El fútbol de antaño carecía de glamour. Era verdadero amor al arte y pasión a la pelota. No existían vuelos en primera clase, hoteles cinco estrellas, ni excesivos viáticos que permitieran comprar camisas Armani, zapatos Salvatore Ferragamo o relojes Louis Vuitton. En la antigüedad, el fútbol era un complemento en la vida de los jugadores y para asistir a un torneo las federaciones apoyaban con lo mínimo a los seleccionados.

Chile 1919 350Así fue el caso de la selección de Chile que participó en la Copa América de 1919. Los jugadores seleccionados debían costear con su propio dinero los viajes, estancias y alimentos mientras defendían con orgullo la camiseta de su país. No habían sueldos de 15 millones de dólares por temporada, de hecho, el fútbol al no dejar ingresos obligaba a los jugadores a trabajar en la carpintería, en la agricultura o en un departamento federal o gubernamental. En sus tiempos libres se reunían y jugaban a la pelota.

La Copa América de 1919 fue una de las ediciones más caóticas que vivió este torneo. En un inicio, el campeonato estaba marcado para jugarse cada año, así en 1916 se disputó en Argentina, en 1917 en Uruguay y en 1918 estaba pautado para jugarse en Brasil, sin embargo una dura epidemia azotó Río de Janeiro, sede del campeonato, obligando a que la tercera Copa América de la historia se cancelara moviéndose la fecha a un año después.

Cabe destacar que en temas de organización, la Copa no es lo que se ve hoy. Únicamente participaban cuatro equipos: Argentina, Brasil, Chile y el que había sido hasta ese momento el doble campeón del certamen, la selección de Uruguay.

Para Chile, asistir a la Copa brasileña fue un auténtico martírio. La Roja no pudo viajar en avión hasta Brasil por lo que tuvo que ir haciendo el recorrido por travesías en determinado tiempo, la finalidad no sólo era llegar, sino también que a los futbolistas les alcanzara el dinero. La decisión que tomaron fue viajar en un omnibus desde Santiago hasta la ciudad de Buenos Aires en Argentina. Cabe resaltar que el trayecto fue agotador y desgastante, cuenta la historia que los jugadores dormían y comían mal, por lo que el riesgo de tener un mal torneo era latente.

Tras varios días de camino soportando el duro invierno sudamericano, la selección chilena llegó a Buenos Aires. La primera etapa de viaje se cumplió, pero ahora había que analizar qué sería lo más barato para llegar a la sede en Río de Janeiro. Así, los jugadores chilenos determinaron tomar un barco que los ayudara a cruzar a Brasil; el trayecto no lo hicieron solos, pues del mismo modo viajaba la selección argentina.

Cuando Chile apareció en Brasil, los músculos estaban destruídos por más que los ánimos los invitaran a tener una buena participación, la cual jamás se dio.

La Roja fue un auténtico desastre en la Copa. Nada más para arrancar, Brasil les encajó un 6-0 del cual ya no se podían recuperar tomando en cuenta que era un “todos contra todos” y donde los dos mejores accedían a la gran final.

El segundo juego fue frente a Uruguay, un encuentro marcado por la tragedía. Los charrúas ganaron 2-0 a Chile pero vivieron un capítulo negro en su historia con la lesión y posterior muerte de su arquero Roberto Chery a consecuencia del estrangulamiento de una hernia, la cual lo llevó en un inicio a abandonar el partido para ser trasladado a un hospital. Días más tarde, aquel problema le hizo perder la vida.

escena juegoCon seis goles recibidos y ni uno anotado, la participación chilena había acabado pese a que aún le quedaba medirse contra la poderosa Argentina que debía marcar la mayor cantidad de goles para desbancar al local Brasil y al bicampeón Uruguay y así llegar a la gran final. La albiceleste no consiguió ese cometido, pero si le acabó anotando un doloroso 4-1 a Chile.

Cuando la Copa acabó y Chile fue eliminada, tocaba emprender el duro viaje a casa, quitarse de la mente el fútbol y volver a las actividades que a la postre, daban el capital para edificar una casa y llevar alimentos a la mesa de la familia. El equipo chileno tomó un barco hacia Buenos Aires y de ahí, nuevamente, un tren que lo llevara hasta Santiago.

Sólo había un problema. El invierno se agrabó y en el límite entre la ciudad de Mendoza en Argentina, el tren fue detenido. Era imposible cruzar a Chile por una terrible tormenta que se vivía en Los Andes. Pagar un servicio que los llevara a su país era imposible y había mucha necesidad de llegar a casa pues sin ellos, sus familias estaban desprotegidas.

Así, tomaron un transporte raro, bizarro pero al final efectivo. Si no tienes para pagar un avión o un auto y el tren no puede pasar un camino complejo, las mulas son la gran solución a los problemas.

Uno a uno, los jugadores chilenos se olvidaron del glamour que hoy gozan los futbolistas y se subieron a una mula para cruzar Argentina, pasar Los Andes y llegar a casa. El viaje los demoró dos semanas, pero afortunadamente todos llegaron bien a casa; seguramente cansados, más destruídos físicamente que nunca y con la moral derrotada por su paupérrima participación en la Copa que a la postre ganó Brasil.

El viaje fue muy extenso. Fue complejo y peligroso, pero al final, la selección chilena volvió a casa en el recorrido más largo en la historia de una Copa América.

Obviamente, después de jugarse el torneo en Argentina, Uruguay y Brasil, tocaba turno de ir a Chile. Los seleccionados de La Roja respiraron, y de paso, las pobres mulas que seguramente acabaron igual de agotadas que los futbolistas.

Artículo publicado en Univision.com