Javier Gerardo Milei es la estrella televisiva de este rato. Con sus pelos aleatorios y sus trajes prolijos, sus ojos claros inyectados en sangre y su metralla de gritos, el economista de la Universidad de Belgrano se impuso con naturalidad en la estridente fauna de los debates en horario central, alternando con habilidad conceptos de teoría económica y agravios. Lo que ahora venimos a enterarnos es que, además, fue futbolista. Categoría 70, atajó en las división juveniles de Chacarita Juniors. Justo el club fundado el día del trabajador de 1906 en un local de partido Socialista por un grupo de amigos, entre ellos algunos anarquistas, que suele ser relacionado con la ideología libertaria. Elijan la paradoja que más les guste.
En un excelente perfil realizado por Juan Manuel Compte para El Cronista, Milei recordó que empezó a atajar en Chaca cuando fue marginado de la selección de fútbol de su secundario, el Cardenal Copello. “El criterio que primó no fue el mérito, sino el acomodo y el amiguismo. Así que mi reacción fue irme a jugar a un equipo en serio”, recuerda. “Mi abuelo era hincha de Chacarita y yo iba con él a la cancha. En esos días (1983), había ascendido. Todo me parecía impresionante. El color… Era muy épico”. El arquero anarcocapitalista llegó a integrar el plantel de primera división del Funebrero pero apenas disputó unos pocos amistosos. Dejó el fútbol, tras recibir una patada que le fracturó el maxilar, para estudiar Economía en 1989, “durante la híper“, como le gusta puntualizar para no alejarse demasiado de su actual obsesión.
De esa etapa de su vida, con guantes en la mano, recuerda dos partidos. Uno, de fútbol infantil en un club de Villa Lugano. “Era un ambiente bastante hostil. Habían traído a la hinchada de Nueva Chicago”, dice. Y recuerda que las madres del equipo rival pinchaban a sus compañeros con agujas de tejer. Él, cuenta, fue una de las figuras. “Ese día, me pegaban todas”. En el otro partido, ya en cancha de once, también fue figura.“Me pateaban y me pateaban, y siempre la encontraba”. Tenía 15 o 16 años. Chacarita le ganó 2-1 a River en la cancha auxiliar del Monumental. “Los dos goles, encima, fueron por pelotazos largos míos”, aclara. En aquella época, también jugó contra el Vélez del Cholo Simeone. “En mi primer partido contra él, fracturó a un compañero mío. Pero no fue intencional. Así jugaba: te iba a sacar la pelota ¡y te comía el hígado con la mirada!”, relata.
Milei, dice El Cronista, “se define como un arquero volador, al estilo del Pato Fillol. Sin ser demasiado alto (mide 1,78 metro), hacía la diferencia con fuerza de piernas. Por eso entrenaba 6 horas diarias”. En 1987, cuando Bora Milutinovic era el DT de Primera y Chilavert el arquero, tuvo un breve paso por las inferiores de San Lorenzo. Se destacaba por gritar, por supuesto, mientras hacía sus voladas, recordó el periodista Sergio Charito.
Consultado sobre porqué atajaba responde con potrero y teoría económica: “Qué se yo… Me divertía. En general, el arquero tiene una personalidad diferente. Vive al límite: si se equivoca, es gol. Viste distinto y es el único que puede tocar la pelota con la mano, que es el recurso escaso en el fútbol. El arquero tiene un entrenamiento diferenciado. Se van todos y sigue entrenando. Además, tiene otras características psicológicas: sos el que tiene a la tribuna detrás tuyo. Hay tipos que ven la tribuna y se asustan. Y otros, que la vemos y nos agrandamos”.
En su discurso, el fútbol y la economía se cruzan muy seguido. Cuando le hablan de la vehemencia con la que expresa sus ideas, Milei no logra evitar los estereotipos y regresa a su etapa en el arco. “La primera vez, uno trata de explicar las cosas de buena manera. Pero, ¿sabés qué sucede? Está el problema de la disonancia cognitiva: no sólo le estás demostrando al otro que lo que decís es lo correcto; también, que lo que él pensó durante toda su vida es una pelotudez. Entonces, el tipo te agrede. Y, obviamente, si me agredís, te vas a encontrar con el arquero de Chacarita. (…) Soy así. ¿Creés que jugar en Chacarita era algo light? No, era bien heavy-metal”.
Si bien jugó en Chaca, Milei era hincha de Boca. “Era”, aclara. En 2011, tras el retiro de Palermo, dejó su palco en La Bombonera y a fines del año siguiente, terminó de alejarse. “Lo decidí cuando Angelici echó a Falcioni, que había hecho un trabajo formidable, y aceptó la vuelta de Riquelme, que vino a robar. Ya bastante tengo con vivir en un país populista para, además, ser hincha de un club que toma decisiones populistas”. Ahora, dice, hace años que no mira fútbol. “Es más: mientras esté Gago, soy anti-Boca. Cuando vino ese farsante, dije: ‘Ojalá, ahora, Boca descienda’. Hizo echar del Real Madrid a dos fenómenos como Cannavaro y Samuel. Y, en el Mundial, todos los goles que le hicieron a la Argentina fueron a sus espaldas. ¡Todos!”, responde apasionado como cuando Santiago Del Moro le pide una opinión sobre el dólar.
En clima mundialista, Milei aprovecha para cuestionar al fanático argentino desde su ideología anarcocapilista. “El hincha opina y no mira las estadísticas. Y llega a la locura de criticar a Messi. Según un relevamiento, titulado Messi es imposible, es el mejor en cinco facetas distintas del juego (NdR: nunca aclara cuáles). Y acá se lo discute. ¿Desde dónde? Desde un argumento socialista: gana mucho dinero. Lo condenan por ser millonario. ¡Pedazo de estúpido! ¡Es un jugador de fútbol! ¡Y la destroza! Fijate cómo el socialismo tiene infectada a la sociedad hasta en un detalle tan simple. Tenés a un futbolista único, que es un claro black swan. Y, acá, lo critican. ¿Por qué no te dedicás a disfrutarlo, en lugar de envidiarlo? ¿No te das cuenta de que gana mucho porque genera una explosión de riqueza? Porque el tipo vende un servicio de excelente calidad y es muy productivo”.
Habitualmente etiquetado como economista de derecha, Milei explicó en LN+ con su pedagogía televisiva habitual, porque se considera, en realidad, un anarcocapitalista. “Yo soy libertario, no soy de derecha. (…) Hay tres familias de libertarios. Los libertarios clásicos, que podrían ser por ejemplo Adam Smith, Milton Friedman, (Friedrich) Hayek. Los minarquistas, como (Ludwig) Von Mises o Ayn Rand. Y los anarquistas, como es el caso de (Murrary) Rothbard. En mi caso, desafortunadamente, no he evolucionado lo suficiente para llegar a ser anarquista”. Los socios fundadores de Chacarita no estarían muy de acuerdo con sus categorías pero, seguramente, coincidirían con que necesita evolucionar. Es libre de hacerlo.