La idea original que presentó Buenos Aires para ganar la sede de los Juegos Olímpicos de la Juventud (YOG, por su sigla en inglés) en la elección realizada el 4 de julio de 2013 en Lausana revitalizaba la frustrada idea del corredor olímpico ribereño con la que la administración menemista intentó -sin éxito- la sede de los JJ.OO. 2004: para no generar gastos innecesarios se utilizarían 13 de las sedes alineadas en una franja casi externa al caos de la ciudad (River, Boca, La Rural, Tiro Federal, GEBA, Cenard, Hipódromo, bosques de Palermo, Buenos Aires Golf, Hípico Argentino, Parque de los Niños, Parque Sarmiento y CUBA en Núñez). Afuera del organigrama, la pista de remo de Tigre y un estadio de atletismo en Parque Roca. Y se le sumaba el gancho de que la Villa Olímpica, a erigirse en Villa Soldati, tras la competencia se destinaría a viviendas sociales.
La idea se basaba en una inmejorable polarización natural de los escenarios en nuestra capital, amén del concepto que maneja el Comité Olímpico Internacional (COI) para estos Juegos en los que pueden utilizarse emplazamientos ya existentes de escala intermedia o estadios transitorios con tribunas tubulares. Todo el plan se cotizó a un hipotético costo final de u$s 231,09 millones, que traducido al cálculo de la administración que lideraba Mauricio Macri (la ciudad es la responsable oficial de la sede) suponía al erario porteño un gasto total de $ 1.040 millones.
Así opinaba del plan Mauricio Macri minutos después de ganar la sede
En los siguientes dos años el proyecto no avanzó demasiado. El cambio de figuritas que se dio a fines de 2015 en la Reina del Plata (Macri llegó al sillón de Rivadavia y Horacio Rodríguez Larreta asumió como Lord Mayor) generó un impensado volantazo que pudo ser urdido casi a la nula publicidad de los actos que tuvo la preparación de la sede de Buenos Aires 2018.
Uno de los focos de la gestión de Rodríguez Larreta es la urbanización de zonas verdes en el norte de la ciudad. Así en junio de 2016 logró la aprobación para la formación la Agencia de Bienes que terminó consiguiendo el desalojo del Tiro Federal Argentino (TFA) de su solar de 60.000 metros cuadrados en Núñez para levantar un hipotético “Parque de la Innovación”. Las promesas mutaron con el tiempo y el jueves último se votó la relocación del TFA a un predio en Vicente López en una agitada elección en la que Martin Lousteau sumó sus votos a Cambiemos, para ubicar a la centenaria institución en una zona inundable en la boca del arroyo Medrano y comprometerse a hacer un moderno polígono aunque sin establecerse el costo de las futuras obras, que estarán a cargo de la Ciudad. En ese contexto, se legisló la desafectación del dominio público de los terrenos: quedará en pie el edificio del TFA como sede social (no puede tocarse por ser Monumento Histórico Nacional), pero el “Parque de la Innovación” quedó en el olvido y el resto del terreno fue dividido en dos parcelas que totalizan 13 hectáreas que serán vendidas para proyectos urbanísticos edilicios ya que se aprobaron construcciones de hasta 25 metros de altura.
En su siguiente movida, Rodríguez Larreta apuntó la mirada a otro terreno lindante en los fondos con el TFA: el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard). De acuerdo con la lógica operativa del jefe de Gobierno, las 11 hectáreas que funcionan –con altibajos- como la principal usina de talento deportivo desde la década del 50 podían en una zona cuyo metro cuadrado promedia los u$s 3.163 a la depreciada Villa Soldati, con un valor cuatro veces menos: u$s 784. Sólo faltaba una excusa y los YOG fueron la clave. Para eso se lanzó, sin demasiada alharaca, una reformulación de la ubicación de los escenarios de Buenos Aires 2018 a fin de justificar la generación de nuevos escenarios deportivos en la zona Sur de la Ciudad. Si bien la comunidad deportiva sonó alarmas sobre la posible erradicación del Cenard, el cambio de rumbo ya estaba dado lo que se confirmó en septiembre de 2016 al votar una ley local que creó el llamado Distrito Villa Olímpica.
La falta de criterio en la gestión de Cambiemo la ilustra el hecho que que el único emplazamiento existente en la zona Sur (el estadio Mary Terán de Weiss), que originalmente se utilizaría para el tenis, debió ser dejado de lado por la falta de manteniiento y las demoras en la construcción del techo, una obra que luego de tres años duplicó su presupuesto original (de $ 95 millones en 2014 a actuales $ 197 millones y contando). El nuevo plan de operaciones generó cambios en las sedes de 32 de los 36 deportes reubicándolos en un organigrama de cuatro parques deportivos (Palermo, Tecnópolis/Parque Sarmiento, Puerto Madero y Villa Soldati, además del yachting en San Isidro). Sin embargo, a menos de un año del comienzo de los YOG, las chapuzas siguen a la orden del día ya que en los últimos días se recién cerró un acuerdo para que el patín carrera y el BMX se hagan en Vicente López, mientras que el golf sigue buscando un club en Pilar que lo albergue y cuya cancha tenga reconocimiento de la Federación Internacional, algo que carecen los 18 hoyos del campo de la Ciudad, en Palermo. Los deportes fueron distribuidos de la siguiente manera:
Si bien las obras fueron adjudicadas mediante licitaciones, las ganadoras de los concursos de precios fueron empresas especializadas en construcciones urbanas y no en infraestructura deportiva por lo que debieron comprar a paquete cerrado la tecnología específica sin que hubiera compulsa de precios. Un caso que sirve como muestra es el de la licitación para realizar el Pabellón C que contendrá la piscina olímpica. El Estado evaluó los costos globales en $ 504.736.585. A la compulsa se presentaron seis ofertantes. La elegida fue Niro Construcciones SA, con un estimado de costo de $ 508.091.151, más de tres millones de pesos sobre la cota máxima. Pero la constructora ubicada en el barrio de San Cristóbal, frente a los estudios de TyC Sports no contaba con el know how para hacer la pileta y eligió como asistente técnico a la italiana Myrtha Pool, pese a que la catalana AstralPool le ofreció a Niro una propuesta más económica y con el mismo nivel de excelencia. De manera llamativa, Myrtha es la preferida en la gestión de Carlos Javier MacAllister en la Secretaría de Deporte de la Nación, tanto que desde las oficinas de Miguel Sánchez 1050 se han generado expedientes de subsidios -como es el caso de la piscina para San Miguel de Tucumán- con la información técnica (y los logos) provistos por la compañía con base en Castiglione delle Stiviere. El basamento pantanoso de las tierras en Soldati no parece ayudar a la evolución de la construcción de las piletas y hasta hay polémicas entre el Comité Organizador que lidera Leandro Larrosa y los veedores del COI y de la Federación Internacional de Natación (FINA) ya que si bien hay un compromiso para hacer una pileta de 50 metros y otra para saltos ornamentales, la organización quiere evitar el gasto de la tercera pileta de calentamiento, algo que es obligatorio en cualquier competencia internacional.
Las idas y vueltas con los proveedores se extienden a otros deportes. Forbex -que fue la empresa que puso los pisos para el polémico Proyecto 40 canchas de hockey que lanzó Aníbal Fernández en su paso por la presidencia de la Confederación Argentina de Hockey- fue la elegida para instalar el sintético. Pero la Federación Internacional de Hockey no le dio reconocimiento y se deberá cambiar de marca. También existen problemas de infraestructura con la pista sintética de atletismo ya que la italiana Mondo no se atreve a dar las garantías mínimas de mantenimiento de un solado montado sobre un suelo inundable y con napas cercanas a la superficie por su proximidad al Riachuelo. El tiempo pasa, las obras de los estadios crecen a los tropiezos y los gazapos se multiplican.
*Publicado originalmente en el sitio Olímpicos Argentinos.
Pueden ver la primera parte del informe aquí.