La conferencia de prensa de Marcelo Gallardo después del triunfo en la final de la Supercopa comenzó con las frases de norma: “Hicimos un partido muy inteligente, tuvimos entrega máxima. Hubo determinación, hubo inteligencia y fuimos efectivos para ganar el partido”.
Después llegó la segunda pregunta: “¿Encontraste la receta para ganarle a Boca en eliminaciones directas y hoy se dio todo lo que esperaba y trabajaste en la semana, más lo de Armani?” Y Gallardo, como buen político, eludió la pregunta y respondió lo que tenía ganas de decir: “Creo que tengo que sincerarme. Estos dos meses en los que venimos jugando muy mal fue parte de la estrategia. Nosotros sabíamos como jugaba Boca y ellos no sabían cómo jugábamos nosotros porque si se dejaban llevar por lo que fuimos nosotros en estos dos meses, realmente no tenían ni idea de cómo íbamos a jugar este partido. O sea que fue parte de la estrategia esos dos meses: jugar muy mal para ganar el partido más importante que teníamos en el semestre. Sufrimos todo este tiempo porque fuimos castigados. Y bien, merecidamente, pero hoy podemos darnos una alegría inmensa”.
Siguieron las preguntas, y ante cada una de ellas, Gallardo insistía con el asunto de la estrategia de jugar mal estos meses para confundir a Boca. Ya esa altura de la conferencia de prensa nadie dudaba de que el entrenador les estaba tomando el pelo a los allí presentes. Curiosamente, sólo en la tercera vez que lo dijo se le escapó una sonrisa irónica cuando sostuvo “nosotros inteligentemente sabíamos que nos debíamos guardar”.
En un par de oportunidades habló seriamente, explicó los problemas de la motivación y de las búsquedas en estos tiempos para mejorar, pero a cada rato volvía sobre el particular y repetía el asunto de la estrategia.
Dos cosas quedaron claras de esta conferencia de prensa que, a mi juicio, será recordada por muchísimos años: 1) La capacidad de Gallardo para criticar elípticamente a los periodistas sin que nadie se ofendiera (por lo menos en el lugar de los hechos). 2) La incapacidad de los periodistas para repreguntar ante la ironía de Gallardo.
Las razones que nos llevan a explicar el punto 2 es que siempre es muy difícil para los periodistas deportivos debatir o poner en aprietos a los ganadores (si las escuchan, la mayoría de las preguntas eran centros) y la poca capacidad de los colegas para reaccionar ante una respuesta inesperada. No tenemos dudas de que a todos les hacía ruido y les molestaba lo que decía Gallardo, pero nadie tuvo la lucidez de decirle: “Dale, che. Hablemos en serio. No nos sigas cargando”.
Como para no dejar ninguna duda del mensaje, el entrenador fue muy claro en su última respuesta, cuando un colega de Clarín lo consultó por la final perdida con Boca en 1976. Dijo Gallardo: “Como dice un amigo, este es otro pagaré que se ha saldado. No sé si quedan algunos, pero hemos ido saldado durante estos años todos los que teníamos”. No tenemos dudas de que no se refería al partido del 76 y sí a muchos amigos que allí estaban presentes.
En definitiva, River le ganó a Boca. Y Gallardo goleó a los periodistas.
(Una reflexión al paso: ¿no los tienen podridos los “memes”? A mí sí. Casi tanto como leer todos los días que alguna fulana de moda “calentó las redes con sus fotos hot”. Pero bueno. Parece que habrá que aprender a convivir con estos asuntos. ¡Viva el periodismo!)