Este domingo, Oliver Atom cumplió 50 años haciendo lo que mejor sabe, jugar al fútbol. No estoy loco ni alucino, hablo en serio. Kazuyoshi Miura, décano mundial de los futbolistas profesionales, vestirá un año más la camiseta del Yokohama FC, equipo que milita en la J2 League de Japón, la segunda división del fútbol nipón.
Kazuyoshi es, además de una leyenda de su país, el chaval que inspiró al dibujante de manga Yoichi Takahashi a crear la figura de Oliver, sin duda el futbolista animado más célebre de la historia. “A pesar de que sobre todo me inspiré en Kempes y Maradona para las jugadas inverosímiles, realmente quería que el personaje de Oliver Atom tuviera muchas similitudes con Kazu Miura, ya que fue el primer futbolista japonés en jugar en el extranjero”, reconocía el creador de Campeones: Oliver y Benji en unas declaraciones recogidas en la revista So Foot.
Sin duda, las trayectorias de ambos jugadores son paralelas. Ambos nacieron en Shizuoka y ambos emigraron a Brasil para mejorar su técnica de juego. Sí, Oliver tiene mucho de Kazu, que con 15 años se marchó de su país para aprender de la escuela de fútbol brasileña. Imagínatelo, un niño japonés solito en el país de la samba, y todo esto en los años ochenta.
El pequeño Kazuyoshi creció en una generación de japoneses que empezó a interesarse por el fútbol europeo, pero por entonces no había ni ligas profesionales ni nada que se les pareciera en el país. Él quería ser profesional, y pese a la negativa de su familia, decidió volar a Brasil, donde había una importante colonia japonesa. Para pagarse su estancia trabajó de guía turístico y vendedor ambulante, y tras formarse en las canteras del Santos y el Palmeiras, dos históricos del Brasileirão, Miura volvió a Japón como la piedra angular de la incipiente profesionalización del fútbol nipón.
“Después de jugar en Brasil, mi precio ha aumentado considerablemente. He aprendido técnicas que pueden resultar de gran valor para el fútbol japonés, carente de cualquier estilo”, afirmó Miura, en 1989, a la corresponsal de La Vanguardia en Brasil. La idea, según el jugador, era convertir a Japón en El Dorado del balompié oriental.
Kazu acertó, porque Japón sigue siendo a día de hoy la liga asiática con el nivel de juego más elevado y estable dentro del continente. Él, dentro de la misma, se erigió rápidamente como principal referente y estrella de masas. Su vida y actitud, por supuesto, corroboraban su talante como figura. Miura, para empezar, tenía a un padre mafioso. Según cuenta el periodista Jake Adelstein en su libro Tokyo Vice, el jugador decidió usar el apellido de su madre ya que Nobu Naiya, su padre, mantenía estrechos lazos con la yakuza.
Con el paso del tiempo, Kazuyoshi Miura se convirtió en mucho más que un futbolista. En 1993, todas las discotecas de Japón bailaban el ‘Kazu dance’, inspirado en las celebraciones de gol del jugador, que empezó su trayectoria profesional en la isla con el Verdy Kawasaki, donde marcó 100 goles en 192 partidos. Ese mismo año, Kazu fue nombrado mejor jugador asiático del año, primer MVP de la J-League y, para acabar de redondearlo, se casó con una célebre actriz japonesa. “Le debemos mucho. Podíamos fichar a muchos extranjeros famosos, pero necesitábamos a nuestro héroe para que la gente lo amara. Miura fue nuestro hombre”, reconocía Saburo Kawabuchi, impulsor del fútbol profesional nipón, en Panenka.
Tantos éxitos llamaron la atención del fútbol europeo, y el Genoa CFC convirtió a Miura en el primer futbolista japonés en pisar los terrenos de juego del Calcio. En Italia, sin embargo, le persiguió la mala suerte. En su debut contra el AC Milan, Francesco Baresi le rompió el tabique nasal y tuvo que ser evacuado al hospital con una conmoción cerebral. En total disputó 24 partidos y marcó un solitario gol, eso sí, en el derbi contra la Sampdoria. “Ganar el derbi con un gol mío fue una alegría única, todavía recuerdo toda esa emoción”, recordaba en la Gazzetta dello Sport.
En Japón le esperaban con los brazos abiertos.
Siguió anotando tantos a todo trapo y se erigió también como la referencia de la selección nacional. En 1994 sumó 12 goles en los 14 partidos de clasificación para el Mundial, pero los japoneses cayeron a manos de Arabia Saudita y se perdieron la cita en Estados Unidos. Más inexplicable fue su ausencia en Francia 1998, cuando el seleccionador Takeshi Okada le dejó fuera de la lista a pesar de haber marcado 18 goles en 19 partidos tan solo en 1997. Okada era un fanático de la disciplina y la tradición, y consideraba que su estrella era un “brasileño excéntrico”. No viajar a Francia fue un mazazo que le alejó definitivamente de la selección.
Para olvidar ese mal trago, Kazu volvió a perseguir el éxito en Europa. Se marchó a Croacia, pero con el Dinamo de Zagreb tampoco encontró oportunidades para desarrollar su juego eléctrico ni desempolvar su instinto de killer del área. Su mayor logro en los Balcanes fue jugar un partido de Champions League, inscribiendo su nombre como el del primer japonés en disputar la máxima competición continental. En 2005, con 38 años, fichó por el Yokohama FC, donde todavía sigue siendo una pieza importante para el entrenador.
Durante su carrera, Miura apareció en anuncios de todo tipo y llegó a doblar a un personaje del Detective Conan. A pesar de alejarse del apellido de su padre, la mala fortuna hizo que le confundieran en los ochenta con un empresario acusado de asesinar a su esposa que, claro, se llamaba igual que él. Presumido, en una ocasión explicó que le gustaba cambiar de traje cada vez que salía a la calle, aunque fueran varias veces en un mismo día. Dicen que el tío hasta se compró un piso en Tokio para guardar toda su ropa.
Para quitarse la espina clavada del Mundial, Miura se apuntó a la selección de futsal de su país, con la que disputó la Copa del Mundo de Tailandia en 2012. No tuvo mucha suerte, ya que el equipo cayó eliminado a la primera de cambios y tampoco pudo anotar ningún gol. En su palmarés, al final, se tuvo que conformar con cuatro títulos de liga en Japón, un campeonato Paranaense y una liga de Croacia, además de varios títulos de copa en su país.
Entre paparazzis, apariciones en shows televisivos y ataques de egocentrismo, Kazu perdió el ritmo goleador que le llevó a la primera plana del fútbol de su país. Sin embargo, sus 55 goles en 88 partidos con el combinado nacional, y su debut en su trigésima primera temporada como profesional, justo el día en que cumplió 50 años, siguen hablando muy bien de la figura del Oliver Atom de carne y hueso.
“Si no fuese jugador de fútbol, no creo que hubiera podido existir”, confesaba Miura, alérgico a la prensa, en una de sus pocas entrevistas que se pueden recuperar en Youtube. Si él no hubiera existido, Oliver no habría seguido su camino en Campeones. Así que gracias, Kazu.
NdR: El artículo fue publicado originalmente en Vice.