César Luis Menotti

Los ayudantes directos del técnico tienen que estar presentes en el momento justo de la palmada reconfortante o la crítica de un error. Y el técnico, cuando planea un partido, debe consultar con ellos su opinión acerca de varios aspectos, aunque el punto de vista que decidirá es el suyo.

No se puede ignorar que un Mundial también se gana con el aporte de los otros integrantes del cuerpo técnico. Con el temperamento, el equilibrio y el trabajo del preparador físico. Con el profesionalismo y el manejo psicológico (la “versoterapia”) del médico, vital para la recuperación rápida de los jugadores (en el 78 lo vivimos con Luque). Con la eficiencia y la buena onda con el plantel de los utileros. Aunque parezcan nimiedades, eso también es fundamental para que los jugadores trabajen cómodos.

Yo elegí a mis colaboradores, a quienes conocía de antes. Tenía la seguridad de, por ejemplo, decirle a Poncini: “Poncio, trabajarme a los arqueros”, mientras yo iba a entrenar con el resto del equipo.

Carlos Salvador Bilardo

Antes de un Mundial, el técnico tiene que desarrollar su “libro de avión”. Es decir, copiarse del esquema que tiene un piloto. Antes de despegar, el piloto habla con todos sus ayudantes para saber cómo está el aceite, qué condiciones va a tener en el aterrizaje, se mantiene al tanto de todo lo que puede llegar a pasar. El técnico tiene que hacer lo suyo: debe comunicarse con el médico, los utileros, su ayudante de campo y el preparador físico, y saber lo que necesitan. Todo: los tapones de los utileros, los elementos del profe, los remedios del médico… Ojo con esto, que cada vez hay más sustancias que dan positivo en el control antidóping.

Hay que tener claro que un minuto puede ser suficiente para volver eliminados. Hay selecciones que quedaron afuera por un solo detalle.

No creo en los psicólogos. El médico y el preparador físico suelen cumplir esas funciones. A veces se puede bajar linea a través de ellos, como también de algún jugador con presencia y liderazgo natural. Aunque en este caso, hay que ser hábil para no hacerlo seguido: los compañeros podrían pensar que es un alcahuete del entrenador.