Sólo un amante de las estadísticas podría recordar el único contacto entre la selección argentina y la iraní. Transcurría marzo de 1977, faltaba poco más de un año para la Copa del Mundo que se desarrollaría en la Argentina y el combinado dirigido por César Luis Menotti fue invitado a España para disputar un cuadrangular en conmemoración del 75º aniversario del Real Madrid. Los otros participantes, además del anfitrión, eran justamente Irán (que también se preparaba para el Mundial) y el equipo campeón de África, el Mouloudia Chaabia de Argelia. El conjunto argentino, que contaba con la mayoría de los titulares que un año después alzarían la Copa (destacaban las ausencias de Fillol, Passarella y Kempes), necesitó de una definición por penales para doblegar a su rival: los 90 minutos terminaron empatados en 1, con gol de Bertoni de penal.
La apabullante victoria electoral de Mahmoud Ahmadinejad, un ex guardia revolucionario del Ayatola Jomeini, de perfil ultraconservador, modificó los resortes de poder en el país. La elección reflejó la frustración de millones de iraníes de las clases populares, a los que el libre-mercado y las reformas aperturistas de su antecesor (Mohammad Jatami), habían empujado a la pobreza. La avanzada política transformadora incluyó un movimiento desestabilizador sobre la Federación Iraní de Fútbol (IRIFF). La FIFA respondió suspendiendo la participación de Irán en cualquier competencia internacional.
En las tres décadas y media que se sucedieron desde aquel encuentro hasta la actualidad, el conjunto asiático tuvo sus altibajos futbolísticos ligados más a las contingencias políticas que a lo específico del fútbol. Mientras el equipo hacía su debut mundialista en Argentina 78, en Teherán se desarrollaban las protestas que desembocarían en la revolución islámica que destronó al Shá y encumbró en el poder al Ayatola Jomeini (República Islámica). Posteriormente Estados Unidos fogoneó la guerra con Irak y durante ocho años hubieron otros asuntos mucho más importantes para atender, antes que dedicarle tiempo a la pelota. Terminada la guerra, la década del 90 transcurrió con apariciones fugaces, hasta que el “Team Melli” consiguió clasificarse para Francia 98. Después, en los Mundiales, no obtenía muy buenos resultados pero parecía que progresivamente recuperaba su protagonismo regional (perdió el repechaje intercontinental con Irlanda para Corea-Japón 2002 y clasificó directamente a Alemania 06), hasta que un nuevo trasfondo político desestabilizaría al fútbol.
La apabullante victoria electoral de Mahmoud Ahmadinejad, un ex guardia revolucionario del Ayatola Jomeini, de perfil ultraconservador, modificó los resortes de poder en el país. La elección reflejó la frustración de millones de iraníes de las clases populares, a los que el libre-mercado y las reformas aperturistas de su antecesor (Mohammad Jatami), habían empujado a la pobreza. La avanzada política transformadora incluyó un movimiento desestabilizador sobre la Federación Iraní de Fútbol (IRIFF). La FIFA respondió suspendiendo la participación de Irán en cualquier competencia internacional.
El frente interno del equipo, también generaba controversias y exclusiones. En un partido clasificatorio para Sudáfrica 2010, varios futbolistas (Ali Karimi y Medhi Mahdavikia, entre otros) que no jugaban en la Liga local ingresaron al campo de juego con una pulsera verde (color utilizado por el líder de la oposición Mir Hossein Mousavi en su carrera presidencial) en apoyo a las protestas opositoras por una supuesta campaña fraudulenta de Ahmadinejad para garantizarse la reelección. Como era de esperarse, nuevamente salió perjudicado el fútbol iraní, dado que pese a que la medida no fue difundida oficialmente, los jugadores involucrados estuvieron marginados de la selección por un largo tiempo y el equipo se quedó sin Mundial.
Al asumir la dirección técnica, el portugués Carlos Queiroz puso como condición que se las puertas de la selección estén abiertas para todos los iraníes. La medida no sólo benefició a los excluidos, también permitió el ingreso de los hijos de exiliados. Tanto Karimi (ex futbolista del Bayern Munich y elegido el mejor jugador asiático del 2004) como Mahdavikia (histórico por haberle convertido el gol de la victoria a EEUU en Francia 98) participaron en la fase de clasificación mundialista, pese a finalmente no quedaron en la lista final de los 23 convocados. Los que si consiguieron su lugar fueron: los alemanes-iraníes Daniel Davari (arquero del Eintracht Braunschweig) y Ashkan Dejagah (la figura creativa del equipo que pasó por el Hertha y el Wolfsburgo antes de recalar en el Fulham inglés), el holandés-iraní Reza Ghoochannejhad (el goleador del equipo) y el lateral iraní-estadounidense Steven Beitashour que juega en el Vancouver Whitecaps de la MLS.
A pesar de que en otros aspectos a Irán se lo puede considerar un país con una impronta conservadora, en materia futbolística hay que reconocerle que disputará la Copa del Mundo gracias a que se adaptó a los nuevos tiempos y a la globalización del deporte. Conformó una delegación multiétnica, plurilingüe e interreligiosa, que le permitió llegar a Brasil 2014 pero, salvo que Sabella y sus muchachos entren dormidos, difícilmente le alcance para hacerle partido a Argentina.
Fuente: DeporTV