El 24 de septiembre de 1983, Andoni Goikoetxea -defensor del Athletic de Bilbao- le pegó una patada de novela a Diego Maradona, entonces en Barcelona, y le fracturó el tobillo izquierdo. Rescatamos del archivo una nota que se publicó en un diario de Bilbao un par de días después del hecho, el 28 de septiembre. Trataba de bajarle un poco el tono a la maldad del fracturante, posiblemente buscando una sanción menor que la que se venía.

Acá tienen el artículo, imperdible pintura de manija mediática local de época firmada por Patxo Unzueta. Especial atención al final, en que el Goiko malo se declara “amigo” del Diez. La sanción fue de 18 partidos. Tras la apelación, se redujo a apenas siete. Algunos meses después, Maradona y Goikoetxea demostraron lo amigos que eran en una batalla campal insólita, en la final de la Copa del Rey.


“Desde los tiempos de Viriato es conocido que en este país la dimensión del héroe no se mide tanto por sus meritorias acciones como por el contraste de su figura con la del personaje elegido para representar el papel de villano.

go2Maradona es el mejor jugador de fútbol del mundo, pero desde el sábado por la noche sus cualidades no se afirman por ellas mismas, sino en relación a la contrafigura de Andoni Goikoetxea, el defensa central autor de la entrada que mandó al Pelusa al quirófano. El presunto villano, por su parte, se niega a aceptar ese papel y afirma que «si hay justicia, ninguna sanción debe caerme por lo que solo fue un desgraciado accidente en un lance normal del juego».

Un defensa central, para llegar a ser alguien en el fútbol, debe no solo serlo, sino parecerlo. Es decir, tener aspecto de defensa central. El problema de Goikoetxea, como en su día el de Ovejero o ahora mismo el de Arteche, es que lo parece demasiado, que tiene demasiada cara de defensa central.

De nada servirán sus protestas de inocencia a la vista de su nariz de boxeador, de su corpulencia, de su aspecto general de levantador de piedras. Goikoetxea tiene un asombroso parecido con el actor francés Gerard Depardieu, que se hizo popular entre nosotros a raíz de su intervención en Los rompepelotas. Sin embargo, el defensa central del Athletic, cuya cabeza piden los forofos barcelonistas, según un titular de prensa de estos días, es, fuera del campo, todo lo contrario al desenfadado personaje encarnado por Depardieu.

Serio, sencillo y silencioso, las tres características que Baroja atribuía a los marineros vascos que pueblan sus novelas, encajarían bastante bien a la hora de definir a este mozo de Alonsótegui, que acaba de cumplir 27 años, es padre de una niña de 17 meses y que en los inicios de su carrera deportiva estuvo a punto de fichar por el Real Madrid.

El Athletic anduvo más listo y lo incorporó a su plantilla cuando jugaba en el Arbuyo, un modesto equipo de la margen izquierda del Nervión. Internacional juvenil, sub-21, olímpico y absoluto, Goikoetxea es un defensa central sobrio atrás y espectacular en sus subidas al ataque, en particular para cabecear saques de esquina.

go3Ayer, tras el entrenamiento celebrado en Lezama, Goikoetxea se esforzaba por aparentar una calma que estaba lejos de experimentar. Por enésima vez explicó las circunstancias de la jugada y distinguió entre lo que es «una entrada alevosa sin balón» y un «choque en disputa de la pelota». Recordó dos antecedentes (la lesión del sevillista Santi por N’Kono y la del madridista Bonet por Migueli) como ejemplos de lesiones graves involuntariamente causadas «en lances normales del juego», y cómo en ninguno de los dos casos hubo sanción federativa. Por eso le parecen a Goiko «increíbles» las cosas que estos días han dicho de él algunos periódicos, en los que se le compara con Atila, se le tilda de «brutal agresor» y se le acusa de ser «el encargado del trabajo sucio».

Y es que la contaminación semántica que ha plagado el lenguaje futbolístico de terminología bélica (disparar a gol, fusilar al portero, soltar un cañonazo) y hasta necrófila (rematar) ha dado estos días un nuevo paso, al incorporar expresiones como «terrorismo deportivo» y otras sutilezas.

Goiko no quiere hablar de estas cosas porque «yo no quería vengarme de nada, sino solo recuperar el balón». Además, Maradona es para Goiko «una persona a la que aprecio mucho». De ahí que se negase ayer a que cualquier periodista estuviera presente cuando telefoneó al as argentino. «No se trata –explicó-, de un acto público, para quedar bien, sino de una conversación privada con un compañero de profesión a quien, si él quiere, seguiré considerando amigo mío»”.