La imagen impacta. Horroriza. Estremece. Es de la mayor tragedia que sufrió el fútbol británico, de la que justo hoy, 15 de abril, se cumplen 30 años. Sucedió justo antes de una semifinal de la FA Cup entre Liverpool y Nottingham Forest en el estadio de Hillsborough, ubicado en Sheffield, cuando de pronto las populares correspondientes al Liverpool parecieron estallar por una excesiva cantidad de público, que terminó siendo evacuado tardíamente hacia el campo. Esa demora en entender cuál era el problema y la necesaria reacción ante el mismo tuvo como resultado 96 muertos y casi un millar de heridos, y significó el fin de los espectadores de pie y de las alambradas en el fútbol británico.

Acá podría terminar la efeméride, dejando contentos a los que les encanta tener razón, odian las multitudes y prefieren a la gente sentada y ordenada, y la bandera planchadita, planchadita.

Pero sucede que la masacre de Hillsborough es recordada también porque las víctimas fueron doblemente castigadas, por un lado por los hinchas que lograron ingresar sin entradas al estadio a último momento, generando la aglomeración fatal. Pero también por los medios, la policía y el gobierno, ya que esas víctimas fueron consideradas responsables de algo que en realidad —después de décadas de reclamos por parte de los familiares de los fallecidos, que finalmente lograron que se reabriese la causa— se terminó probando que fue culpa de la policía que tomó la decisión de abrir las puertas para tranquilizar a los que presionaban sin entradas, y luego se dedicó a ocultar las pistas de su accionar ante el resultado criminal del mismo. Es más, también se probó que los responsables de velar por el público tardaron demasiado en entender lo que sucedía y no solo demoraron la decisión de cortar el alambrado para salvar sus vidas sino que nunca dejaron de acusar de borrachos y vándalos a quienes necesitaban su ayuda para sobrevivir.

El ocultamiento por parte de cierta prensa, la policía y el gobierno británico de los verdaderos responsables de la tragedia de Sheffield durante décadas invitan a pensar en el hostigamiento actual por parte de los mismos responsables hacia quienes se atreven a exponer sus secretos, tanto Rui Pinto, el responsable de los Football Leaks preso en Portugal, como por supuesto Julian Assange, capturado finalmente por la policía británica. Porque son las tragedias y los secretos el aceite que necesita la maquinaria del post-capitalismo, empecinada en utilizar a las víctimas para sus intereses, abolir derechos, y multiplicar sus ganancias. Sin importarle lo más mínimo quienes sean lxs que terminen aplastadxs contra el alambre.

El autor de este artículo es editor en el suplemento Radar del diario Página 12 y creador del musicacretina.blogspot.com que les recomendamos fervientemente.