Dos asuntos marcaron su paso por Independiente: su pelea con la barrabrava, por la que no pocos le pusieron un traje de héroe, y el descenso del equipo, por el que no pocos lo condenaron como si se tratara de un demonio. Lo que nadie puede reprocharle son actos deshonestos o maniobras de corrupción. No suele ser poco eso para un dirigente de fútbol. Casi un año después de haber dejado el club, ahora en manos de Hugo Moyano, uno de sus adversarios políticos internos, y con la vuelta a pleno de los barras que él mismo había enfrentado, Cantero publicó “Contra el sistema”, una novela en la que a través de la historia de un dirigente relata todo lo que sucede en el submundo de la pelota, lo que no se muestra por televisión. Todo eso que él mismo vivió, aunque se cambien los nombres y todo se cuente como una ficción.

–¿Quién es Víctor Abascal, el protagonista del libro?
–Es un presidente de un club, que podría ser cualquiera, y que empezó con muchísimas ilusiones y después fue descubriendo un sistema que desde afuera no se ve. Son decisiones que se toman entre cuatro paredes o se razonan en una cochera con cincuenta tipos que te están esperando, por eso el subtítulo es “El lado oscuro del fútbol”. Algunos dicen que Abascal es mi alter ego (ríe). Soy de los que piensan que los que escriben ficción escriben una gran parte de su realidad. Y este libro no es la excepción.

–¿Por qué elegiste la ficción?
–Me permitió jugar un poco más. Me pareció más creativo. Y por otro lado, hay algunas cosas que se cuentan ahí, anécdotas que me han pasado, que si las ponía con nombre y apellido corría algunos riesgos judiciales, económicos o físicos.

–El libro finalmente es una descripción de cómo funciona el sistema del fútbol, ¿fue esa la intención?
–Sí, es que es así. Uno podría haber arreglado mejor las canchas de entrenamiento si aceptaba las coimas que me daban los representantes. Y en el mejor de los casos porque estaba aceptando las coimas para ponerlas en el club. Hay muchos otros que no las ponen en el club. Los representantes se enojaban cuando me negaba a eso. En el sistema no podés sacar los pies del plato. Yo lo hice y eso me jugó en contra. Incluso cuento en el libro cómo a quien todos creían que era mi gran enemigo, el jefe de la barra brava, lo salvé para que no vaya preso.El sistema indicaba que si yo quería avanzar tenía que acceder a lo que me estaban pidiendo.

–Lo que contás es que te ofrecen plantarle cocaína a Pablo “Bebote” Álvarez, que en el libro se lo reconoce como Alcides, ¿es así?
–Sí, un ídolo del club me trajo a un comisario general, que me propuso sacármelo de encimapara lo que quedaba de mi mandato. “Le ponemos cocaína en el auto, lo detenemos y le pagamos a la 1° de Avellaneda”, me dijo. Yo no iba a hacer eso. Hubiera sido convertirme en lo mismo que eraél. El personaje, Alcides, nunca se enteró de eso. Pero me debe una.

–Revisando tu actuación, lo que se advierte es que la barra nunca desapareció. Se habrá alejado de la cancha, pero siguió organizada. ¿Es imposible terminar con una barra?
–Totalmente lo contrario. Lo que nosotros hicimos fue la demostración de que se puede terminar con la barra. Durante dos años y medios tuvimos aplicado el derecho de admisión. Ahora, si todos los clubes hicieran eso sería mucho más fácil. Si lo hacés solo el que queda expuesto sos vos. Algunos dirigentes pensaban que los dejaban expuestos. No, me dejaron expuestos ellos a mí.

–Decís que la Policía es uno de los peores enemigos que tuviste, ¿por qué?
–Porque la policía y la justicia son quienes te deben defender. De la barra ya sabés que tiene malas intenciones. Pero si policías, jueces y fiscales están más cerca de la barra, estás rodeado. Una vez me dijeron que tenía que amigar a los jefes, que estaban peleados. ¿Cómolo hacía? ¿Con un asado en mi casa? Lo que querían era sacarme la foto con los capos de la barra.

–¿Y el poder político qué papel jugó?
–Hubo dos caras en muchos casos. Tipos que vinieron a sacarse una foto, con un discurso correcto, y después sabías que maneja la barra de otro club. Pero no fueron todos los casos iguales. Cuando una noche 200 barras rodearon mi casa llamé a Alejandro Granados (ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires) y a los 15 minutos estaba lleno de policías. Por eso no me gusta generalizar. Juan Manuel Abal Medina tuvo conmigo gestos que yo no voy a olvidar jamás. Y lo mismo puedo decir de Gabriela Michetti, que fue muy solidaria conmigo, o de VictoriaDonda. No fue sólo un palo político.

–¿Extrañás algo de ser presidente de Independiente?
–Nada. Te juro que absolutamente nada. Quizá porque la pasé muy mal, porque no dormía bien, y ahora mejoré la salud, volví areencontrarme con mi mujer. Estoy disfrutando mucho esta etapa.

–¿Pensás en algún momento para qué me metí en esto?
–No, porque la vida es una sucesión de hechos irrepetibles. No es ciencia ficción que volvés para atrás. Hice todo lo posible, y la gente me trata muy bien. Está el futbolero que quiere ganar con la mano, pero está el otro que ve el fútbol por divertimento y no está dispuesto a matar para que el equipo gana.

–¿Qué perdiste en ese tiempo que ya es irrecuperable?
–Tengo una mochila muy pesada que es el descenso, y que se me va a ir el día que me muera. Pero que hasta ese día la voy a tener que llevar conmigo.

–¿Te pesa mucho?
–Sí, porque yo también soy futbolero y sé lo que significa eso. Te quita un poco de peso saber que hiciste todo lo posible y saber que no fuiste un ladrón, que no fue que trajiste jugadores para robar y entonces te fuiste al descenso; es decir, que las consecuencias de tus malos hábitos te llevaron a eso.
La entrevista completa en: Diario Tiempo Argentino