muy pocas viñetas al fútbol, a pesar de la pasión por ese deporte que caracteriza al país. El nacimiento de la tira también sorprende: surge por encargo de King Features Sindicate, para donde trabajaban Grassi y Salinas.

Este tipo de agencias estadounidense pedía a los historietistas obras que pudieran ser comercializadas a numerosos países del mundo. Semejante diversidad de lectores obligó al guionista a escribir los argumentos en un castellano neutro, sin demasiados brillos, y a incluir personajes internacionales, con Jeff, un norteamericano que reside temporalmente en el país debido al trabajo de su padre y que se convierte en inseparable amigo de Dick y Poli. En ese sentido, Grassi fue un adelantado al fútbol europeo de hoy, donde compiten equipos que son verdaderos seleccionados cosmopolitas.

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Publicado en el número 62 de la edición impresa de Un Caño. Septiembre de 2014.