Un tratado sobre la audacia podría comenzar con una cita del barítono finlandés Tom Gunnar Krause: “El coraje es descubrir que puede que no ganes e intentarlo cuando sabes que puedes perder”. O quizás arrancar con la cavernosa voz del entrenador Zdenek Zeman, musitando que prefiere ganar o perder por 5-4 que por 1-0, ya que concibe el fútbol como un espectáculo en el que el pueblo tiene el derecho a divertirse. Un ensayo sobre el valor debería inexcusablemente contener a Guardiola afirmando que nada hay más peligroso que intentar negar el riesgo. O a Menotti sentenciando que se puede perder un partido, pero lo que no se puede perder es la dignidad de intentar jugar bien al futbol. Un estudio sobre la valentía se ilustraría perfectamente con la imagen de Marcelo Bielsa, caminando cabizbajo por el paseo marsellés de La Corniche mientras cavila sobre la imperiosa necesidad de que sus jugadores tengan licencia creativa para equivocarse en busca del acierto y el protagonismo ofensivo. El
volumen podría recoger ecos del más allá e inspirarse en el irreductible espíritu de Joao Saldanha, aquel técnico brasileño conocido como ‘Juan sin miedo’ perfectamente capaz de juntar en la selección a los cinco mejores números ‘diez’ de la época pese a las contraindicaciones del gobierno militar. Hasta se podría poner banda sonora al ideario del atrevimiento con canciones como “La vida es de los que arriesgan”, escrita por Juan Mari Montes, con música de Gabriel Sopeña, y que el gran Loquillo canta desde las tripas. En definitiva, un compendio de conceptos que toman forma en un enclave tan combativo como
Vallecas, donde el fútbol del Rayo de Paco Jémez (Las Palmas, 1970) se ha convertido casi en una metáfora de la vida.
-Partimos de una premisa básica. Todo el mundo quiere ganar pero a ti te interesa el cómo.
-Me interesa más el cómo. En fútbol de alta competición es difícil encontrar a alguien que se enfade por no jugar bien cuando el resultado es bueno. Parece que el resultado lo enmascara todo. Jugar mal y ganar parece válido. A mí no me gusta esa idea. Yo quiero que mi equipo gane mereciéndolo y eso pasa por hacer lo que hacemos en los entrenamientos. Claro, en competición, cuando dices que lo importante es cómo juega tu equipo no todo el mundo está de acuerdo. Lo que prima son los resultados y es verdad. Los clubes se mantienen por los resultados, no conozco a ningún equipo que no salga con intención de ganar.
-No se tiene el balón por tenerlo. Detrás de esa idea hay una intención: desordenar al rival, ser protagonistas, ambiciosos…
-La posesión por sí sola no sirve de gran cosa si no va acompañada de una presión, movimientos y órdenes y desórdenes. Y siempre que los equipos quieren balón, presionan rápido. Lo quieren tener y recuperar, y esa es la manera más gráfica de explicarlo. La segunda parte de ese juego es el trabajo sin balón, la presión, estar juntitos, ser incómodos después de las pérdidas y eso significará tener el balón más tiempo.
-Ahora la palabra de moda en las ruedas de prensa es intensidad. Parece que ganas o pierdes por el nivel de intensidad que has tenido.
-Es posible que sea un concepto que por sí solo no supone nada. Pero sin intensidad hoy no ganas a nadie. Tienes que ser muy superior, de los mejores del mundo para ganar así. En nuestro caso, que somos un equipo humilde, esa palabra está dada por hecho. El día que no jugamos con intensidad no ganamos. No hay término medio ni suerte. La intensidad es algo en lo que no queremos que nos gane nadie. Conseguimos cosas al reducir la distancia por esa intensidad.
-Tercera temporada en el Rayo. ¿Cómo se llega al vestuario el primer día de pretemporada?
-Cuando llego de pretemporada lo hago con las cosas claras pero durante el verano se pasa peor porque somos un club que independientemente de la capacidad económica, cada año perdemos más jugadores y eso es una preocupación y un hándicap. Empiezas y te falta tiempo para enganchar a los nuevos. Este año hemos tenido 18 nuevos. Tienes un equipo pero cada jugador ha estado un año como mínimo machacando unos conceptos y aquí les pedimos otros. Y eso lleva un tiempo. Cuantos más nuevos, más tiempo. Este año ha empezado en agosto y fuimos competitivos con el Atlético. Pero a este equipo le falta mucho para ser lo que yo quiero.
-Has dado un par de vueltas por el mundo como jugador, conociste títulos, descensos… Entrenadores de diverso pelaje. La lista es caótica: Naya, Peiró, Arsenio, Toshack, Carlos Alberto Silva, Lillo, Txetxu Rojo, Luis Costa… ¿Qué aprendiste?
-Faltan algunos… La verdad es que ha cambiado mucho el fútbol porque antes se echaba más a los entrenadores. Quizá porque antes no costaba nada echarlos y ahora la penalización económica retrae más a los clubes para echarlos con la facilidad de antes. Evidentemente he aprendido muchas cosas buenas y otras malas. También se aprende de lo malo. He intentado sacar de todo. Intento no caer en esos errores. He tenido un abanico amplio para aprender y he sido un privilegiado porque de todos he aprendido.
-Rayo 92/93 recién ascendido a Primera y en tu primera temporada en la categoría Camacho te pone todos los partidos.
-Era el entrenador ideal para ese equipo. Aunque venía de un sitio antagonista, el Madrid, de los mejores equipos del mundo. Pero un tío tan normal que parecía de Vallecas de toda la vida. Fue mi primer año en Primera… Pero enseguida encajó. Se adaptó y empezó su gran carrera. Me siento muy orgulloso porque Camacho me enseñó mucho.
-Excompañeros tuyos dicen que eras muy minucioso, muy observador y que quizá, tras la obediencia debida al entrenador, se escondía un aventurero.
-Posiblemente. Hace 15 años entendía el fútbol de otra manera. Es el mismo deporte pero había matices. El jugador tiene que ser inteligente y aplicar lo que le pide el entrenador, que es el que confía en ti y te ha puesto en el campo por algo, te conoce, sabe tus limitaciones, lo que puedes dar y siempre fui obediente dentro de la libertad. Y ahora tienen más libertad todavía. Antes los entrenadores reprimían más. Ahora se le exige al portero y los defensas que inicien el juego y antes no.
-De jugador pasaste por equipos que nada tienen que ver con la osadía con la que juega este Rayo, no eras un jugador de gran capacidad técnica e incluso te encargaban marcajes al hombre. ¿De dónde viene el gusto por el balón?
-Los gustos son variados y no sabes de dónde vienen. Como los colores. No es que no me guste otro tipo de juego, hay que dominar todo. Quizá predomina lo de tener el balón, el juego combinativo y sentirse importante… Considero que el equipo con el balón tiene mentalidad de ser dueño del partido, del ritmo, sentirse atacante… Así haces sentir defensor al contrario si se
la quitas rápido. Sobre todo te cansas menos con el balón. Muchas cosas me dicen que gestionar bien el ritmo del partido te da más posibilidades de ganar. Aunque haya equipos que tienen otra manera de jugar, dominan eso y ganan. Lo bueno del fútbol es que hay muchas maneras de verlo. Pero a mí me gusta que mi equipo se sienta atacante, dueño del partido durante muchos minutos pero durante los minutos sin balón hay que ser humilde y recuperar.
-Cuando se emite un mensaje que jugadores, periodismo y el resto del mundo reconocen inmediatamente como arriesgado, hace faltatener credibilidad. ¿Cómo se consigue ese factor?
-Por la confianza que transmites para mantener algo en los malos momentos. Cuando se ven las dudas aparecen las fisuras. He entendido siempre el fútbol así, he entrenado en tercera, 2ªB, Segunda y siempre he intentado hacer lo mismo. Es cierto que cuando el nivel es más alto es más fácil pero la exigencia también es mayor. Nunca he pensado en cambiar sino en mejorar lo que hacemos. Posiblemente el momento más difícil fue el año pasado porque el equipo jugaba bien pero no llegaban los resultados. Llegamos a estar últimos y la cosa estuvo bastante tensa y sin embargo, no cambiamos. Hacíamos lo mismo pero entrenábamos para hacerlo mejor. Nos valía lo que hacíamos pero lo estábamos haciendo mal. La prensa, los directivos y la gente veían que seguíamos haciendo las cosas igual. Eso es lo que te da credibilidad. Sobre todo se gana en los malos momentos, en los buenos es fácil escoger caminos, pero en los malos decidir no cambiar es difícil. Nadie tiene la fórmula mágica. Quizá lo que aquí ha salido fenomenal no funciona en otro equipo. Y eso le pasa a todos los entrenadores.
-A un equipo se le mide por sus convicciones.
-Más que a los equipos a los entrenadores. Si algún día me echan me tendrán que echar pero habré hecho las cosas como yo quiero. O incluso como quiere el público. Recuerdo que en los primeros partidos en Vallecas la gente se echaba las manos a la cabeza. Bueno, pues ya no lo hacen. Pasas buenos y malos momentos, pero no hacemos nada de otro planeta. A veces nos jugamos el bigote más de lo que deberíamos pero es nuestra manera de hacer las cosas. Y a lo mejor ya hemos acostumbrado al público y si no le das eso se aburren, o a lo mejor se lo pasan mejor, no lo sé. La gente se tiene que acostumbrar a pasarlas canutas y en situaciones en las que antes nadie arriesgaba nosotros sí lo hacemos. Hemos pasado un periodo de adaptación para ver las cosas desde el mismo punto de vista que la grada para que cuando fallemos nos animen.
-Algunos se quedan con lo anecdótico como que cambies un jugador a los 20 minutos, pero detrás de esas decisiones hay mucho trabajo para convencer al jugador de que con cierta idea se llega al fin del mundo.
-No soy de los entrenadores a los que les gusta obligar a los jugadores a hacer las cosas porque sí. Y hay veces que ese método es el mejor: se hace así porque lo digo yo. Pero prefiero convencer a la gente. Lo que haces en el campo es para algo y si no lo haces o lo haces mal nos repercute a todos. Obligando a la gente se consigue ese convencimiento poco tiempo. Si convences es cuando los jugadores pierden el miedo a fallar. Los cambios, en el 7, el 10 o el 90 jamás los hago por un error. Sí porque no haya hecho lo que le dije que tenía que hacer. Si no haces lo que el equipo necesita, sí cambio. Me puedo equivocar en la convocatoria o la alineación, pero no me puedo equivocar manteniendo en el campo a alguien que no es el adecuado. En eso no puedo equivocarme y sé que es duro cambiar a un jugador a los 20 minutos, pero les invito a que se equivoquen, cuantas más veces mejor, eso significa que lo están intentando. Pero no puedo permitir que un jugador esté 20 minutos sin tocar el balón o sin hacer lo que se le pide. De ahí que algunas veces, cuando un jugador no hace lo que el equipo necesita, hay que cambiar. No nos podemos permitir jugar con uno menos.
Así son los vallecanos. Es una gente que ha pasado de todo. El barrio es fiel reflejo de lo que ahora es el equipo. Nos meten 6-0 y no nos hundimos, buscamos soluciones para mejorar
-Este equipo no admite pusilánimes.
-No, necesitamos valientes, con carácter, gente sin miedo a fallar, gente convencida y con ganas de disfrutar. Yo siempre huyo de la mediocridad. No me gustan los jugadores que ni aparecen ni dejan de aparecer. Prefiero un jugador que me llega a banda 10 veces y me pone un centro bien que el que llega una y te mete un buen centro. Por dinámicas de equipo. Si el equipo ve que un tipo va y va y lo intenta mil veces, arrastra a todo el equipo.
-Esa cultura de resistencia al desaliento, de no traicionar los valores, parece haber empapado al club aunque habéis pasado muchos obstáculos.
-Sí, pero también hemos necesitado su respaldo. Posiblemente al que me has le ha costado es al club. Cuando yo llego aquí tengo claro lo que quiero hacer pero al que he visto pasarlo mal es al presidente, que no sé si sabía lo que venía… Porque hemos pasado momentos complicados en los que se miraban y se decían: ¿pero de verdad esto era así? ¿No estamos arriesgando demasiado? Quizá venían de otras situaciones en las que no se arriesgaba tanto. Pero al final nos lo pasamos bien. Hoy por ejemplo en el entrenamiento la gente se lo ha pasado bien y quiero que eso se note en el campo porque el disfrute pasa del campo a la grada y al presidente también. Vamos a perder partidos pero aun así hay que sacar conclusiones de disfrute. Contra el Barça por ejemplo no fuimos capaces de ganar porque son muy buenos pero hicimos lo que teníamos que hacer, tuvimos ocasiones y no renegamos. Mira, yo me gano dinero con esto, pero no me hice entrenador por ello. A mí, por suerte, mi vida de jugador me trató bien y no tuve la necesidad imperiosa de dedicarme a algo sólo por dinero. Que sí, que me gusta ganar dinero pero creo que esta profesión te da un prestigio y un reconocimiento que no te da otra profesión. Que vean un equipo y te digan: ese equipo es de fulano.
-El estilo nos dice quiénes somos.
-Si alguien no tiene ese carácter o no vive así es difícil que lo pueda hacer. Todos los jugadores que traemos tratamos que tengan ese carácter. A lo mejor están en un equipo en el que no juegan con ese estilo pero les vemos capacidad de encajar. También es cierto que nuestro estilo de jugar, tener el balón… suele gustar a los jugadores. Hay pocos jugadores que quieran
jugar de otra manera. Si es cierto que sobre todo en algunas zonas para presionar o jugarnos el balón en zonas calientes, necesitamos valientes capaces de asimilar errores. Pero necesitan que yo me responsabilice de los errores. No le puedo exigir a un central que saque el balón jugado y no responsabilizarme si hay un error.
-Jorge Valdano define la grandeza como “llevar los valores de la cultura, del estilo, hasta el límite de sus posibilidades”.
-¿Cuándo desaparece ese límite? Cuando las cosas van mal. Ahí es cuando se ve si la gente está dispuesta a llegar hasta el final. Si todo el mundo te dice que te equivocas igual estás equivocándote. A mí no me gustan los halagos, que es muy de esta profesión, pero las críticas sí y si todo el mundo te dice algo, igual es que estás equivocado. Jorge habla de eso ¿Hasta dónde puedes aguantar cuando todo el mundo dice que estás como una cabra? Al final, te sostiene el convencimiento y dura hasta dónde te siguen tus jugadores. Este equipo el año pasado nunca perdió la confianza, yo mantenía la compostura pero ellos no se venían abajo por muy duro que fuera. Llegó un momento en el que nadie esperaba nada de nosotros y nos decían que estábamos equivocados y apretamos la tuerca hasta que salió bien.
-En el documental ‘La génesis de un estilo’, Valdano añadía: “No hay que esperar que el resultado dicte sentencia. La intención del entrenador que pretende hacer una obra grande, y a menudo sin grandes recursos, ya me parece muy valorable”. Y de manera espontánea le asaltaba un ejemplo: “Pero no hablemos ya de Guardiola. Hablemos de Paco Jémez. Cómo salvarse del descenso dando vueltas alrededor de un fútbol lleno de convicción, atrevimiento, que no espera a que el rival cometa un error. Es su equipo el que trata de provocar el error del adversario, eso se llama buscar la suerte. Y es tan valioso para vivir como para jugar al fútbol”.
-Viniendo de Jorge estoy agradecido pero es que lleva razón. Si estás esperando a que el contrario dé el primer paso, ya vas por detrás. Aunque seamos pequeños no podemos darle la ventaja al rival. Eso que dice Jorge es la base del fútbol. No entiendo el fútbol que regale el balón. ¿Por qué? Si le doy la iniciativa, si me pega tendré que dar el golpe. Peguemos primero. Tenemos mentalidades parecidas. Es imposible jugar así si no eres capaz de vivir así. Mi mujer me dice que me tomo la vida muy alegremente, me gusta arriesgar, montarme en todo, tengo heridas por todos lados y mi mujer me dice que no hace falta arriesgar tanto. Por eso cuando a ella le preguntan por algo de fútbol dice: “Si a mí no me extraña que juegue así, si es que vive así constantemente. Lo que no me extraña es que arriesgue más porque ha vivido siempre así”. Por eso si no vives la vida de manera valiente, es difícil… Se juega como se vive, se respira y como se entrena.
-Un amigo tuyo, Pep Guardiola, dice que no hay nada más peligroso que no arriesgarse y que la táctica son los jugadores.
-No entiendo ni el fútbol ni la vida sin tomar riesgos, aunque yo no obligo a nadie a jugarse su integridad física. Igual a mí me parece que algo no es arriesgado y a ti te parece que estoy loco. Yo en fútbol no veo el techo del riesgo porque estamos intentado conseguir metas. Algunos dicen que es de locos. Pero en el fútbol nunca se puede dejar de ser valiente. Sin riesgo no hay nada, es verdad. En un deporte como el fútbol en el que te estás midiendo a alguien, si eres más valiente que el de enfrente ya tienes una ventaja. En cuanto a la táctica, hoy la formación de los entrenadores es muy buena, y el técnico español está muy reconocido en el mundo. La diferencia está en los jugadores, no hace falta ser muy listo. Un buen entrenador con gran
equipo consigue grandes cosas, pero un mal entrenador con equipo bueno va a seguir consiguiendo cosas. Por eso, por mucho que trabajes, el talento de un Messi, Ribery, Cristiano, Benzema… eso no lo puedes controlar. Es talento. El talento del entrenador está en sacar el rendimiento de lo que tienes.
-Hace unos días, el preparador físico del F.C. Barcelona Paco Seirulo dijo esto en una conferencia en París: “Si haces 20 toques y al final logras meter un gol o no, vale la pena porque 10 individuos han disfrutado”.
-De acuerdo. Paco es buen amigo y lleva en un club que vive así desde hace muchísimos años. Cuando un equipo ha dado 20 toques es porque ha participado todo el mundo. Si tienes esa participación de todos y acaba en gol es el culmen de lo que trabajamos. La posesión parece que es solo darse el balón pero implica que todo el mundo se sienta partícipe.
-Bielsa dice: “En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados, eso sí es lo importante. Lo importante es la dignidad con la que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal”.
-Bielsa nunca dice tonterías y de eso tengo mucho que aprender. Si los resultados te coaccionan y te hacen sentirte mejor o peor de lo que eres… El fútbol es bestial a nivel mental. Te pone arriba y abajo en media hora. Y si no gestionas esos estados de ánimo te consume. Saber lo que quieres es importante para que no te destrocen el fútbol, la afición, los medios… Por eso si dependes del resultado serás una veleta. Los que disfrutan son los que ven los resultados como una consecuencia de cómo haces las cosas. Pero no vas a cambiar cada tres partidos. Ese tornado de emociones es lo que hace que la gente acabe vacía e incontrolable. Bielsa es muy sensato e inteligente. Los resultados del Rayo son mi responsabilidad pero intentaré que no afecte ni a mi método ni a mi estado de ánimo.
¿Hasta dónde puedes aguantar cuando todo el mundo dice que estás como una cabra? Al final, es el convencimiento y hasta dónde te sigue tu equipo
-Hay gente que tacha a Bielsa de loco o ingenuo pero obliga al público a ver el partido de pie. Y eso está pasando con el público en Vallecas.
-Los partidos en los que más me he divertido son los que hemos jugado contra el Athletic Club de Bielsa. Incluso cuando hemos perdido, porque es un disfrute continuo. La gente cree que solo disfrutamos de nuestros equipos y no es verdad, se disfruta también del contrario para demostrar que necesitas alguien que te exija. Cuando el Rayo juega bien es porque el contrario le exige. Uno de los mejores partidos que recuerdo fue en el que ganamos en el antiguo San Mamés (1-2 goles de Piti y Lass). Fue memorable. Al final ganamos porque tuvimos más acierto pero aquello fue una oda a lo que entendemos por el fútbol. Lo hablé con él en el túnel y nos dijimos: qué divertido. Le puedo catalogar de cualquier cosa, incluso de loco cariñosamente, pero de ingenuo no tiene nada.
-¿Y de los entrenadores clásicos? ¿A quién le robas ideas?
-Cuando llegaron los Van Gaal, Cruyff… todos los de la escuela holandesa, incluso Rijkaard o Beenhakker. Son las fuentes de las que bebe ahora el Barça por ejemplo. En el fútbol está casi todo inventado pero cuando llega un entrenador y hace cosas que nadie hacía… También son las modas, como los pantalones de campana. Igual dentro de 10 años todo el mundo marca al hombre. El fútbol está vivo y cambia pero vas bebiendo de lo ya existente.
-El Rayo juega con tal generosidad que parece querer devolver a cada espectador el precio de la entrada.
-Se lo exijo a los jugadores. La mejor manera de respetar a alguien que se gasta su dinero en verte es darlo todo. Si la gente sale del campo y se ha divertido ya hemos ganado. Cuidamos poco el espectáculo. Queremos que la gente vaya al campo pero, ¿Qué les damos? En Vallecas tenemos la suerte de que cada vez somos unos pocos más pero lo que no podemos ofrecerles es aburrimiento. Es como una película, si el vecino te dice que es un aburrimiento no vas, pero el boca a boca es muy importante. Cada año somos unos poquitos más. Una de las máximas de cualquier equipo que yo entrene es que la gente que va al campo o se sienta a verlo tiene que disfrutar.
-La afición del Rayo es muy singular, tiene el orgullo barrial de un enclave humilde, castigado y reivindicativo. También el sentido de pertenencia. ¿Qué es Vallecas y cómo se relaciona con el fútbol?
-Ni mejor ni peor, distinto. Así son los vallecanos. Hay que tenerlo en cuenta. Es una gente que ha pasado de todo. El barrio es fiel reflejo de lo que ahora es el equipo. Nos meten 6-0 y no nos hundimos, buscamos soluciones para mejorar. Nos impregnamos del barrio de Vallecas. Al inicio de la temporada siempre vienen los Bukaneros a hablar con los jugadores y lo único que nos piden es que nos dejemos todo. Algunos jugadores ni se lo creen. Son encantadores. Yo lo sé porque he sido jugador aquí, pero a los nuevos les dicen, si os dejáis todo, nos tendréis al lado. Y eso da mucha tranquilidad. El año pasado éramos últimos y vino el Sevilla y los jugadores tuvieron que salir a saludar aunque perdimos porque se quedaron aplaudiendo. Entendieron que se habían dejado todo y eso no lo hacen todas las aficiones. Saber que siempre tendrás a tu gente al lado es fundamental. Si va mal, estarán ahí. Y el año pasado la clave fue eso. No creo en las casualidades pero desde ese día del Sevilla enganchamos 10 partidos en los que ganamos siete, empatamos dos y sólo perdimos con el Madrid.