En el partido del domingo entre Boca y San Lorenzo, después de que –inocentemente- el Pollo Vignolo saludara a alguien como suelen hacer los relatores con los amigos, el periodista de campo de juego Marcelo Benedetto metió un bocadillo con fuerte contenido político: “Y un saludo también para Chiqui Tapia y Daniel Angelici, que están mirando el partido”.
Por sus antecedentes, podemos considerar que Benedetto es un ocasional vocero del poder. Y más allá de la chupada de medias de ocasión, haber metido en la misma frase a los dos directivos (presidente de AFA y presidente de Boca, por si hay algún incauto), e incluso dar la impresión de que estaban juntos mirando el partido, no parece casual. Parece, en cambio, un mensaje. Un mensaje dirigido. ¿A quién? Según interpretamos, a Hugo Moyano.
Traducimos y ponemos en contexto. De un tiempo a esta parte, se empezaron a notar cada vez más las rispideces entre el Gobierno Nacional y la familia Moyano en su rol de sindicalistas. El propio presidente Mauricio Macri, en algún momento muy unido con el líder de Camioneros, se despegó de su figura y se puso en la vereda opuesta. Hay una suerte de guerra declarada entre ellos.
Ex hombre de fútbol, no es ningún secreto que Macri todavía mantiene una pata en Boca a partir de la presidencia de Daniel Angelici, que además de su rol en el club ocupa un espacio destacado como operador de confianza de Cambiemos, tanto en la justicia como en el ámbito de los juegos de azar. Moyano, además de su histórico puesto sindical, ocupa la presidencia de Independiente. Entre ambos, habían unido fuerzas para acomodar al Chiqui Tapia –casasdo con la hija de Moyano y presidente de Barracas Central- en la presidencia de AFA.
La ruptura de relaciones quedó definitivamente aireada con una maniobra periodística. La semana pasada, el delincuente de Independiente Bebote Álvarez (que solía usar máscaras y esconder su rostro en cada intervención pública) habló a cara descubierta desde la cárcel para dejar un título incendiario: “Los Moyano lavan plata en Independiente”. También dijo que a Holan lo amenazaron los Moyano (y no la barra brava). Y varias otras cosas que dejaban pensar en un servicio prestado al gobierno de turno, el de Macri, el de Angelici.
La duda, entonces, surgió en Un Caño. “Y ahora que Macri y Moyano ya están decididos a tirarse con munición gruesa, ¿de qué lado queda Chiqui Tapia?”, nos preguntamos en Twitter.
Y ahora que Macri y Moyano ya están decididos a tirarse con munición gruesa, ¿de qué lado queda Chiqui Tapia?
— Un Caño (@REVISTAUNCANIO) February 1, 2018
Benedetto respondió al aire: Tapia estaba mirando el partido con Angelici. Toda una declaración de principios, en caso de haber sido cierto que estaban juntos viendo la TV. E igualmente fuerte en caso de no haber estado juntos: se dice igual, a través del ámbito público, a través del tipo que suele decir las cosas que quieren los poderosos que sean dichas. El hombre fuerte de AFA ya eligió al caballo que piensa ganador. Y Moyano parece haber perdido a un aliado fuerte en el fútbol.
Unas horas más tarde, el Chiqui se mandó al cumpleaños de Carlitos Tevez. El delantero de Boca que más de una vez bancó públicamente a Angelici. Y a Macri. Bah… al poder.
Públicamente, Matías Lammens, el presidente de San Lorenzo, planteó su disconformidad.
Moyano eligió el silencio, pero debe haberse quedado pensando. Sabe que le mandaron un mensaje. Para decirlo en términos futboleros, ahora la pelota está en su poder. En las próximas horas se conocerán sus movimientos.