Cuenta una leyenda que en la década del 50, Ava Gardner tuvo un affaire con un torero español conocido como Dominguín. Después del primer revolcón, la actriz vio a su muchacho salir de la cama y vestirse a las apuradas. Entonces, le preguntó: “¿A dónde vas?”. “A contarlo”, respondió él.
Cualquier parecido con las redes sociales, más de medio siglo después, no es ninguna coincidencia. Hoy, parece, lo importante es mostrarles la vida a otras personas. Claro, hay millones de personas dispuestas a ser espectadores de la vida de los otros antes que vivir la propia. ¿Quizá porque es más fácil?
Ya no es suficiente beber unas cervezas con amigos. Hay que subir la foto a alguna red social. Porque no se es del todo feliz si los demás no lo saben. ¿O será para dar un poco de envidia también? Así la pasan unos mientras otros lo miran por un monitor. Lo mismo si se prende un fuego para un asado. O para mostrar las plantas del jardín o cuán grande está la panza por un embarazo. Hasta si se trabaja por horas y justo te toca un cliente famoso…
Boca goleó 5 a 0 a River. Después de haberle ganado una semana antes también. Las dos veces con el equipo B (llamarle suplentes a Funzalida, Monzón, Gago, Pablo Pérez o Chávez nos parece un despropósito) y luego de soportar que una parte de la prensa hiciera hincapié hasta el hartazgo en los ocho clásicos que no había podido ganar el año pasado. De los ocho, cuatro fueron amistosos. Tan amistosos como estos dos que acaban de jugarse, aunque ninguno tan humillante como el 5 a 0. No vamos a debatir sobre la frase de Arruabarrena, que dijo que no lo cambiaba por la Sudamericana. Es un asunto personal. Eso sí: fue el propio técnico de Boca el que reconoció que en las entrevistas solía mentir un 75 por ciento.
Cualquier futbolero sabía el domingo a la madrugada sobre la goleada. Todos, de un lado y otro, imaginaban un festejo alocado. ¡Con fotos incluidas! Igualito a lo que hubiese pasado en la época de Ava Gardner y Dominguín. Sin embargo, al plantel de Boca no le bastó con celebrar por sacarse un peso de encima de semejante manera. ¡Había que mostrarlo! Y así todos vimos la foto de un puñado de egresados con una manito al aire.
¿Cuán identificado está Sara con Boca, por ejemplo? ¿Y Torsiglieri? ¿Y Pablo Pérez? Todos ellos, así como fueron a Boca, podrían haber caído en River. Porque el fútbol es su trabajo. Entonces les creemos la felicidad pero no les creemos la foto, como sí se la podemos creer a los pibes Palacios y Cristaldo. Esos pibes, tranquilamente, si no estuvieran en la cancha podrían estar en la tribuna. Justo al lugar donde apuntaba la foto.