(…) El regreso (de la Selección) a Buenos Aires fue en el Monumental, el 23 de marzo de 2017. Como había ocurrido en los partidos previos en el estadio de River, el negocio completo volvió a ser para Los Borrachos del Tablón mientras que en la tribuna Centenario hubo algunos pocos barras identificados con Independiente y Lanús. El triunfo 1 a 0 frente a Chile le dio un poco de aire a una Selección que estaba con la soga al cuello, pero la posterior derrota en Bolivia frente al local por 2 a 0 terminó con el ciclo de Edgardo Bauza como entrenador e inauguró el de Jorge Sampaoli, que fue contratado por la nueva dirigencia de la AFA que había tomado posesión del cargo a fines de marzo, tras una elección de lista única que encabezaba Claudio Chiqui Tapia y que tenía el aval expreso de Hugo Moyano, presidente de Independiente, y Daniel Angelici, mandamás de Boca. (…)
(…) La primera prueba de fuego de esa dirigencia fue en la doble jornada de Eliminatorias que trajo empate en Montevideo frente a Uruguay por 0 a 0 y otra parda pero esta vez en Buenos Aires, en el Monumental, por 1 a 1 contra Venezuela y con barras del Ascenso e Independiente revendiendo entradas para la tribuna Centenario y Los Borrachos del Tablón para la Sívori. Pero el resultado inesperado, la frialdad del público y la posibilidad cierta de quedarse fuera del Mundial activaron el plan B, el que venía esperando la barra de Boca hace tiempo: una mudanza a la Bombonera para el crucial encuentro contra Perú. En la Bombonera no se jugaba un encuentro oficial desde casi veinte años atrás: el 16 de noviembre de 1997, cuando la Argentina empató con Colombia 1 a 1 por las Eliminatorias al Mundial de Francia 1998, y habían pasado cinco años desde el último amistoso, frente a Brasil con triunfo 2 a 1. Pero la presión por volver era incontenible, contaba con el beneplácito del plantel y la enfervorizada anuencia de Chiqui Tapia, hincha de Boca, y de Daniel Angelici, quien ante la consulta periodística si iba a estar o no la barra de Boca y lo que eso significaba, sólo atinó a responder: “Mientras ganemos y nos clasifiquemos…” A buen entendedor… (…)
(…) Fuegos artificiales antes del partido. Un telón con los colores argentinos pintado a nuevo. Tirantes celestes y blancos, que son esos estandartes que nacen en los paravalanchas y van hasta el final de la tribuna. Decenas de paraguas patrios y banderas de palo. 500 camisetas de la Selección con el número 10 en la espalda y la leyenda “Jugador Número 12, Los dueños de la historia”. Y miles de banderitas plásticas de tamaño visita papal para repartir entre la gente. Y Rafael Di Zeo comandando todo el operativo desde la calle. Eso se vivió desde temprano en una Bombonera colmada. Lo que no sabía la AFA es que tras el pacto y todo el cotillón, La Doce les había mejicaneado el dinero entregado para la fiesta. Es que el verdadero negocio para la barra no tenía que ver sólo con la reventa de tickets. De hecho, sólo recibieron para ese partido 900 (700 populares y 200 plateas), de las cuales al circuito de reventa fueron 400. Todas las otras entradas que se revendieron por sitios de internet y agencias de turismo salieron de las entregadas institucionalmente al club anfitrión en concepto de peñas y agrupaciones, a los otros clubes que también tienen cupo propio, a los sponsors y a la venta interna de la AFA y de la empresa web que las comercializa. Tanto es así que el fiscal Cristian Longobardi, que tuvo la causa por la reventa, mandó a hacer inteligencia en los lugares habituales donde La Doce comercializa lo suyo y no logró sacar nada.(…)
(…) Y aunque la Argentina no pudo con Perú y fue empate en cero, para La Doce fue un triunfo no sólo por los bolsillos llenos, sino por la despedida: a diferencia del Monumental, la barra cantó como si el equipo de Sampaoli ya estuviese clasificado. Sabían que era el broche de oro: si el plantel lo aceptaba, habría pasajes a Rusia con las mismas caras y banderas que ese jueves de octubre habían copado la Bombonera. Cuatro días más tarde, Messi frotaba la lámpara en Ecuador, la Argentina ganaba 3 a 1 y el matrimonio quedaba consumado. A tal punto que un mes después, en Moscú, a 24 horas de jugar el primer amistoso de puesta a punto para el Mundial frente al local, el mejor jugador del mundo recibió una plaqueta en la habitación del hotel Radisson que compartía con Sergio Agüero. La misma decía “Al mejor jugador del mundo. Lionel Messi. Con cariño y respeto. Jugador N° 12” y el diez de la Selección la mostraba con una sonrisa en su rostro. ¿Cómo llegó hasta ahí? Algunos miraron a la empresa organizadora del partido, World Eleven, pero otros quizá con mejor ojo apuntaron al círculo chico que acompañaba en la delegación al presidente de la AFA, entre los que estaba por ejemplo Luciano Nakis, hijo del vicepresidente de Independiente que meses más tarde terminaría preso por integrar presuntamente una asociación ilícita con la barra brava de Independiente. Lo cierto, más allá de las especulaciones, es que la foto consumaba un matrimonio que tendrá su luna de miel dentro de poco tiempo, cuando 90 barras de Boca en un tour all inclusive sigan a la Selección, bancarios por la AFA y muchas otras manos más.
¿Serán las únicas en ese periplo europeo? No parece. El resto también anda buscando fondos, aunque de forma distinta. La de Independiente, por más que su primera línea está en serios problemas con la Justicia, no ceja en su intento. De hecho, en aquel partido contra Perú en la Bombonera la barra fue a la cabecera que da al Riachuelo y mostró una bandera argentina que decía “Los Diablos Rojos, Rusia 2018”. Un mes más tarde, ocurrió lo impensado: un grupo comando liderado por su jefe, Pablo Bebote Álvarez, interceptó al técnico del equipo, Ariel Holan, a la salida del predio de entrenamiento que Independiente tiene en Villa Domínico. Se le subió al auto donde iba el entrenador, que era manejado por su ayudante Javier Telechea, y le exigió 50.000 dólares para que la barra pudiera viajar a Rusia. Holan hizo la denuncia por extorsión y Bebote terminó en la cárcel, al igual que varios de sus acólitos, por asociación ilícita. Pero aun así la barra no dejó de soñar con el viaje, a punto tal que en los siguientes partidos siguió flameando la misma bandera, la que firmada por Los Diablos Rojos lleva la leyenda de Rusia 2018. Varias barras más también se aprestan a viajar, a sabiendas de que los tickets, como siempre, estarán disponibles desde la dirigencia oficial. Lanús, Huracán, Racing, San Lorenzo, los equipos cordobeses y de Santa Fe lideran una movida para llevar entre 15 y ocho barras por team, mientras que los del Ascenso aspiran a poner no menos de la mitad por cada club de la B Nacional y la Primera B que acompañaron con su voto a Chiqui Tapia en su ascenso hasta el sillón presidencial de la AFA. (…)
(…) Mientras Guillermo Madero, director de Seguridad en Espectáculos Futbolísticos de la Nación, dice tener acordado todo con la seguridad rusa para que los barras no puedan pasar, éstos, como en Brasil 2014, no se hacen muchos problemas. Aseguran que allí estarán, como hace cuatro años, como siempre, en un Mundial para dejar claro que, aunque La Doce sea en esta ocasión la oficial, todos son, de alguna manera, la barra de la Selección. Una imagen que define al fútbol argentino, donde la delincuencia y los negocios turbios se mezclan con la pasión del hincha común, que se prepara para verlo por televisión mientras que esos mercaderes de la violencia estarán en vivo y en directo, vivando a Messi y haciendo negocios. Como ayer, como mañana, como siempre.
(*) Parte del capítulo referido a Rusia 2018 del libro Asalto al mundial. Barrabravas, política y negocios. La historia negra de las hinchadas argentinas en la Copa, de Gustavo Grabia. Editorial Sudamericana.