Tengo una historia para Hollywood. Es una comedia romántica. Pero es de verdad. Empieza con un tío Croata entrando en un bar…
Fue el año 2011. Yo tenía 21 años. Llegué a España muy tarde – como a las 10 de la noche. Había estado jugando para Schalke en Alemania los 4 años pasados, y Sevilla estaba al punto de ficharme al día siguiente. Solo me quedaban hacer las pruebas médicas y firmar el contrato.
Mi hermano mayor viajaba conmigo, y cuando llegamos al hotel cenamos con gente del club. Por alguna razón, estaba con nervios después de cenar, y sabía que no podría dormir. Entonces, le dije a mi hermano, “Tomamos una copa y después ya iremos a dormir.”
Estas palabras me cambiaron la vida.
Porque la mujer que esa noche trabajaba en la barra era … Vaya, de otro mundo! Ésta es la parte de la película cuando todo va en cámara lenta, sabes? Ella era tan hermosa.
Me dije, Vale, Sevilla. Hala. Me gusta este sitio.
Pero no podía decirle nada más que “hola,” porque no sabía nada de castellano. Hablaba alemán, inglés, italiano, francés y serbocroata, pero nada de español. Fue terrible.
Entonces, mi hermano y yo estábamos allí sentados, charlando, cuando alguien de otro club Europeo importante llamó a mi hermano por teléfono. Dijeron que se habían enterado de que estábamos en Sevilla, y querían mandar un avión a recogernos para que yo fichara con ellos en vez de con el Sevilla.
En ese momento aún no había acuerdo oficial con el Sevilla. Fue un paso grande para mí irme a España y asumir un gran riesgo. Nuevo país, nuevo idioma… No conocía a nadie allí. El club que quería mandar el avión para buscarme… digamos que me proponía un cambio más fácil para mí.
Entonces, mi hermano me preguntó, “qué quieres hacer?” y yo le dije, “pues, le he prometido al presidente del Sevilla que me iría allá, y mi palabra vale más que mi firma.”
Y él dijo, “Bueno, se los diré.”
Después yo señalé hacia la barra y le dije, “Ves a nuestra camarera? Yo voy a jugar aquí para el Sevilla, y me voy a casar con esta mujer.”
Mi hermano estaba riéndose. Me dijo, “Vale, como tu digas.” Pensaba que yo bromeaba.
Al día siguiente, firmé el contrato con el Sevilla, y viví en ese hotel durante tres meses, mientras buscaba una casa. Cada mañana me acercaba al bar a tomar café o Fantas para ver a la hermosa camarera.
Solo sabía su nombre: Raquel. Ella no hablaba nada de inglés, y yo nada de español. Así que cada día… “Buenos días, Raquel. Un café y un Fanta naranja.”
No se como explicarlo. A veces, conoces a alguien y te sientes distinto. Cada vez que la veía … explotaba una bomba dentro de mí. Semana tras semana, empecé a aprender unas palabras españolas. Sí!!!! … me costaba, usaba mucho mis manos para explicarle a Raquel lo que le quería decir.
Ella lo encontró divertido. Fue en plan: “Yo, Jane. Tu Tarzán.”
Tomé grandes y ridículas cantidades de café!
Probablemente le pedí salir conmigo unas 20 o 30 veces.
Nunca me dijo “no,” pero siempre tenía alguna excusa como que tenía que trabajar y después a dormir. Después de 3 meses, me trasladé a mi casa, y me acuerdo que me sentía muy triste porque pensaba que tal vez esto había acabado. Pero no lo dejé. Todavía conducía al hotel para tomar mi café de siempre!
Si ella no estaba trabajando, me daba la vuelta enseguida para ir a otro sitio. Si estaba allí, pues eso me alegraba por completo el día.
En ese momento, mi español estaba mejorando, y podíamos hablar un poco más. Yo me esforcé en mirar la televisión española y escuchar la radio española en todo momento. Creo que tengo suerte porque, por alguna razón, la gente de los Balcanes suelen tener un talento para aprender los idiomas.
Un día, finalmente, Raquel me explicó por qué no saldría conmigo. Me dijo, “Eres un futbolista. Puedes moverte a cualquier país el año que viene. Lo siento, pero no.”
Ya sabes, no soy el tío más grande del mundo. Así que pensaba,
“Tal vez piensa que no soy muy bueno y el Sevilla me vende el próximo verano!”
Una gran parte de mi motivación fue encajar con el equipo y conseguir que esa chica cenara conmigo.
Literalmente, me tomó 7 meses. Llegué el 27 de enero. El 20 de agosto recibí un mensaje de texto, “Ella está aquí en el bar tomando algo con su hermana! No está trabajando!”
Llegados a este punto, casi todos del pueblo conocían mi historia, y alguien que estaba en el bar y me mandó ese mensaje. (Me niego nombrar a mi cómplice.)
Llamé a un amigo y fuimos directamente al hotel, y me senté justo al lado de Raquel. Le dije, “Pues, no estás trabajando. Al final tienes tiempo para cenar conmigo.”
Ella estaba sorprendida. Dijo que no sabía, tal vez…
Le dije, “No. No me voy. Sé que estás con tu hermana y todo, pero tenemos que empezar ya. Vámonos. Todos.”
Y entonces, todos salimos juntos.
Al día siguiente, nos encontramos para comer, y desde entonces hemos estado juntos. Seis años después, y ahora con dos hijas preciosas. Eso fue lo más difícil que he hecho en mi vida. Fue más duro que ganar la Liga de Campeones…y casi la misma duración.
Fue especialmente divertido cuando conocí a su familia por primera vez. En ese momento, estaba bastante seguro con mi español, pero después cuando estás con una familia grande, Dios mío…hablando tan rápido, con el acento sevillano, que es un poco distinto…no te creas que es tan fácil!
Su padre intentaba bromear conmigo, y no tenía ni idea que decía. Fingí que entendía, y me reía de todas maneras. Pero el supo que no tenía ni idea de lo que pasaba, y al final dijo, “No importa. Dáte dos o tres meses y lo entenderás todo.”
Yo creo que esto es una característica especial de la gente de Sevilla. Tiene un espíritu muy abierto, y reciben a todos como de la familia. Fue divertido, porque a mi esposa no se le da nada bien el fútbol, y pensaba que tal vez su familia sería igual. Pero son grandes fanáticos del Sevilla. El abuelo de mi mujer ya había fallecido cuando no conocimos, pero su padre me contó que en sus últimos días, cuando estuvo en el hospital, los enfermeros le quitaron la ropa para ponerle ropa del hospital, pero no les dejó quitarle su reloj.
Era su reloj especial del FC Sevilla.
Él dijo: “No, esto viene conmigo. Hasta el final. Si me voy, me voy con mi club.”
Yo creo que la gente no entiende bien cuánto nos influencia a los futbolistas la gente en nuestras vidas. Cuando nos entrevistan, siempre nos preguntan sobre los representantes, tácticas y entrenamiento, pero casi nunca sobre lo que pasa fuera del campo. Y para mi, eso es igual de importante que la carrera. En un período de seis años, yo me mudé desde Suiza a Alemania, y de allí a España. Fue una experiencia muy intensa y a veces solitaria. Yo fui un jugador bastante bueno en Basel y Schalke, pero siempre sentía que me faltaba algo.
Cuando conocí a mi esposa, sentí que tenía una verdadera razón por la cual jugar, y desde entonces, mi carrera subió a otro nivel. Tuvimos muchos años especiales en Sevilla. Fui nombrado el primer capitán extranjero desde que lo fuera Maradona. Fue un honor tan especial para mi!!!! Aún más por lo que significó el club para el abuelo de mi mujer.
También fue para mí un momento de mucho orgullo, debido a mi historia. Mis padres son de Croacia, pero emigraron a Suiza justo antes del comienzo de la guerra en Bosnia, porque sentían el peligro. Yo crecí en Suiza, idolatrando a Robert Prosinečki. Él fue un héroe para los croatas, y jugó para el Real Madrid, el Barça y el Sevilla cuando yo era niño. Tuve la suerte de tener una vida bastante normal con mis amigos en Suiza, sin que me tocara la guerra. Pero durante mucho tiempo fue imposible para mi familia volver a Croacia. Creo que la primera vez que volvimos yo tenía 7 años, y fue sólo par ver a mis abuelos. Para mí, asistiendo una escuela en Suiza, con todos mis amigos suizos, mi identidad croata fue alineada con Prosinečki y el equipo nacional.
A mi madre le gusta contar una historia. Parece que cuando empecé a ir a la escuela, al tercer o cuarto día, volví a casa y le dije, “Mamá, no quiero ir más. Solo quiero jugar. Cuantos años tengo que hacer ésto?”
Y ella dijo, “Nueve años.”
Y entonces yo dije, “Nueve años? Vale, iré nueve años, pero ni un día más.”
Y así fue más o menos como ocurrió. A los 17, fui a jugar como profesional para Basel. Mi sueño estaba bien claro. Yo quería ser Robert Prosinečki. Por eso, poder ir a jugar en España, como hizo él, y ser nombrado el capitán del Sevilla, fue simplemente increíble.
Cuando el Barça me quiso fichar en 2014, fue una experiencia interesante, porque la familia de mi mujer obviamente quería que me quedara. Pero también sabían que uno solo tiene una oportunidad para unirse con el club más grande del mundo. Así que al final, me apoyaron en cualquier decisión que tomara. Fue una decisión bastante difícil para nosotros – mucho más de lo que puedes pensar. Pero el club dijo que estaban satisfechos con lo que les pagaría el Barça, y aceptaron el traslado. Me hizo feliz salir ganando, mi vida cambió completamente.
Mi suegro me dijo, “Vale, buena suerte, pero cuando juguéis contra el Sevilla… Pues, lo siento.”
Es el sueño de cada chico jugar para el Barça. Yo recuerdo que cuando llegué para la presentación, entré al vestuario, tenían mis botas esperándome y se me puso la piel de gallina. Pensaba, estas botas no son solamente botas. Estas son mis botas del Barça.
Como futbolista, claro que quieres ganar partidos y títulos. Pero ser parte de este club es algo distinto. Con todo respeto a los otros clubs grandes, pero con el Barça, creo que hay un sentimiento especial con la gente de la ciudad, y la del mundo.
Como el mediapunta, tengo la bendición de jugar con los mejores delanteros del mundo. Con Messi, por ejemplo, todo el mundo puede ver su genio en los partidos. Pero eso lo tienes que multiplicar por 20 o 50 por lo que hace durante los entrenamientos. Es un placer para mí, solo como aficionado del fútbol puro, tener la oportunidad de jugar cada día con él. Pero no es solamente él – fue también Neymar y Xavi, y ahora Suarez, Iniesta, Pique. Hay un ritmo en la manera que intentamos jugar – es como una gran máquina. Cuando pulsas el botón, todas las piezas adentro ya saben lo que tienen que hacer. Es una cosa verlo por televisión, o jugar contra el Barça, pero otra cosa es experimentarlo en tu propia piel. Si no te gusta el fútbol del Barcelona, es que no te gusta el fútbol.
Para mi, cada día sigue siendo un placer si estoy jugando fútbol. Dejé Suiza hace 10 años para seguir mi sueño en el extranjero, y tengo mucha suerte haber acabado en el Barça. Espero llevar la camiseta durante muchos años más.
Creo que cuando llegué aquí, algunos de los jugadores se sorprendieron por lo bien que hablaba castellano (aunque con un acento sevillano…), y eso me ayudó mucho para adaptarme a la cultura del vestuario. Eso se lo debo y agradezco a mi esposa. Ella es la razón por la que pudo crecer Tarzán, hasta convertirse en capitán del Sevilla, y ahora un campeón con el Barça.
Nuestra hija mayor ahora tiene 4 años, y empieza a entender la seriedad con la que la gente toma el fútbol en Barcelona. Intentamos predecir si ella estará tan obsesionada con el fútbol como yo, o si no le prestará atención, como su madre. Ahora está como a medias…
Si estoy en casa mirando un partido por televisión, y alguien marca, ella se enfada mucho. Dice, “No! Tú debes de marcar el gol!”
No le importa si es Messi o Suárez. No. No es bastante. Tiene que ser papi el que marca. No puede asistir, ha de marcar. Así que tengo que seguir esforzándome… Tendré que hablar con Leo sobre este tema…
NdE: El texto fue publicado originalmente en The Players Tribune.