Se acuerdan de Parmalat, ¿no? La multinacional italiana de productos lácteos que puso plata en la camiseta de Boca en los 90′ y que quebró escandalosamente en 2004 cuando se descubrió que venía dibujando en sus balances una deuda de 14.3 mil millones de euros. Sus ejecutivos, Calisto Tanzi a la cabeza, fueron arrestados por defraudación, sus acciones se evaporaron y todo el emporio colapso. Y en esa caída se derrumbó también Parma FC, el equipo que la empresa había comprado en 1991 y que durante esa década fue protagonista del Calcio y del fútbol europeo con apellidos como Chiesa, Zola, Buffon, Cannavaro, Thuram, Brolin, Asprilla, Stoichkov, Verón o Crespo.
Bueno, todo eso está pasando de nuevo. Aquella vez, Parma fue declarado insolvente en 2003 porque debía 77 millones de euros y en 2005 pusieron a la venta la sociedad. Recién en enero de 2007, Tommaso Ghirardi, un industrial italiano con muchos euros, se transformó en el nuevo patrón. El equipo descendió pero volvió rápido Primera bajo la flamante administración. Durante unos años todo pareció funcionar bien. El 6to puesto en Serie A de la temporada pasada, justo para su centenario, suponía la coronación de un ciclo de exitosa administración pero en realidad ocultaba años de desfalcos y facturas impagas.
Ahora se conoce que una auditoría de PricewaterhouseCoopers ya había alertado que el club iba hacia un precipicio. Ya en la temporada 2009-2010 no podría generar recursos para cumplir con sus obligaciones. En noviembre de 2013, la institución dejó de pagar impuestos. En 2014, cuando quiso anotarse para jugar la Europa League, a la que había clasificado, no lo dejaron por su precaria situación económica. Torino ocupó su lugar. La Liga italiana, en cambio, no planteó objeciones a que jugara en la Serie A. Recién en diciembre, cuando los futbolistas y empleados denunciaron que no cobraban desde julio, Parma fue sancionado con la quita de un punto y cinco mil euros de multa.
El presidente de Juventus, Andrea Agnelli, fue uno de los pocos que apuntó a la Federación: “Este caso es la punta del iceberg, en los últimos cuatro años decenas de clubes fueron a la quiebra y la situación ahora es peor. El hecho de que un club haya llegado tan lejos es culpa de la mala administración del fútbol italiano”. Culposa, la Serie A aprobó, a principio de este mes, aportar unos 5 millones de euros para cubrir los costos de Parma y asegurar así que, al menos, termine la temporada. Una curita para una fractura expuesta.
Ghirardi siguió la mentira todo lo que pudo. A fin de 2014 el equipo iba último pero él aseguraba que iban a recuperarse de los “infortunios burocráticos que marcaron el verano”. Una manera elegante de resumir los desmanes que había hecho durante su gestión. Con la sanción de la Federación perdió el poco crédito que le quedaba y cedió ante las protestas de los hinchas. Vendió la sociedad por 1 euro a la empresa Dastraso Holding Limited, un conglomerado ruso-chipriota, y volvió sin culpas a su empresa.
Detrás del misterioso grupo que arribó, se supo poco después, estaba el magnate petrolero albanés Rezart Taci. Un tipo que hace una década no tenía una moneda pero que aprovechó su amistad con el Primer Ministro de Albania para beneficiarse del reciente boom petrolero de ese país. En Italia lo conocen desde 2009, cuando dijo que tenía 700 millones de euros para comprarle AC Milan a su amigo Silvio Berlusconi, algo que nunca se concretó. Acusado de evasión fiscal en su país, investigado por lavado de dinero, en Parma se alegraron cuando en febrero vendió las acciones por el mismo euro que las había comprado dos meses antes. Pero también se dieron cuenta de lo complicada de su situación. Un muchacho como Taci no se asusta fácilmente.
Así entró en escena otro empresario, Giampietro Manenti. Compró el 90% de las acciones y quedó como presidente. Denunció el manejo fraudulento de las administraciones anteriores pero aseguró que conseguiría el dinero para salvar a Parma. Se reunió con los futbolistas y prometió pagar los salarios adeudados antes del 15 de febrero. Los contratos más altos, Felipe y Cassano, ya habían sido rescindidos -sólo al Bambino le deben 4 millones de euros. “Vamos a pagar todo. Es nuestro deber respetar los plazos para pagar los impuestos y los sueldos. Vamos a tratar de sumar a otras empresas, italianas y extranjeras”, dijo ante las cámaras de TV.
Llegó el 15 de febrero y Manenti no cumplió. El plantel decidió no jugar contra Genoa. También suspendió su partido ante Udinese porque no había dinero para abrir el estadio. Los hinchas pegaron carteles en todas las entradas que decían “cerrado por robo”. Los vestuarios no tienen agua caliente, los futbolistas se lavan su propia ropa y los micros del club fueron confiscados. “Espero que esto termine tarde o temprano porque honestamente no podemos soportarlo más”, afirmó Alessandro Lucarelli, capitán de Parma.
“Es difícil ver a Parma en esta situación. Si el primer equipo está luchando imaginate nosotros”, dijo Hernán Crespo, DT del conjunto juvenil desde junio. “Cada día tengo que contar los enfermos, los chicos se duchan con agua fría, con este invierno”, lamentó. Pese a todo eso, el equipo Primavera pelea el título y arranca las pocas sonrisas de los hinchas gialloblu. “Vamos a seguir trabajando por estos colores hasta el final, será el club el que tenga que decirnos que paremos”, prometió el goleador histórico. Mientras, los buitres sobrevuelan. Fabio Caressa, co-director de Sky Sports, impulsa la filmación de un “reality” para registrar la agonía. Un morboso segmento diario de 10 minutos con imágenes de futbolistas, empleados e hinchas que ven morir a su equipo.
“La situación es dramática. No hay dinero, falta plata hasta para comprar el café”, gritó Roberto Giuli, mientras miraba los pocillos vacíos en la última Asamblea General. Giuli, empresario energético y dueño minoritario -tiene el 10% de las acciones- le reclamó a Manenti que si, como decía, tenía inversores diera los nombres. El presidente aseguraba que un grupo bancario les daría una línea de crédito por 50 millones, pero recién después de la audiencia judicial del 19 de marzo, la fecha límite para pagar la deuda impositiva. Confiaba en que la Justicia le dejaría manejar la sociedad por 60 días más para permitir la llegada de ese dinero.
El 18 de marzo, un día antes de ir a Tribunales, la Policía financiera italiana detuvo a Manenti y a otras 21 personas en un operativo simultáneo en 60 puntos del país. Todos están acusados de “asociación ilícita, fraude informático, utilización de tarjetas clonadas y blanqueo de capitales”, según la agencia EFE. Al parecer, era cierto que el presidente de Parma consiguió dinero pero no venía ni de un grupo bancario, ni de empresarios italianos o extranjeros, sino de una organización criminal que iba a aportar 4.5 millones de euros, mediante “transacciones financieras y el uso de tarjetas de crédito clonadas en operaciones comerciales como patrocinios o suscripciones”.
El 19, como estaba previsto, el Tribunal de Parma trató el caso. La audiencia duró poco más de 20 minutos. El fiscal y los acreedores pidieron la quiebra, los abogados de la institución aceptaron en silencio. Las deudas acumuladas, se supo en el recinto, alcanzan los 218.446.754,61 euros. “El estado de insolvencia parece evidente e irreversible”, afirma la sentencia que decretó la bancarrota del equipo de la región de Emilia-Romaña.
“Quién puso este club de rodillas debe sufrir las consecuencias”, dijo indignado Roberto Donadoni, DT del equipo, cuando se consumó la quiebra. “Hoy nos damos cuenta de que fuimos engañados, completamente engañados, no sólo por Manenti, que ahora está donde debe estar. También están los que permitieron que esto sucediera”.
Parma FC quedó ahora en manos de Angelo Anedda, presidente de la orden de los contadores de la sociedad y Alberto Guion, otro contador, miembro de la comisión de reforma de la ley de quiebra, que fueron designados por la Justicia para la liquidación. “Se nos dio la tarea de dirigir a Parma hasta la última fecha del campeonato. Tenemos que llegar a final de la temporada para poner a la venta los bienes deportivos (los jugadores) y permitir que quién compre el club puede inscribirse en la temporada siguiente. A finales de mayo esperamos tener serios intentos de compra por la sociedad”, explicó Anedda. Guion agregó: “Estamos considerando iniciar una acción por daños y perjuicios contra los que trajeron al Parma a esta situación”.
El futuro es muy oscuro. Descender a Serie B parece un hecho, están últimos con 9 puntos -ya les descontaron tres por sus deudas-, a 17 unidades de la salvación y quedan doce partidos. Pero incluso, la deuda es tan grande -tres veces de lo que fue cuando cayó Parmalat- que podría llevarlo a descender hasta la última categoría. Es difícil imaginar que alguien compre el club y cancele el rojo para seguir, al menos, en Segunda. Si nadie paga la cuenta, la mejor opción para Parma será jugar la próxima temporada en la Serie D. Volver al amateurismo y, desde allí, soñar con tener, alguna vez, dueños honestos y capaces.