El tema se presta para un concienzudo examen de la memoria que, lógicamente, no podrá por más asombrosa que sea, recordar a todos los grandes futbolistas que integrando una zaga de club desde la implantación del profesionalismo a la fecha, han quedado grabados en la mente y el corazón de los aficionados, especialmente de los que ya en 1931, año del comienzo oficial del profesionalismo –hacía rato que existía sin declarársele reglamentado– sufrían por la divisa preferida.

Yo no soy de los más veteranos pero ya en el 28, todavía de “leones” cortos me hice la única rabona de mi vida estudiantil en el Nacional Mariano Moreno, para escuchar desde un café la transmisión y comentarios de aquella final en Ámsterdam con los uruguayos. ¡Qué desilusión..!

Lo recuerdo nítidamente… más aún porque a mi lado estaban dos figuras cumbres del deporte argentino. Un señor guardavalla, y valga lo de señor por su jerarquía de crack y por la hidalguía y caballerosidad que supo exponer en su larga y exitosa trayectoria. Estoy recordando a Marcos Croce, hoy en 1955, importante funcionario en el Casino de Mar del Plata.

El otro, más en apogeo y de actualidad entonces, era Justo Suárez, el Torito de Mataderos, verdadero ídolo del pueblo que tanto le quiso por sus demostraciones de bravura y guapeza y para quien tiene hoy guardada su estampa y esa sonrisa de pibe bueno en un rinconcito predilecto de sus sentimientos…

Pero volvamos al tema: “Las grandes zagas del profesionalismo”. Bueno, me adelanto a solicitar indulgencia y tolerancia porque para conformarlos tendría que citar a todos los zagueros, año tras año, desde 1931 a 1954… y lo que va del 55.

Por supuesto que mencionaré a muchas parejas notables, algunas que pasaron a ser célebres en el historial de nuestro fútbol y también en los anales sudamericano y rioplatense. Pero a todos, completamente a todos, estimados lectores, no podría conformarlos. Y lo comprendo: porque cuando se llevan metidos muy hondo en el pecho los colores de un cuadro, cuesta reconocer bondades y superioridades.

Siempre en la discusión surgen los hombres de la divisa querida. Y yo declaro que mucho respeto la opinión de todos, y que reconozco y acepto los merecimientos y cualidades de muchos de aquellos cuyos nombres no cito. Pero es muy sencillo comprender que este modesto trabajo, no es una guía de parejas de zagueros. Mas bien, una impresión o juicio que acertados o no, pretende ser sincero e imparcial.

Además hay algo que resulta indiscutible: así como siempre, en cada temporada, hemos tenido varios y hasta podría decir muchos grandes arqueros, también es cierto que parejas de zagueros los hemos tenido en cada año de variada calidad, pero muchas de rendidora capacidad. Que para el caso es lo que interesa. Porque no hablamos solamente de los zagueros de más calidad o técnica (lo que se entiende por técnica clásica o sutil, atildada) sino de los mejores, pues con uno de aquellos y otro rendidor aunque no de subida calidad, se han formado zagas notables.

Della Torre y PaternosterBastarían estos pocos ejemplos: Della Torre y Paternoster, de Racing; y Bidoglio y Mutis, de Boca; en una misma época, en los comienzos del profesionalismo. También Delovo y Recanatini, de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Unos años después, el moreno brasileño Domingos Da Guía y Valussi, también de Boca, y para ir a una mayor actualidad y citar una zaga así de estilos distintos pero rendidores por ensamble y compenetración de funciones, lo que significa ausencia de egoísmo, defecto éste que cuantas veces malogra una tarea, mencionemos la de una entidad modesta, Banfield, con Ferretti y Bagnato, en 1951 especialmente, cuando Banfield igualó a Racing el primer puesto y le “peleó” mano a mano el campeonato en partidos decisivos.

Hasta entonces fuera de los llamados “grandes” o poderosos, ninguno de los modestos había realizado tal hazaña. Podría citarse como grandes actuaciones también, pero lejos de la resonancia de la de Banfield, la de Platense empatando el segundo puesto con River en 1949, después de 34 cotejos que demandó el certamen y el segundo lugar asimismo de Vélez, igualando a Racing en el torneo del 53. Que por gol average quedó subcampeón Vélez. Pero esto de decidir un puesto, sobre todo tan importante, por este sistema, me parece ilógico. En fin… pero eso es “harina de otro costal”… Estábamos en los backs.

SISTEMAS Y MARCACIONES
Antes de referirme, o mejor dicho, nombrar a las zagas que se distinguieron en los clubes en las distintas temporadas, viene al caso discurrir un poco sobre el tan conversado “sistema”.

No invadiré jurisdicciones, pues otros prestigiosos colegas y mejores amigos se referirán sin duda a esto en los comentarios sobre cuadros que hicieron época. Pero entre los zagueros y ya que tanto se habla de marcaciones estrictas de los backs “policemen” como les llaman en Inglaterra –entre nosotros podríamos citarles como “custodias con cerrojo”–, también hubo desde hace añares los que acaso sin ser tan “estampillas” como en la actualidad, también tenían su hombre en la marcación.

Bidolgio y MuttisRecuérdese sino al vigoroso Mutis cuidando de cerca a Pedrito Ochoa. O al gran Vico Bidoglio preocupado por Pichín del Giúdice, Seoane o el uruguayo Lago. Paternoster –¡ah Marqués del quite elegante y la ubicación admirable! – acercándose cuanto podía a ese otro maestro Nolo Ferreira –que lo era de profesión, pero acaso mucho más como futbolista–, aunque éste no estuviera en poder de la pelota.

Y no hablemos de los grandes shoteadores; ni qué decir de Bernabé Ferreira a quien, pese a no existir la marcación de hombre a hombre, prácticamente se le hacía, ya que cuando se adelantaba para entrar al área había veces en que hasta un back y otro defensor se le acercaban desesperados. No hablo ya de una entrada con la pelota, sino sin ella, esperando el pase.

Recuerdo que cierta vez, en un partido, Perinetti se pasaba gritándole a Della Torre que no se apartara del Cañonero de Rufino. O cuando el fornido Vasco Lecea le decía cada vez que jugaban contra River a su compañero Fazio: “Vos metele al ñato ese del taponazo si se le escapa a Corazzo. No te le vayás de al lado aunque esté sin la pelota, porque en cuanto la reciba, me lo estropea al flaco” (el flaco era Sangiovanni).

O sea que sin saberlo, sin mencionarlo como tal, también el fútbol de antes tenía “su sistema”. Claro que más generoso, menos “amarrete”, pero también había marcación. Solamente que a nadie se le dio por nombrarle como sistema propiamente dicho, aunque por supuesto se hablaba de tácticas y características que debían oponerse a tal o cual rival.

Los grandes zagueros del profesionalismo, menos ceñidos a una rígida disciplina, tenían sus cánones. Pero más liberales. Cada uno exhibía su estilo según su idiosincrasia, según su temperamento. El impulsivo, el más recio, por lo general salía a cortar el juego. Era el que enfrentaba, el que deshacía un avance o dificultaba al rival, a lo mejor para que tras su intercepción, se luciera su compañero en un rechazo o apoyo. Y ya que algunos citamos antes; ahí estaban en esa tarea de salir sacando pecho, Mutis, Della Torre, Di Paola, Nery, Felipe Cherro, Gilli, Lecea, Forrester, Ferrario, Scarcella, Recanatini, Basílico, Gilli, Valussi, Máspero, Blanco, y algunos más, por nombrar a los de los primeros años del profesionalismo.

La lista sería mucho más extensa si continuáramos hasta el presente, pero estimo que ya sus nombres y sus figuras están más a tiro de la memoria de los amigos lectores. Y a propósito: el público, la afición en general –y no decimos la totalidad porque por suerte en cualquier época muchos fieles a los “tablones” supieron ver bien e imparcialmente–, gran parte del público, decía, fue injusto en sus apreciaciones. Y también algunos periodistas o comentaristas. Ya era archisabido después de un partido aquello de “…se destacó Bidoglio, bien secundado por Mutis”. Nunca o casi nunca: “Muy bien Muttis, bien secundado por Bidoglio”. Pero Vico que tenía tanto de crack consumado como hidalguía, supo decir muchas veces: “La gente es injusta con Ramón; cuántas veces debido a su esfuerzo yo me luzco; y cuántas veces fue él quien salvó la plata”.

Lo mismo podríamos decir de González y Scarcella, Delovo-Recanatini, Nery y Rodríguez y del mismo Valussi, jugando con Domingos o Marante, sin contar muchos casos más.

El Ruso González, espectacular, movido, se veía más que Scarcella. Siempre su nombre surgía en el comentario antes que el de Scarcella que, cuántas veces era más positivo, más eficaz. Lo mismo Nery, más absorbente, cubriendo más sector de cancha, espectacular en sus despejes y rechazos, obligaba a verlo más. Pero Rodríguez era gran jugador, aunque mucho más sobrio, menos movedizo.

Ni que decir de Valussi, que dentro de su juego simple, rendía admirablemente. Pero se veía más al notable negro Domingos, además de su calidad estupenda, acaso también por su color. O a Marante, impulsivo y atlético, más espectacular. Lo mismo ocurrió –y hablando de zagas internacionales– con Sobrero, tan rendidor y seguro, pero tan sobrio que aún siendo más eficaz, se veía menos que el mismo Marante, por ejemplo, o Salomón.

CASACAS HUMILDES Y PODEROSAS
Ferreti y Bagnato
El fútbol criollo tuvo siempre, en cualquier época grandes zagueros. Que algunos hayan quedado más en el recuerdo, sí. Pero ocurre también que hubo una razón de popularidad o prestigio de casaca. Grandes zagueros no tenían la misma fama en el club modesto, donde se hicieron o militaban, que la ganada luego en una entidad de subida nombradía.

La lista de ejemplos sería larga y me parece innecesaria. Piense un poquito el lector, y vendrán a sus labios nombres de zagueros que en clubes más poderosos recién adquirieron la celebridad que se les retaceaba mientras jugaban igual o acaso mejor en entidades más humildes. En nuestros seleccionados formaron zagas admirables. Pero siempre –y conste que no nos salimos de la era profesional– quedaron postergados valores de aptitudes o capacidad similar y hasta superiores a los designados.

Seríamos injustos si culpáramos a los dirigentes o seleccionadores. Pensemos que no se podía conformar a todos y que la riqueza de valores en cada puesto obligaba a decidirse por una pareja sin dejar de reconocerse cuanto valían las otras, que también podrían haber integrado las selecciones. Lo que sí, opino, es que algunos zagueros ordinarios fueron postergados y olvidados, no brindándoseles la oportunidad de que tuvieran la honra de vestir la casaca nacional porque pertenecían a clubes modestos, reparándose más en los que jugaban por los llamados “grandes”.

Hablábamos de los zagueros más espectaculares, de los que cubrían más campo y que por sus estilos eran absorbentes. Digamos también que los hubo en sentido opuesto y que sin embargo también lograban sobresalir por su clase consumada y su asombrosa colocación.

A Recanatini, por ejemplo, se le veía siempre en sus saltos y rechazos espectaculares. Quedaba más en el recuerdo. Pero asimismo admiraba la colocación y calidad de Delovo. Ni que hablar de Paternoster, el siempre recordado Marqués pocas veces igualado en su sentido de la colocación. Solía decir siempre que no se trata de correr en la cancha, sino de ubicarse. Pero esto que resulta tan sencillo, es en fútbol como en muchos deportes una singular virtud que, por ser tal, una virtud, sólo está al alcance de los menos.

Forrester y De SaaCuello, el zaguero tucumano de River, también era de los que no necesitaban correr mucho. También el notable Gallego De Saa, que con Forrester compusieron una zaga extraordinaria y con los cuales Vélez Sársfield asentó tan lindo capítulos en su historial.

Domingos Da Guía, de una calidad insuperada, parecía siempre que iba a ser “sobrado” por la velocidad del rival y llegaba unos centímetros antes para el quite o el rechazo. Alberti, Montafiez, el Zurdo Rodríguez, Palma también, Piano, Vaghi e Higinio García, ambos fuertes y decididos pero de envidiable colocación, pues pocas veces se les veía en esforzada carrera.

Basso, otro señor del área y varios más que sostenían que no se trataba de correr para llegar primero, sino de saber colocarse.

Y llegamos al final de nuestra nota. En un recuadro aparte he deseado recordar a grandes zagas del profesionalismo. Es probable que haya omitido la mención de algunas. No significa desconocimiento de su capacidad. Pero no podemos ubicar a todas las zagas. Y conste que si no figuran las que usted desea amigo lector, puede ser olvido mío, pero puede ser también que uno de los zagueros no esté a la altura del otro y el propósito de la nota, más que otra cosa, es exaltar la zaga completa… no a uno solo.

Y si menciono a ése, al crack, su compañero tendría razón de sentirse disminuido y hasta amargado… Porque pensará que puso tanta o más voluntad que el otro, el mimado por la popularidad; tanto o más corazón… tanto o más cariño por la divisa que confió en él. Y le parecerá injusto que no le recordemos. Y si algunos han sido mejores por más hábiles o más fuerte, sus compañeros también dejaron girones de energías. Y eso es suficiente para merecer nuestro respeto y consideración… ¿verdad?

LAS GRANDES ZAGAS DEL PROFESIONALISMO

1931

ARGENTINOS: Di Paola y Giacchetti.
BOCA: Bidoglio y Mutis.
ESTUDIANTES: Nery y Rodríguez.
LANÚS: Piaggio y Ruschiani.
PLATENSE: Ferrarlo y Blanco.
RACING: Della Torre y Paternoster.
SAN LORENZO: Pacheco y Fossa.

1932

FERROCARRIL OESTE: Noceda y Gilli.
INDEPENDIENTE: Fazio y Lecea.
RIVER: Cuello e Iribarren.
SPORTIVO BARRACAS: Cherro y Casalini.
TALLERES: Agnelli y Azcárate.
VÉLEZ: De Saa y Somni.

1933
GIMNASIA: Delovo y Recanatini.
RACING: González y Scarcella.
RIVER: Basílico y Cuello.

1934

BOCA: Moisés y Bibí.
RIVER: Juárez y Cuello
SAN LORENZO: Pacheco y L. Gilli

1935

BOCA: Domingos Da Guía y Valussi.
CHACARITA: Santiá e Iribarren.
PLATENSE: Ibáñez y Blanco.
RIVER: Juárez y Bezos.
TALLERES: Wilson y Máspero.

1936
CHACARITA: Santiá y Terzolo
GIMNASIA: Montañez y Recanatini.
SAN LORENZO: Tarrío y L. Gilli.
VELEZ: Forrester y De Saa.

1937
INDEPENDIENTE: Lecea y Coletta.
TALLERES: Salomón y Máspero.

1938
GIMNASIA: Montañés y Davolo.

1939
HURACÁN: Marinelli y Alberti.
PLATENSE: Aldabe y Boero.
RIVER: Vassini y Cuello.

1940
BOCA: Ibáñez y Velussi.
ESTUDIANTES: Rodríguez y Palma.
HURACÁN: A. Gilli y Alberti.
RIVER: Vaghi y Cuello.
SAN LORENZO: González y L. Gilli.
VELEZ: Battaglia y De Saa.

1941
BANFIELD: Gualdoni y Fatecchi
FERRO: Noseda y Garavano.
INDEPENDIENTE: Fazio y Coletta.
SAN LORENZO: González y Díaz.

1942
BOCA: Marante y Valussi.
PLATENSE: Aldabe y Boero.
RIVER: Vaghi y Ferreyra.

1943-1944
ATLANTA: Cruz y Bedia.
CHACARITA: Spinelli y Emanuele.
PLATENSE: Piano y Boero.
RACING: Salomón y García Pérez.
ROSARIO CENTRAL: Yebra y Dezorzi.

1945
BOCA: Manante y Dezorzi.
GIMNASIA: Chiarini y Montarle.
INDEPENDIENTE: Crucci y Arrigó.
LANÚS: Alvarez y Filippo.
NEWELL’S: Colmán y Sobrero.
RIVER: Vaghi y Rodríguez.
SAN LORENZO: Vanzini y Basso.

1946
LANÚS: Calvente y Filippo.
RACING: Palma y Filgueiras.

1947
INDEPENDIENTE: Barraza y Amigó.
RACING: Yebra y Palma.
ROSARIO CENTRAL: Armándola y Soria.
VÉLEZ: Huss y Allegri.

1948
CHACARITA: Spinelli y Pizarro.
ESTUDIANTES: Ferretti y Violini.
HURACÁN: Uzal y Filgueiras.
PLATENSE: Piano e Iglesias.
RACING: H. García y Palma.
TIGRE: Pasarín y García Pérez.

1949
SAN LORENZO: Zubieta y Basso.

1950
BANFIELD: Ferretti y Bagnato.
BOCA: Colmán y Otero.
RACING: H. García y García Pérez.

1951
FERROCARRIL OESTE: González y Garansini.
INDEPENDIENTE: Barraza y Cardozo.
PLATENSE: Capalbo y Menéndez.
RIVER: Pérez y Soria.

1952
ESTUDIANTES: Pirone y Violini.
RACING: Dellacha y García Pérez.
ROSARIO CENTRAL: Aressi o Virginio y Federico Vairo.

1953
BOCA: Colmán y Edwards.

1954
FERROCARRIL OESTE: Pirone y Garansini.
INDEPENDIENTE: Barraza y Violini.

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(*) Atilio Eugenio Chiesa, conocido en el periodismo deportivo como Damián Cané, se inició en el periodismo, en el año 1938, colaborando en la sección Deportes del diario Pregón. Poco después ingresó a La Cancha y en 1943 ingresó a la radiofonía en L.E.4 en la que actuaba con Fioravanti. Más tarde se sumó a las redacciones de Mundo Deportivo y el diario Democracia.

Nota publicada en Historia del fútbol, Editorial Eiffel, tomo III, en 1958,